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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Respeto a la identidad sexual

Debemos apoyar el llamamiento de las organizaciones LGTBI para que quienes sufran agresiones las denuncien.

Conga Cubana Contra la Homofobia, en La Habana (Cuba).
Conga Cubana Contra la Homofobia, en La Habana (Cuba). Alejandro Ernesto (EFE)

Cada vez hay más personas del colectivo LGTBI que se atreven a expresar su identidad sexual sin esconderse. Pero esta mayor libertad se traduce también en un mayor número de incidentes homófobos. Las denuncias por agresiones a lesbianas, gais, transexuales y bisexuales han aumentado en los últimos años y también los casos de acoso y discriminación. Así lo refleja el informe del observatorio madrileño contra la homofobia, que registra 321 incidentes en 2017, es decir, casi un caso al día. El observatorio catalán registra 111 incidentes, con un aumento de las agresiones directas. Estos datos no reflejan sin embargo la realidad de la homofobia, pues muchas víctimas no lo denuncian. La Agencia Europea de Derechos Fundamentales estima que solo el 10% de las personas del colectivo LGTBI presentan denuncia cuando sufren una agresión.

Coincidiendo con el Día Internacional contra la Homofobia, celebrado ayer en conmemoración del día de 1974 en que se retiró la homosexualidad del manual de enfermedades mentales, debemos apoyar el llamamiento de las organizaciones LGTBI para que quienes sufran agresiones las denuncien. Solo así se quebrará la idea de impunidad con la que muchos agresores actúan y se conseguirá consolidar el derecho a vivir en un mundo de respeto, sea cual sea la identidad sexual.

Ese respeto avanza menos de lo deseable. Todavía hay en el mundo 75 países que persiguen legalmente la homosexualidad y en 13 de ellos puede llegar a castigarse con la pena de muerte. Pero incluso en aquellos que tienen legislaciones protectoras, como España, se produce un rechazo social que hay que atajar. El clima homófobo que se observa en países europeos como Rusia, Turquía y algunos países del Este debe ser perseguido desde las instituciones, pues es incompatible con los principios de libertad y respeto a los derechos humanos consagrados en los tratados internacionales.

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