En Holanda, los alumnos de FP no son estudiantes
Son considerados ‘participantes’ y no tienen las mismas ventajas que el resto del alumnado
Los alumnos de Formación Profesional Intermedia no son estudiantes en Holanda. Mejor dicho, la legislación actual los denomina participantes, o bien pupilos, términos que influyen directamente en su vida cotidiana. En 2017 eran unos 400.000, según la Oficina Central de Estadística, y a pesar de que deben aprobar un ciclo formativo de cuatro años, coronado con un título de Técnico, no pueden sumarse a las asociaciones estudiantiles o deportivas de la educación superior. Algunos comercios tampoco les ofrecen los descuentos típicos de esta etapa, con el consiguiente sentimiento de rechazo. La paradoja es que el Gobierno ya les llama estudiantes, y les asigna el mismo tipo de ayudas y bonos de transporte que a los demás. Lo que no ha cambiado aún es la ley.
En este caso, el peso del término influye en el desarrollo personal. “Si no puedes sumarte a las actividades propias de la vida de los estudiantes de tu edad, es difícil estar activo y crear una red de contactos”, ha dicho Roosmarijn Dam, presidenta de la Asociación de Jóvenes en la Formación Profesional. Otro problema es la mala imagen de la Formación Profesional, que no mejorará sin la equiparación léxica. Así se lo ha hecho saber Dam al Ministerio de Educación, que ha prometido “estudiar la modificación de la ley educativa”. A pesar de la buena disposición oficial, el principal escollo es un componente financiero.
Siempre que obtengan su diploma en el plazo de 10 años, los alumnos de Formación Profesional no están obligados a devolver el préstamo del Estado que facilita todos los estudios pasada la secundaria. El resto de los estudiantes de la educación superior sí contraen una deuda, que saldan cuando obtienen un trabajo remunerado. Pero Roosmarijn van Dam asegura que no buscan descuentos. Solo piden que todos los grados educativos tengan el mismo valor social. Que nadie los mire por encima del hombro, en palabras llanas.
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