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CLAVES
Columna
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De Fawkes a la rana Pepe

Aprendimos que con las mismas armas que permiten victorias culturales los antagonistas se sientan en el poder; por eso Internet será siempre un instrumento ambivalente

Máriam M. Bascuñán

El ideal de libertad alcanza toda la libertad aún no realizada, aunque siempre acabe chocando con lo real. Y, según Marcuse, todo momento histórico lo seguirá experimentando desde sus carencias y deseos, pues no podemos dejar de crear nuevos ideales. Esa imaginación es, precisamente, la que empuja el cambio social, como comprobamos también en nuestro 15-M, aquel eslabón en la cadena de transmisión de los ardores revolucionarios que estallaron en Túnez y se difundieron viralmente por el mundo árabe hasta llegar a Atenas, Madrid, Nueva York, Londres o París.

Nacía un tipo de movimiento social sin líderes que, en Sol o en Wall Street, adoptó la cara de Guy Fawkes, el gamberro símbolo de Anonymous. El mensaje era nítido: pensaban y proponían maneras alternativas de organizarse política y socialmente a través de los ubicuos instrumentos de Internet. Otro mundo parecía posible: las ideologías, obsoletas, no daban respuesta a las nuevas formas de sometimiento; los medios tradicionales no representaban sus conversaciones; los viejos actores sistémicos aparecían como prescindibles en el horizonte de la revuelta.

Una muestra de su potencial creativo se plasmó en el bitcoin, un protocolo diseñado no para sustituir las divisas nacionales, sino para circular monedas fuera del propio sistema. Pero ese libertarismo trajo consigo sus monstruos: otra alternativa al establishment comenzó a fraguarse desde zulos digitales reaccionarios para oponerse también a ese mundo anárquico y progresista. Para ellos, lo subversivo era mofarse de la cultura dominante desde posturas supremacistas, antifeministas y xenófobas. No soportaban, decían, la mojigatería izquierdista y su retórica despectiva. Y así nació la rana Pepe, el meme de la Alt-right que terminó aupando al poder a su propio trol: el inefable Trump.

Aprendimos que con las mismas armas que permiten victorias culturales los antagonistas se sientan en el poder; por eso, Internet será siempre un instrumento ambivalente. La buena noticia —lo vemos también ahora— es que el nivel de virulencia de la reacción es expresivo a la vez del cambio tan profundo en el que estamos. @MariamMartinezB

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