Ruptura transatlántica
Europa debe asumir su propia defensa ante el abandono de Trump
El giro unilateralista en política exterior impuesto por Donald Trump amenaza con acabar con la relación transatlántica, pilar esencial de la seguridad, la libertad y la prosperidad del continente europeo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
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La ruptura del acuerdo nuclear con Irán abre una nueva fisura en una amistad ya resentida por decisiones como el abandono del acuerdo sobre el clima de París, la renuncia a completar el área de libre comercio entre la UE y EE UU (TTIP) y el traslado de la Embajada estadounidense a Jerusalén.
Como afirmó este jueves la canciller alemana, Angela Merkel, durante la entrega del premio Carlomagno al presidente francés, Emmanuel Macron, “Europa ya no puede confiar en que EE UU la proteja”. No es una afirmación gratuita. Los dos mandatarios habían visitado a Trump para tratar de convencerle de la importancia estratégica que tiene para Europa un Irán desnuclearizado y un Oriente Próximo al menos relativamente estable.
No sirvió de nada. Trump se ha revelado como un personaje excéntrico, radical y poco preparado al que no le interesa nada de lo que ocurra fuera de las fronteras de EE UU salvo que pueda tener alguna repercusión en la política interior. Y en esa línea decidió rechazar mediante una orden ejecutiva el que sin duda es el tratado más importante logrado por la diplomacia de la Unión Europea en términos de seguridad.
Para Trump se trata, entre otras cosas, de destruir el legado de Barack Obama. Pero para Europa puede significar traer a sus puertas una guerra a gran escala. El enfrentamiento librado ayer en Siria entre fuerzas iraníes y la aviación de Israel constituye una peligrosa advertencia de lo que puede venir. Es cierto que ni Estados Unidos ni Europa han provocado la guerra en Siria, pero Europa lleva ya tiempo asumiendo sus consecuencias con la gestión de la llegada de millones de refugiados. Con su actitud, Trump no contribuye a mejorar las cosas. Al contrario.
Al igual que ha hecho Merkel, hay que rendirse a la evidencia de que ha cambiado el paradigma de la relación transatlántica existente desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Y así, Europa tiene que establecer otro tipo de relación con Estados Unidos —si se quiere, más adulta— y estar dispuesta a asumir sola su propia defensa y defender sus intereses por sí misma. Los europeos se han humillado tratando de congraciarse con Trump. El resultado está a la vista de todos.
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