España, Este Jodido País
Decir que las cosas van mal es lógico, muchísimas cosas van mal. Pero, ¿todas, todas? ¿Es este un país impracticable? ¿No funciona nada?
Javier Marías cuenta en su artículo de este último domingo en EL PAÍS Semanal el regocijo que siente el activismo sin fronteras cuando las cosas por las que aboga están mejor o no van a peor. Es una tendencia que no conoce límites, afecta a todos los aspectos de la vida y no se centra, como en el caso que cuenta el novelista, tan solo en el ámbito del feminismo, donde cada estadística medianamente positiva sobre la situación de la mujer en la sociedad se convierte en una artimaña sospechosa, en una agresión o en un abuso que las estadísticas, que son hombres, lanzan para embarrar el terreno.
Eso es lo que se extrae del artículo de Marías, cuyas comas, incluso, subrayaría, con el riesgo de que algunos de los chuzos que a él le caerán de punta se desvíen también sobre mi propia cabeza. Pero quería apuntar a otro asunto más general, España, país que también se llama Este País o, más bien, Este Jodido País. Cuando faltan taxis en la calle, es Este Jodido País el que se va al garete, “con esta lluvia y no hay taxis, Este Jodido País”. Cuando hay demasiada cola (ante las ventanillas de la Seguridad Social, ante las colas que se forman para cualquier cosa), el causante de la aglomeración es Este País o Este Jodido País. Cuando hay un accidente de tren es Este Jodido País el que lo ha producido, todos conspirando con la dichosa Renfe. La Transición, que no fue mal, según las estadísticas, jodió a Este Jodido País, lo dicen políticos que viven de ella e incluso grandes analistas que vinieron a España para explicar aquello que entonces pareció un milagro y que ahora es tan solo el reflejo oscuro y la cuna de los males de la Puta España. A un juez se le va la pinza en Pamplona y ya es toda la judicatura la que va o viene del infierno. Un médico se equivocó de diagnóstico y eso aparece en las noticias para que algún tertuliano sabelotodo diga que a esto ha caído la sanidad española. Cualquier cataclismo, natural u obra de los hombres, alcanza el grado de desgracia general causada, además, por Este País que no deja de joder con la pelota.
Todo va mal cuando una cosa va mal y la culpa no es nuestra ni de los individuos que protagonizan el desastre, es España la que ha desbarrado porque Este Jodido País siempre desbarra. Un individuo arremete contra otro, o contra otra, en plena calle, y ya es la banda impresentable en que se ha convertido la ciudadanía. Un político destruye el prestigio de una universidad específica y es todo el sistema universitario el que está con los fondillos rotos. El Gobierno de la nación toma decisiones que no agradan o repugnan en algunas de sus regiones y Este País (también llamado Madrid) es el origen de todos los males. España es como el perro de las garrapatas: mientras que alrededor todos son pieles impolutas, saludables rostros de lugares felices, España está picada de viruela, una especie de redondel al que le van todos los dardos.
Decir que las cosas van mal es lógico, muchísimas van mal. Pero, ¿todas, todas? ¿España es un país impracticable? ¿No funciona nada, ni los ascensores, ni las escuelas, ni los bomberos, ni las farmacias de guardia, ni las guardias en los hospitales, ni la risa de los niños funciona, ni el mar funciona, nada funciona en Este Puto País tan Jodido? Tico Medina inventó un programa con buenas noticias y cerró al día siguiente. Pero habrá un término medio. ¿Va todo tan absolutamente mal, como para desgarrarnos cada vez que Este Puto País sufre en sus carnes los efectos de su intrínseca maldad? No sé si es tan bueno despertarse siempre cubiertos de basura, aunque algunas estadísticas digan que en España lo mejor que funciona, según las estadísticas, es precisamente la recogida de basuras.
España, menudo cáliz.
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