La vida de Luis Miguel, con un padre manipulador y adicto a la cocaína
La serie sobre el cantante mexicano desvela la complicada relación del cantante con su progenitor, Luis Rey
Luis Gallego Sánchez, Luis Rey, nunca tuvo tanto protagonismo en la televisión como ha tenido ahora, 26 años después de su muerte. Hasta estos días, el padre de Luis Miguel representaba una faceta siniestra y desconocida de la vida del cantante mexicano. Siempre un personaje secundario de su propia vida, un cantante español desconocido en su tierra, frustrado por una carrera a la deriva, que hizo lo imposible para sobrevivir gracias al éxito que sí cosechó su hijo mayor. Manipulador, egoísta, corrupto y adicto a las drogas, así lo ha mostrado Luis Miguel en la primera serie sobre su vida que él mismo ha autorizado y supervisado. Y, sin que nadie lo esperara, Luis Rey ha eclipsado al hijo en su propia historia. Es el villano más odiado de México.
"Creo que este papel tendrá un toque especial en mi carrera", anticipaba el actor Óscar Jaenada en una entrevista a este diario unos días antes del estreno de la serie que emite Netflix cada domingo. Y así ha sido, el padre de Luis Miguel comparte en la pantalla tantos minutos como el protagonista, al que da vida el actor mexicano Diego Boneta. Su nombre se convierte cada semana en el blanco de todos los ataques en Twitter y en Facebook. Él es el culpable de arrebatarle a Luis Miguel "la mujer de su vida", una familia, un hogar. ¡Y hasta un dueto con Michael Jackson! Suficiente para alimentar el odio en solo dos capítulos.
"Era un tío muy inteligente, un artista que tomó malas decisiones: unas culturales, unas genéticas y otras tomadas por los vicios. Pero era muy listo y sentido, muy radical: si eras su amigo, eras su amigo a muerte; pero si eras su enemigo, iba a por ti. Era un gaditano de aquel entonces por el mundo, que se suponía mejor artista de lo que era y culpaba mucho a la mala suerte", cuenta Jaenada sobre Luis Rey. El actor explicó a este diario que dedicó un tiempo a investigar más sobre la vida del padre de Luis Miguel, que estaba repleta de cabos sueltos. "El reto ha sido entenderlo. Me costaron muchas cosas, en particular ese trato con su hijo. Hablé con muchos conocidos y amigos de él y todos coincidían en esta figura, no encontré mucha dicotomía, los testimonios eran bastante homogéneos", añade.
"Acabé agotado en cada escena. Es un personaje que grita mucho, muy nervioso, muy altivo, muy tenso. Constantemente tenía que controlarlo todo porque era bastante embaucador", describe Jaenada sobre Luis Rey.
—¿Te crees que cantas como los ángeles? Estás donde estás gracias a mí.
Luis Miguel fue una creación de su padre, según ha desvelado la serie. "Es un handmade. Tenía muy claro lo que quería hacer con él", apunta Jaenada. Una joven estrella exprimida en todas las facetas de su vida, tanto la artística como la personal —Luis Rey decidía hasta qué mujer se sentaba a su lado en una entrega de premios—. Desde muy pequeño se convirtió en todo un fenómeno de masas. Y a partir de su adolescencia, en una figura aspiracional para miles de mexicanos. Porque la gente no iba a los conciertos sólo a escuchar a Luis Miguel, iban principalmente a verlo, a adorarlo, como si fuera un dios. Y como aquel ser inmortal que era, se le identificó desde temprano con El Sol. De México vendría después, con una nacionalidad que contentaría a todas sus fieles seguidoras.
Los secretos mejor guardados
Los fans del artista mexicano ansiaban la llegada de esta serie para conocer los secretos de uno de los cantantes más herméticos con su vida privada. Nunca contó una sola palabra sobre las polémicas que sacudieron su adolescencia: como la misteriosa desaparición de su madre italiana, la complicada relación con su padre —de quien se independiza al cumplir la mayoría de edad— o su relación con el jefe de la Policía de la Ciudad de México, Arturo El Negro Durazo, de quien dicen que financió su primer álbum que lo bautizaría para siempre como El Sol —Durazo fue acusado años más tarde de contrabando, acopio de armas y abuso de autoridad—. De momento, la serie no ha profundizado más que en el conflicto con su padre. Su madre aparece en contadas ocasiones descrita como un personaje angelical, casi sagrado, que cuida de su hijo en sus primeros años.
Poco o nada se sabía por él de aquellas míticas fiestas en la época dorada de Acapulco, destino habitual de las estrellas de Hollywood. Tampoco de sus novias, hasta 28, según la prensa rosa latinoamericana: entre ellas Salma hayek, Genoveva Casanova, la actriz mexicana Aracely Arámbula (madre de dos hijos del cantante), Lucero, Mariah Carey o la mismísima Sofía Vergara. Romances que dieron para rellenar el papel cuché de medio mundo durante décadas, aunque con muy pocas confirmaciones. Dos capítulos después de la serie que prometía desvelar "la única verdad" sobre su vida, solo ha aparecido su primer amor, la fotógrafa Mariana Yakbez, interpretada por la actriz colombiana Paulina Dávila.
El primer amor de un dolescente
Una de sus parejas menos mediáticas fue la fotógrafa Mariana Yazkek, interpretada por la actriz colombiana Paulina Dávila. Yazbek era seis años mayor que él y la conoció durante el rodaje del videoclip que marcará su carrera: Cuando calienta el sol en 1987. La prensa rosa de ese momento apuntó a que ella había salido con el director mexicano Alejandro Iñárritu.
"Mariana era una chica joven creativa, muy metida en su mundo, en hacer su carrera", cuenta Dávila a este diario. "Hablé con ella, también para saber si estaba todo bien con la historia y ella fue muy receptiva, muy generosa, muy abierta conmigo. Al final todo esto forma parte de su pasado", añade.
Desde el principio de la serie se muestra a un Luismi enamorado por primera vez —"Antes de conocerte a ti yo era virgen", señala irónico—. Él entonces sólo tenía 17 años y ya le había propuesto irse a vivir juntos. Algo que Luis Rey desaprobó desde un inicio, convencido de que para conseguir que su hijo fuera el objeto de valor codiciado por todos y, sobre todo, por todas, no podía aparecer en cada foto con la misma mujer de la mano. Y de nuevo, el malo de la película, acaba interfiriendo en aquella relación idílica, que tenía a Luis Miguel embobado por aquella muchacha de pelo rizado hasta la espalda.
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