Anna Wintour escoge a Amal Clooney como modelo
La editora dedica a la abogada de Derechos Humanos y esposa del actor un gran reportaje y la elige como anfitriona de la gala Met
Anna Wintour ha caído rendida ante el carisma de Amal Clonney, la abogada de derechos humanos que hace se casó con George Clooney de quien adoptó su apellido. La todopoderosa editora de Vogue le ha dedicado la portada y el reportaje principal de la revista de este mes, que llega en un momento de especial significado:cuando la letrada ha retomado su profesión tras ser madre de gemelos, hace casi un año, y en vísperas de la gran gala del Met de Nueva York, que se celebrará el primer lunes del mes de mayo. Por deseo expreso de Wintour, Amal Clooney será una de las anfitrionas de la gran gala junto a Rihanna y Donatella Versace, fiesta que dará paso a la exposición anual sobre moda esta vez dedicada a esta industria y a su inspiración en el simbolismo católico.
Con este motivo los Clooney, han abierto la intimidad de su casa, situada a las afueras de Londres, a la revista de moda. La protagonista es ella, pero el reportaje incluye declaraciones del actor y de personas que trabajan con ella en la defensa de los Derechos Humanos. Todo ello precedido de una carta de presentación de Wintour en la que todo son alabanzas hacia su nueva protegida. “Amal no necesita presentación, por supuesto; sin embargo, para alguien que está constantemente en el punto de mira, rara vez se relaciona con la fama”. Y añade la editora sobre su elección: “Siempre hemos querido que las mujeres que presentamos tengan sustancia, algo que ha adquirido mayor importancia en el último año más o menos”.
George Clooney se muestra en esta ocasión encantado de tener un papel secundario en el primer gran reportaje al que accede su esposa. “Ella es la profesional y yo soy el aficionado”, dice el actor quien también colabora con ella en parte de su trabajo humanitario.
Cuando la pareja se casó, hubo muchas críticas a los titulares que valoraban el papel del actor y no reconocían la trayectoria de ella. “La abogada internacionalmente aclamada Amal Alamuddin se casa con un actor”, fue la versión de un gag popular. En los Globos de Oro 2015, la actriz Tina Fey habló del asunto: “Amal es una abogada de derechos humanos que trabajó en el caso Enron, fue asesora de Kofi Annan con respecto a Siria y fue seleccionada para una comisión de la ONU formada por tres personas. Así que esta noche su marido recibirá un premio por los logros de su vida”. Entre el público, el que más se reía era George Clooney.
Se conocieron a través de un amigo en una cena en casa del actor en el lago Como. Pero su primera cita real fue en Londres. Ella lo recuerda así: “Siempre esperé que pudiera haber un amor abrumador. Es la única cosa en la vida que es determinante de la felicidad y es sobre lo que se posee menos control. Tenía 35 años cuando lo conocí y no estaba dispuesta ni entusiasmada con la idea de casarme o tener una familia”.
El actor recuerda un día durante un safari en África cuando vio algo muy especial: “Algunas jirafas se acercaron a ella. Salieron de la nada. Le saqué una foto y ella sonrió. Le dije a mi amigo Ben: 'Sabes, creo que debería pedirle que se case conmigo'. Y Ben dijo: 'Creo que es una buena idea”. El resto es historia.
Se casaron en 2014, y en 2017 llegaron los gemelos, Alexander y Ella. Sus hijos se crían alejados del foco mediático. Solo cuentan que el niño se parece a su padre y la niña a su madre. “George tuvo mucho cuidado en asegurarse de que ‘mamá’ fuera la primera palabra que pronunciaran”, cuenta Amal Clooney.
La madre de la abogada es Baria Alamuddin una conocida periodista política. El padre, Ramzi Alamuddin, vicepresidente de la Federación Universal de Agentes de Viajes, por lo que la familia siempre ha estado en movimiento. Por un tiempo, vivieron en París. Cuando nació Amal, segunda hija del matrimonio, habían regresado a Beirutm, de donde son originarios. Cuando Amal todavía era una niña, la familia dejó Líbano de nuevo, para instalarse en Londres. Allí fue al St. Hugh's College y estudió leyes. “Me encantó porque, después de haber pasado seis años en una escuela para niñas, Oxford era mucho más internacional. ¡Había muchachos allí!”, recuerda. Al graduarse se mudó a Estados Unidos para continuar su formación en la Universidad de Nueva York. Allí llegaron sus primeros trabajos. “Me preocupaba más el resultado de los casos pro bono [para el bien público en latín, casos que se toman de manera voluntaria y por los que no se cobra una remuneración] que los de mis casos pagados”, recuerda. "Y eso me hizo pensar, bueno, ¿por qué no estoy haciendo más ese tipo de trabajos?”. Así comenzó su carrera como abogada de derechos humanos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.