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Zinegoak, el valor de lo diverso

El Festival Internacional de Cine y Artes Escénicas Gaylesbitrans de Bilbao cerró su edición número 15 como referente en la cultura LGTBI y denunciando la persecución de la comunidad en países árabes

Parte del equipo que hace posible el festival.
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De evento guerrillero a propuesta de calidad con el cine como excusa y la diversidad del colectivo LGTBI como protagonista. El Festival Internacional de Cine Gaylesbitrans de Bilbao alcanzó este año su 15ª edición, en la que se vieron 135 proyecciones, contó con 27 estrenos, dos de ellos mundiales, y llenó Bilbao de directoras, guionistas y productoras llegadas desde diferentes zonas del mundo. “Queremos que la gente esté pendiente de nosotros desde la cultura y se forme una opinión crítica sobre lo que es la diversidad”, señalaba su director Paul Guillén con propuestas ya apuntadas en su cuaderno para la siguiente edición.

El cartel de este año ya era una declaración de intenciones: una ilustración de dos mujeres de cuerpos diferentes de los estereotipados se dan un beso. Y el palmarés final así lo recogió: de las 12 películas premiadas, 10 estaban dirigidas por mujeres. “No es un festival con mirada femenina, sino con una temática relacionada con la mujer”, matiza Guillén para explicar que la desigualdad que sufren las directoras en las salas de cine comercial se rompe en cuanto “buscas otro tipo de interés más relacionado con la sensibilidad artística”.

Emilie Jonet, directora de cine francesa, recibió en el arranque del festival el Premio Honorífico de este año por su “valentía a la hora de expresar cuál es el lugar de la mujer y cómo se expresa sexualmente cuando es libre”. Con cinco largometrajes producidos, en Bilbao se pudieron ver Too much pussy! con sexo explícito entre mujeres en el contexto de una road movie que acompaña a un grupo artístico punky de gira por Europa y realizó el estreno de My Body, My Rules como manifiesto feminista que da voz a las mujeres con cuerpos fuera de los arquetipos sociales.

Regresión de derechos en el mundo árabe

Con una mayor carga de denuncia visitó también el Festival, Amina Sboui, feminista tunecina y protagonista de Au-delà de l’ombre, largometraje ganador del premio a mejor película documental y que navega en la propia vida de la activista que acoge en casa a personas repudiadas por sus familias y con miedo a ir a la cárcel por su homosexualidad. “Cuando me llamaron para invitarme ya solo por el cártel vi que iba a ser interesante: no sólo iba a mostrar mujeres lesbianas”, explicaba Sboui durante la presentación. Aprovechó su visita para contar lo que supone ser lesbiana en Túnez: “Con la presión permanente de ser repudiada, ir a la cárcel o sufrir una agresión muchas personas se suicidan, se refugian en la droga o viven reprimidas... Nosotras, como activistas, decidimos acoger a la comunidad y transmitir normalidad a sus vidas”.

También plasmó la regresión de los derechos de la comunidad LGTB en los países árabes, como Siria o Turquía, la película Mr Gay Syria de la directora Ayse Toprak, que narra la historia de dos refugiados sirios que intentan reconstruir sus vidas en Turquía. Los dos protagonistas deciden cumplir su sueño de participar en un certamen de belleza pero las consecuencias de ser homosexual en el mundo musulmán hace que el espectador salga de la sala de cine estremecido. “Me gustaría que los gays sirios dejarán de ser esas personas que son lanzadas desde las azoteas”, reflexiona uno de los protagonistas durante el largometraje, que recibió el premio a mejor película del Jurado.

Denuncia al uso del colectivo para lavar la imagen de países

De problemas globales a más cercanos, como el que planteaba Marguerite de la directora Marianne Farley al recoger la amistad entre una anciana y su enfermera sobre “la sexualidad negada entre mujeres”. “¿Cómo es querer a una mujer?”, se pregunta la anciana en un momento de la película al descubrir que su cuidadora era lesbiana.

El estreno mundial de Novo de Novembro del director Lázaro Louza como primera película LGTBI en gallego también marco un hito en la edición de este año. “Si en mi intimidad hablo galego, cómo no utilizarlo para hablar de algo tan íntimo como la homosexualidad”, explicó el director sorprendido de la buena acogida de sus tres proyecciones en Bilbao y satisfecho por el resultado obtenido con un presupuesto de 35.000 euros.

La directora en Estudios de Cine y activista feminista, Loreto Ares, también participó para hablar del Pinkwashing como la instrumentalización que Estados e instituciones hacen de la comunidad LGTBI para realizar lavados de imagen. “Más allá del caso de Israel queríamos abordar el tema para conocer nuevas tendencias y ser conscientes de ellas”, explica el director del Festival.

Junto a las proyecciones, Zinegoak también ha querido desde su creación hace 15 años dar voz a otros colectivos que puedan aprovechar el altavoz del evento para presentar sus mensajes. Por eso, los días antes del evento hubo también momento para la diversión y el encuentro. La rara de la familia, fiesta organizada por Pikara Magazine y Sare Lesbianistak, habló de la presión que todavía hoy sufren en su entorno familiar las personas lesbianas.

El museo Guggenheim Bilbao se incorporó con un jornada en torno a la obra de Hockney y el peso de su homosexualidad en su trabajo.

Transexualidad infantil

“¿Sigue siendo necesario el Festival? Me preguntan muchas veces: y creo que sí en el contexto de la lucha por alcanzar una igualdad junto a las asociaciones, familias e instituciones”, concluye Guillén. El suicidio de un joven adolescente transgénero de Bilbao, a dos días del arranque, generó el silencio en la gala inaugural. “No podemos vivir ajenos a los problemas y quisimos dedicarle una mención especial”. Una temática, además, que al festival ya le había sorprendido por ser escogido por muchas películas presentadas.

Así que Guillén ya recoge los dossiers de la edición cerrada y crea espacio para los de la próxima edición “hasta hacer de lo diverso una valor en sí mismo que nos enriquezca como sociedad”.

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