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Juicios de mentira para evitar asesinatos de verdad

La Asociación de Mujeres Juezas ha creado un programa para educar a los adolescentes en justicia igualitaria que ya ha llegado a miles de jóvenes y es un éxito que se expande

Carmen Sánchez-Silva

La igualdad de género llega a los juzgados y se persigue desde ellos. Al menos ese es uno de los objetivos del programa Educando en justicia igualitaria, que ha puesto en marcha la Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE) y que pretende acercar a los más jóvenes enseñanzas que contribuyan a evitar la discriminación sexista y la violencia machista. Si se actúa desde edades tempranas, no será necesaria la intervención judicial o penal. Ese es el planteamiento de la AMJE que, además, quiere difundir a través de esta iniciativa dirigida a chavales de 9 a 18 años cómo es el día a día del funcionamiento de los órganos judiciales.

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Educando en justicia igualitaria arrancó el pasado curso en Lanzarote, con la participación de más de 1.000 alumnos; este año ya se ha extendido a Valencia y Asturias, comunidades en las que llegará a otros 1.900 estudiantes; y la agrupación de juezas está en conversaciones para implantarlo también en Galicia, Madrid y Tenerife.

El programa educativo consta de tres fases. “Y en todas nos movemos sin presupuesto”, se apresura a decir Gloria Poyatos, presidenta de la AMJE e impulsora de la iniciativa, que es posible gracias al voluntariado de jueces, fiscales, abogados, procuradores, forenses, psicólogos y demás profesionales de la justicia. La primera fase consiste en una serie de charlas que este colectivo de voluntarios imparte en los institutos para difundir qué es la justicia igualitaria y ayudar a los jóvenes a reconocer los habituales estereotipos sexistas y los micromachismos.

Es en la que acaba de participar el fiscal valenciano Rubén Ortega con el objetivo, asegura, de proyectar en chavales de entre 13 y 17 años una visión positiva de las relaciones de pareja, “que sepan que enriquecen a las dos partes”. Este fiscal, que opina que una sociedad vale lo que vale su juventud, cree que orientando y escuchando a los jóvenes se puede estar más cerca de la solución de la violencia de género que en los juzgados en los que trabaja, donde no se resuelve el problema. Y para ello las charlas tratan de ver cómo surge el conflicto y cómo evitarlo antes de que se convierta en delito.

En Valencia, el proyecto de la Asociación de Mujeres Juezas ya forma parte del Pacto contra la Violencia de Género.
En Valencia, el proyecto de la Asociación de Mujeres Juezas ya forma parte del Pacto contra la Violencia de Género.

Las visitas guiadas por profesionales voluntarios a los juzgados son la segunda fase del proyecto. Allí los jóvenes no sólo podrán conocer la operativa judicial desde dentro, sino también asistir en primera persona a juicios en los que se cuestione el derecho a la igualdad o a la no discriminación por razones de género o sexo. “No existe un programa igual, tan completo y en el que se pueda acudir a los procesos, en ningún lugar del mundo”, presume Gloria Poyatos, que desde que unos estudiantes pidieron la sentencia de la vista a la que fueron, se les facilitan las resoluciones judiciales a todos los alumnos participantes para debatirlas en clase. En Valencia las visitas se extienden a los cuarteles de la Guardia Civil o las dependencias de la Policía porque ambos cuerpos de seguridad se han apuntado a Educando en justicia igualitaria.

Lo que pretende este proyecto educativo, resalta el teniente de la Guardia Civil Diego Mora, es concienciar a los chavales de las desigualdades que existen y de las situaciones de violencia o acoso que han podido protagonizar incluso sin darse cuenta, arrinconando e insultando a una compañera de clase o vigilando el teléfono móvil de una novia, por ejemplo. “La idea es que sean conscientes de lo que es desigualdad antes de llegar a los juzgados”, añade.

Por fin, llega la última fase, en la que se da la palabra al menor, según la jueza Lara Esteve, que está impulsando el programa educativo en siete poblaciones de Valencia. Hasta ahora se está llevando a cabo con adolescentes aunque, en opinión de Esteve, es mejor actuar desde edades más tempranas para evitar los discursos machistas aprendidos y darles herramientas a los chavales, además de ayudarles a cuestionarse lo establecido.

La última parte del programa consta de dos fases. En la primera participan todos, presentando un proyecto tras una investigación sobre uno de los temas que el programa les plantea; en la segunda solo los ganadores tras un concurso en el que compiten con sus compañeros de instituto y de otros centros educativos. El objetivo es conseguir el premio final del programa: la representación simulada de un juicio con perspectiva de género en los juzgados, togas incluidas, y grabado para la posteridad.

Eduardo Toledo, de 17 años, participó el curso pasado y consiguió formar parte de la última fase. Fue el magistrado del juicio que se celebró en la sede judicial de Lanzarote. Ya había decidido estudiar judicatura, dice, pero “ser seleccionado como juez para el proyecto me hizo tenerlo más claro”. Toledo asegura que el programa le ha servido para ser más consciente de los problemas que afectan a las mujeres, sobre todo en el ámbito laboral, que desconocía; y para cambiar algunas de sus costumbres, “como decir 'esto es la polla' cuando algo es bueno y 'esto es un coñazo' cuando es malo. Intento hablar mejor y evitar esas connotaciones negativas y positivas atribuidas a los órganos sexuales”, dice.

Dayanna Agudelo tiene la misma edad que Toledo y formó parte del mismo juicio. Ella fue una de las abogadas, desde entonces, su punto de vista sobre la justicia ha cambiado "muchísimo". "La veía muy alejada de la realidad”, resume. Y no solo eso. “Antes éramos conscientes de que había mucho maltrato, pero desde que trabajamos en el tema, vemos que influimos en la opinión de nuestras familias y amigos con nuestros comentarios”.

Cada vez más, los adolescentes son conscientes del machismo que les rodea y la cantidad de conductas que, aunque ellos piensen que no, son machistas.

Hay un antes y un después del programa. Se aprecia gracias a los cuestionarios elaborados por psicólogos que contestan los adolescentes al comenzar y al terminar. Explica Poyatos que se llevan a cabo como análisis, para ver la sensibilidad o el nivel de tolerancia que tienen los chavales hacia el machismo y las actitudes denominadas micromachismos. Si al inicio el grado de sensibilidad es nulo, al final sí se aprecia, según la jueza.

Y hay resultados: en su primer curso de andadura, Educando en justicia igualitaria ya ha conseguido en Valencia formar parte del Pacto Valenciano contra la Violencia de Género y el Machismo. “Se recoge en el punto 16 como una de las medidas”, explica Lara Esteve. Además de lograr algunos recursos económicos de la Generalitat Valenciana para llevarlo adelante. “En Valencia hemos obtenido el reconocimiento institucional sobre el impacto real que tiene el programa”, sentencia Gloria Poyatos.

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Sobre la firma

Carmen Sánchez-Silva
Es redactora del suplemento Negocios. Está especializada en Economía (empleo, gestión, educación, turismo, igualdad de género). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Previamente trabajó en La Gaceta de los Negocios, Cinco Días, Ranking, Mercado e Ideas y Negocios. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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