Guerra a los piojos... ¡otra vez!
Los padres temen las comunicaciones con un “hemos detectado la presencia de pediculosis en algunos alumnos...” que llegan durante todo el año escolar
Que vienen, que vienen. Como cada año, durante los 365 días. No importa el día ni hora, porque los piojos no saben de fechas, condiciones meteorológicas, festivos ni vacaciones. Tampoco de pelos limpios, sucios, rubios o morenos. Podemos combatirlos sin estigmatizar a los niños.
Parece que era solo un tema de inicio de curso, pero no lo es. Esas ‘agradables’ comunicaciones con un “hemos detectado la presencia de pediculosis (piojos) en algunos alumnos...” llegan durante todo el año desde los coles, sedes de campamentos, actividades extraescolares y deportivas. La cosa se enciende aún más cuando es comidilla de los grupos de whatsapp de padres. Así que, a saber: tanto si hay nieve, sol, lluvia o todos los anteriores, donde haya juego infantil, gorros y gorras, peines y toallas compartidos, además de selfies de amigos para siempre, estos parásitos se arrastrarán por todo pelo que los conduzca a un cuero cabelludo para alimentarse y reproducirse. Porque las posibilidades de contagio en los niños son... ¡todas! Y aquí es cuando nos llevamos las manos a la cabeza. Literalmente.
No hay que creerse todo lo que dicen
De la mano de una dermatóloga y una farmacéutica, empezaremos desmontando los mitos más habituales:
1. Los piojos no tienen nada que ver con la falta de higiene. ‘¿Y cómo llegan a la cabeza de mi niño, si él es tan limpito?’ Es que la pediculosis, o infestación de piojos en la cabeza, “se contagia por contacto de una cabeza a otra. No tiene que ver si el pelo está limpio o sucio”, explica la Dra. María del Mar Martín Dorado, dermatóloga del Hospital HM Torrelodones, de Madrid. “No deberíamos juzgar al niño, ni aislarlo ni mucho menos decirle que no vaya a clases por tener piojos”, añade la doctora.
2. Tampoco tienen alas. Los piojos no vuelan ni saltan, ni hacen un triple mortal, por lo que no andan sueltos por el aire. Simplemente, “se agarran al pelo y caminan a gran velocidad”, explica la dermatóloga.
3. Da igual el tipo de pelo. El piojo no discrimina entre un pelo rubio, moreno, pelirrojo, teñido o canoso. Tampoco prefiere los pelos largos a los cortos por mero placer gastronómico. Aunque lo cierto es que cuanto más largo es el pelo, más superficie tienen estos inquilinos y explica que haya mayor cantidad de ellos en una melena que en una cabeza rapada al cero.
4. No es solo cosa de niños. Todas las cabezas son ‘apetecibles’ para los piojos. “Sin embargo, los primeros elegidos son los niños en época escolar porque son más dados a abrazarse, estar más cerca, compartir accesorios de pelo...”, explica Marián García, doctora en farmacia y profesora de la Universidad Isabel I. La Dra. Martín Dorado añade que “tampoco existe una predisposición del pelo, sino que simplemente el juego de los niños implica juntar más las cabezas”. Pero de los piojos no se libra nadie. Según una encuesta elaborada por la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) y el Centro de Información de la Pediculosis, en el 40% de los hogares con niños en edad escolar se ha advertido la presencia piojos alguna vez. Esto es niños, pero también los adultos, padres, profesores, monitores, pediatras...
5. No se diseminan por el aire. “Parece mentira, pero también se rumorea que van señores esparciendo piojos a la salida de los colegios”, comenta sorprendida la doctora después de haber oído esta versión alguna vez.
Rascarse sin cesar
Cuando el piojo muerde el cuero cabelludo, su saliva produce una respuesta inmune: picor, picor y más picor, lo que hace que el niño no pare de rascarse la cabeza. Y es que de solo hablar (y escribir) sobre ellos, ¡pica! Pero, ¿qué pasaría si no les hiciéramos ni caso a los piojos? La Dra. Martín Dorado nos amplía el panorama: “Si al niño le pica y se rasca con intensidad, podrían producirse heriditas con riesgo de infectarse. Además, convertimos a nuestro hijo en una fuente más de contagio”. O sea, hacer la vista gorda no es lo ideal.
Una vida corta, pero prolífera
Podemos matar a los piojos. La dermatóloga nos explica por qué esto no basta: “un piojo vive en la cabeza cerca de un mes. Cada huevo o liendre eclosiona a los 7 o 10 días; de él nace una ninfa (piojo joven), que 8 a 10 días más tarde ya es un piojo adulto capaz de volver a poner huevos. Y vuelta a empezar. Son ciclos de vida cortos, durante los cuales se reproducen mucho (cada piojo puede poner de 8 a 10 huevos al día). Por eso, el tratamiento para eliminarlos debe repetirse a la semana de aplicar el tratamiento (para eliminar los piojos nacidos de las liendres que hayan quedado en el pelo). En algunos casos, se recomienda incluso volver a aplicar a los 14 días.
Tratamientos para todos
Conocer el ciclo de vida de los piojos es útil para sacarle provecho al tratamiento. La Dra. Martín Dorado nos explica que “contamos con tratamientos químicos, como las piretrinas sintéticas (las conocidas permetrinas), y el malatión, que actúan como insecticidas pediculicidas que intoxican al piojo, en el primer caso, y al piojo y la liendre, en el segundo. Marián García recuerda que “es importante distinguir la prevención del tratamiento y entender que el uso indiscriminado de permetrinas, pese a que la OMS las considera eficaces y seguras, están produciendo resistencias de los piojos”. Por eso, a veces no funcionan.
Los tratamientos físicos (las siliconas, como las dimeticonas) actúan con otro mecanismo: “cubren al piojo con una película que los asfixia hasta que finalmente, este muere”, señala Martín Dorado, quien aclara que ”las fórmulas que se usan actualmente, tanto químicas como físicas, son seguras, ya que no se absorben a través de la piel del cuero cabelludo humano”.
A quien no convenzan los anteriores, existen opciones naturales. Aunque con reparos. La dermatóloga indica que “el vinagre, por ejemplo, disuelve el cemento con el que se pegan las liendres al pelo. Así, eliminaría las liendres, solo si después se arrastran con la lendrera”. Otro de los remedios naturales de los que se habla es el aceite de árbol de té, pero está siendo cuestionado ya que no hay evidencia científica suficiente. “Este ha mostrado eficacia frente a piojos aunque menor que otros aceites, y en el caso de las liendres, no se ha demostrado que funcione”, explica Mariluz García Toro, farmacéutica y directora de comunicación de Arkopharma. Sin embargo, la experta nos comenta que “la combinación de aceites naturales de karité, coco y girasol ha demostrado ser eficaz frente a piojos y liendres causando muerte por asfixia”, al igual que hacen las dimeticonas.
Para impacientes
Si la resistencia de los piojos nos supera y la paciencia escasea, también existen peluquerías especializadas que hacen el ‘trabajo sucio’. Es el caso de Joopi Kids, franquicia que ofrece un servicio de tratamiento para eliminar a piojos y liendres de manera natural. “Aplicamos calor a una temperatura que deshidrata y mata a los piojos, ya que los separa del fluido con los que se agarran al pelo”, nos explica María Dolores Riazor, CEO fundadora de JoopiKids. “Luego –continúa –realizamos una hidratación del pelo y una aspiración con una lendrera que simultáneamente peina y aspira los piojos y liendres que se van desprendiendo del cabello. Por último, se hace una revisión final a los 7 días y una evaluación de la familia”.
Y si nada resulta...
¿Qué estaremos haciendo mal? “Que no estemos usando el producto como indican las instrucciones, que no realicemos la repetición sugerida o que usemos a modo de prevención productos que solo hay que usar cuando hay piojos vivos”, explica la Dra. Marín Dorado. En estos casos, conviene asesorarnos bien por el farmacéutico, y si la cosa va a más, visitar al dermatólogo.
Esencial para prevenir
No vamos a impedir que los niños jueguen con sus amigos (con o sin piojos), que se abracen o que dejen de participar en sus actividades colectivas: la prevención ha de ir por otros derroteros. La Dra. Martín Dorado advierte que “ningún pediculicida ni repelente es 100% eficaz, por lo que mejor funciona es la revisión manual periódica y el uso habitual de la lendrera. “Esta puede ser metálica, con finas microcánulas, capaces de arrastrar los piojos, cuyo tamaño es de 2 a 3 mm, y a las liendres, más pequeñas aún”.
Marián García menciona otra opción: “el octanediol es una sustancia química segura que elimina piojos y liendres (terapéutica) y a la vez, los repele (preventiva)”. Y el mercado ofrece más: coleteros con efecto barrera, lendreras con luz...
Los consejos expertos
La Asociación Americana de Pediatría recomienda en caso de pediculosis:
*Mojar el pelo, dividirlo por zonas, peinar con la lendrera y revisar el cuero cabelludo, detrás de las orejas y la nuca. * Seguir las instrucciones del fabricante del tratamiento.
*Evitar los tratamientos químicos en niños de menos de 2 años.
*Repetir el tratamiento a la semana, coincidiendo con el ciclo de vida del piojo.
*No usar tratamientos terapéuticos a modo de prevención.
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