Emiliano Suárez, una joya entre fogones
Tercera generación de orfebres, él ha querido compaginar su camino en la tradición familiar con su vocación como cantante, empresario o artista. Inmerso en una fructífera encrucijada profesional, el bilbaíno saca su lado castizo con una receta de tortilla con callos.
Durante un tiempo, en las revistas del corazón su nombre solía ir acompañado de la manida definición de “soltero de oro”. Y lo cierto es que no puede dejar de admirarse la casual pertinencia de la expresión visto el caso de Emiliano Suárez, miembro de una de las estirpes joyeras con más abolengo de España. Tercera generación de orfebres unidos bajo la marca de su apellido, él ha querido dar un salto al vacío y probar su propia fortuna sin dejar de lado la tradición y el linaje. “Mi abuelo empezó con el negocio en el año 1943. Además de tratar de terminar mis estudios y hacer lo que me gustaba, mis cosas, siempre pensé que era importante compatibilizarlo con el negocio familiar, que me daba tranquilidad y por otro lado me gustaba”, explica el bilbaíno (1976) en un recoleto rincón de La Tasquita de Enfrente, uno de sus restaurantes favoritos en el centro de Madrid. Aquí cocinaremos una reinvención casi improvisada de una de las recetas clásicas de mi propio restaurante, la tortilla vaga, cocinada solo por un lado, a la que daremos un toque castizo y contundente con unos callos.
Formado como cantante lírico —estudió entre los años 1993 y 1999 con algunas de las voces más destacadas de España, entre ellas la del fallecido Suso Mariátegui, “que era uno de mis mejores amigos”—, para Emiliano Suárez el arte y la vida se confunden a cada rato. Amante del buen comer, este empresario de sonrisa franca aprovecha para desplegar sus dotes como tenor mientras preparamos nuestra receta. “Ahora estoy produciendo una Bohème de Puccini junto a Juan Echanove que creo que podremos estrenar después del verano, espero que en un gran teatro”, cuenta para abrir boca sobre los numerosos proyectos que se guarda entre manos. “Estoy en una etapa vital y creativa en la que me estoy tratando de mover con diligencia”, explica, mientras pasa a desvelar otra de las ideas que está materializando: una serie de fotografías de Nueva York, donde residió hace unos años.
Tortilla vaga con callos
2 euros por persona
Ingredientes
Para 4 personas
- Tres o cuatro huevos
- Una guindilla cayena
- 300 gramos de callos
- Aceite de oliva
- Sal
Instrucciones
Batir los huevos ligeramente intentando que suba la clara. Añadir un poco de sal y una guindilla cayena rota.
Poner una sartén antiadherente y plana de unos 18 centímetros de diámetro al fuego con un poco de aceite.
Cuando esté caliente, verter el huevo y dejar que se haga por un solo lado.
Pasar la tortilla a un plato sin darle la vuelta, dejando que tome la forma de una pizza.
Calentar los callos y volcar por encima de la tortilla vaga. Comer directamente del plato.
Aunque ya había intentado inmortalizar la ciudad de los rascacielos, no fue hasta un viaje reciente cuando, iphone en mano, comenzó a capturar casi por casualidad las formas y colores con los que andaba soñando. “Empiezo a enredar con el teléfono, hago una foto, se me desenfoca el fondo y, de repente, las texturas son lo que yo buscaba”, explica en un tono desenfadado y elocuente. Esos trabajos, que ha completado en colaboración con la escenógrafa Ana Garay y el fotógrafo Pepe Botella bajo el nombre de 30+20 Elements. Textures of NY, se exhibieron recientemente en la sede madrileña de su agencia de comunicación, Do the Right Thing, otra de las aventuras empresariales en las que está inmerso. Desde esa atalaya se encarga de gestionar las labores de marketing tanto de la empresa familiar, la joyería Suárez, como de Aristocrazy, la marca más joven y fresca del grupo. “Además estamos haciendo proyectos que tienen una parte muy creativa, ofreciendo soluciones a empresas, desde consultorías estratégicas en cualquier área hasta el diseño de productos que sean novedosos y originales”, añade.
Vestido con tejanos, sudadera y playeras, Emiliano deja patente su desenvoltura en prácticamente cualquier terreno: mira a la cámara como si fuera todo un profesional, también hace sus pinitos cocinando y, además, entre una cosa y otra saca tiempo para hablar con desparpajo de su retahíla de iniciativas artísticas y laborales. Se nota que acostumbra a bregar en todo tipo de contextos. “Pero todo es una cuestión de prioridades, y ahora mismo yo tengo más ansia por sacar adelante mi ópera”, confiesa. “Y ya cuando me digan: no somos capaces de hacerlo, entonces volveré a planteármelo”.
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