Imagine
Imagine que se pasa la vida trabajando duro y guardando sus ahorros en un arca para cuando ya sea anciano y no pueda vivir del sudor de su frente. En ese arca el dinero entra tras haber pagado el correspondiente impuesto. Imagine también que ese cofre se halla no en su sótano, sino en el del Estado, con un Gobierno de turno que lo vigilará y cuidará de él a su antojo. Imagine que cuando le llegue su turno de recibir su porción del dinero aportado, ese gestor público le dice que tiene que pagar, otra vez, el mismo impuesto. O incluso que lo siente, pero que apenas si va a recibir unas cuantas migajas. También puede imaginarse un Gobierno responsable y diligente para que los ancianos de este país puedan vivir siempre con dignidad, aunque eso le exigirá mucha más imaginación.— Jaime Molina Lizana. Marbella (Málaga).
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