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Fotoensayo

Los objetos que la solidaridad ciudadana dejó tras el atentado de Barcelona

Una flor de tela y un peluche descansan en el fondo de una caja después de haber sido clasificados en el centro de colecciones del Museo de Historia de Barcelona.
Una flor de tela y un peluche descansan en el fondo de una caja después de haber sido clasificados en el centro de colecciones del Museo de Historia de Barcelona.

Osos de peluche, mensajes, flores. Cinco mil objetos con los que los ciudadanos mostraron su dolor a lo largo y ancho de Las Ramblas tras el atentado terrorista del 17 de agosto de 2017 en Barcelona. El Ayuntamiento los recogió para conservarlos, siguiendo el ejemplo de otras ciudades golpeadas por el terrorismo como Nueva York, Madrid y Mánchester.

EN LA TARDE del pasado 17 de agosto, una furgoneta embistió a la multitud que paseaba por el paseo de las Ramblas de Barcelona y causó 15 muertos y más de un centenar de heridos de 34 nacionalidades. Miles de ciudadanos depositaron en el escenario de la matanza mensajes, flores, velas y otros objetos para homenajear a las víctimas y expresar su repulsa al terrorismo. Doce días después, los equipos de limpieza de la ciudad desmontaron cuidadosamente ese gigantesco conjunto. En una iniciativa similar a la de otras ciudades golpeadas por el terror como Mánchester, Nueva York y Madrid, el Ayuntamiento de Barcelona emprendió la colosal tarea de limpiarlos, seleccionarlos y archivarlos para que formen parte de la memoria histórica de la ciudad. Se retiraron más de 5.000 objetos, 27 cajas de documentos, cientos de ramos de flores y miles de velas. Conscientes del valor histórico y sociológico de estos documentos y objetos, una quincena de técnicos, historiadores y restauradores trabajan con las ofrendas en una labor que se prolongará meses, hasta que todas estén inventariadas y digitalizadas. El equipo, más habituado a manejar piezas históricas que peluches y camisetas, selecciona, limpia, fotografía y clasifica cada objeto. Rodeadas de cajas y con batas blancas y guantes, varias restauradoras retiran cuidadosamente la suciedad y cera de cada uno de ellos antes de catalogarlos. El objetivo es construir memoria: los objetos que encarnan el duelo de toda una ciudad se subirán a un archivo digital que servirá de base de estudios y de testimonio futuro de la reacción social al atentado. 

Texto de Maribel Izcue

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