Lanvin pasa a manos de un conglomerado chino
La marca francesa de costura más antigua, fundada en 1885, es adquirida por Fosun, propietario del grupo hotelero Club Med
Lanvin, la marca francesa más antigua de alta costura todavía en actividad, acaba de pasar a manos chinas. El conglomerado Fosun ha adquirido esta semana una participación mayoritaria en el capital de la histórica casa de modas, fundada en 1885 por Jeanne Lanvin. Desde 2001, el 75% de las acciones estaba controlado por una empresaria taiwanesa, Shaw-Lan Wang, y por el emprendedor suizo Ralph Bartel. Ambos mantendrán, a partir de ahora, una participación minoritaria. Fosun batió al otro candidato a la adquisición, Mayhoola for Investments, fondo de inversiones apoyado por la familia real qatarí, que ya tiene participaciones en firmas como Valentino o Balmain. En 2014, ese grupo ya intentó comprar la marca francesa por 400 millones de euros, pero Wang rechazó entonces la oferta. El precio de la transacción no ha sido revelado, pero The New York Times lo cifra en “un mínimo de 100 millones de euros”, que deberían servir para cubrir las pérdidas de los últimos ejercicios y los sueldos no pagados.
Con este movimiento, Fosun intenta mejorar su posicionamiento en el mercado del lujo y aspira a sacar provecho del nombre de la enseña, conocido en todo el mundo. “No tenemos duda alguna sobre el fantástico potencial de crecimiento de esta marca de reputación mundial”, expresó el presidente de Fosun International, el multimillonario Guo Guangchang, en un comunicado. Por su parte, el director general delegado de Lanvin, Nicolas Druz, señaló que Fosun es “el perfecto socio estratégico a largo término” para la marca francesa, gracias a “su fuerte experiencia en el mercado europeo y mundial”. Hasta ahora, Fosun era conocido por haber comprado el 100% de las acciones del grupo francés de hotelería Club Med en 2015. En el mundo de la moda, el conglomerado chino también controla el 25% de las acciones de la firma Iro desde 2016, además de la marca griega de accesorios Folli.
Follie y la estadounidense St. John, especializada en las prendas de punto. Actualmente, Fosun también se encuentra en negociaciones para comprar la marca italiana de lencería La Perla.
Lanvin vive grandes dificultades económicas desde mediados de esta década. La firma no ha logrado superar la crisis en la que entró tras el despido de su director creativo, Alber Elbaz, a finales de 2015, tras 14 años de reinado. Este diseñador israelí hizo entrar a Lanvin en una nueva era dorada a mediados de la década pasada gracias a la sofisticación de sus diseños, haciéndola salir de los números rojos tras varias décadas de dificultades. Pero, desde su despedida, la situación se ha invertido. La diseñadora Bouchra Jarrar, talento ascendente de la pasarela parisina, fue fichada como sustituta en 2016, pero solo pasó 16 meses en el cargo. Las relaciones con los propietarios no siempre fueron fáciles. “Siento presión. Quiero dedicar toda mi energía a Lanvin para poder relanzar la maison y la marca. Pero necesito el apoyo de toda la casa. Sola es imposible”, expresó Jarrar en marzo pasado, pocas semanas antes de abandonar el cargo “de común acuerdo” con Lanvin, según sus responsables. En 2016, la firma registró pérdidas de más de 20 millones de euros. Los resultados de 2017 no han sido difundidos, pero fuentes de la marca han señalado a la prensa especializada que no suponen ninguna mejora.
Tampoco el nombramiento del sucesor de Jarrar, Olivier Lapidus, que se hizo con las riendas de la parte creativa en 2017, han tenido efectos favorables. A Lapidus se le adjudicó el cometido de convertir Lanvin en “el Michael Kors francés”, en referencia al diseñador estadounidense, miembro del jurado del programa Project Runway y conocido por sus accesorios superventas. Sin embargo, su estreno en la semana de la moda del pasado otoño, que supuso un marcado giro comercial en las colecciones de Lanvin, se saldó con malas críticas. Poco a poco, la marca ve cómo su identidad se desdibuja y dilapida la herencia de su fundadora, autora míticos diseños inspirados en periodos históricos distantes y tradiciones culturales no occidentales. A menudo, en tonos como el negro, el blanco y el azul, el color fetiche de la marca. La llegada de un nuevo propietario podría suponer una última oportunidad de reflotarla, aunque la estrategia de sus nuevos propietarios resulte, de momento, incierta.
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