Lanvin: auge y caída de una ‘maison’ histórica
La firma nombra a un nuevo director artístico y fuerza un giro comercial para superar su peor crisis
Ante tiempos de crisis, vientos de cambio. Lanvin, firma histórica de la moda parisina, acaba de mover ficha para dejar atrás la profunda crisis en la que sigue encallada. El inesperado nombramiento del diseñador francés Olivier Lapidus como su nuevo director artístico parece pensado para fortalecer el potencial comercial de la marca, en caída libre desde hace dos años, cuando despidió al modisto Alber Elbaz tras 14 años de glorioso reinado. En 2012, en la cúspide de su éxito, Lanvin obtenía unos ingresos anuales de 235 millones de euros. En 2016 fueron 162 millones, un 23% por debajo que en el ejercicio previo. El objetivo de Lapidus sería convertir Lanvin en “un Michael Kors francés”, según fuentes de la firma citadas por Business of Fashion. Miembro del jurado del programa televisivo Project Runway, Kors se hizo de oro a principios de esta década con sus prendas y accesorios, accesibles y algo ostentosos. Una vez afirmó que el objetivo de toda mujer al vestirse consistía en sentirse “guapa y rica”.
Si esas intenciones se confirmaran, se trataría de un giro copernicano en la historia de la marca fundada por Jeanne Lanvin en 1885. Durante la Belle Époque, Lanvin se distinguió por la poesía que desprendían sus prendas, inspiradas en tiempos pasados y culturas lejanas, casi siempre en negro, blanco y azul, su color fetiche. Fue de las primeras en diseñar alta costura para niños y creó una línea para novias y otra para hombres, además de perfumes y objetos de decoración. Hoy Lanvin no es solo la marca de costura más antigua de cuantas siguen existiendo en París, sino también una de las pocas que no forman parte de conglomerados del lujo como LVMH o Kering. Pese a su pedigrí histórico, lleva años acumulando problemas. La crisis arrancó con la salida del carismático Elbaz, cuya etapa en la marca terminó abruptamente a causa de sus diferencias con la accionista de referencia de Lanvin, la empresaria taiwanesa Shaw-Lan Wang, que la compró en 2001. Wang fichó como sucesora a Bouchra Jarrar, que finalmente habrá pasado solo 16 meses en el cargo. Esta separación se habría producido “de común acuerdo”, según comunicó la semana pasada la empresa, aunque no era un secreto que las relaciones entre Jarrar y los propietarios de Lanvin eran tensas. Entre otros motivos, por la necesidad de reducir costes, provocada por los malos resultados comerciales. “Siento presión”, admitió Jarrar en una entrevista concedida en marzo. “Quiero dedicar toda mi energía a Lanvin para poder relanzar la maison y la marca. Pero necesito el apoyo de toda la casa. Sola, es imposible”.
La modista de 46 años, francesa de origen marroquí, llevaba varias temporadas dando que hablar en la pasarela parisiense con su elegancia discreta, urbana y algo minimalista. Su fichaje por Lanvin, a inicios de 2016, fue interpretado como una validación definitiva de su buen hacer. Pero su estado de gracia habrá durado poco más de un año. En realidad, la identidad creativa de Jarrar, alérgica a la extravagancia gratuita y a los golpes de efecto, nunca terminó de cuajar dentro de una marca que necesitaba urgentemente un balón de oxígeno. Su futuro parece impreciso. Al fichar por Lanvin, la modista cerró la marca que llevaba su nombre y no ha dado indicios de querer resucitarla.
Otro cambio sintomático será el cierre de la sede histórica junto a la Madeleine de París, que en su día ocupó Jeanne Lanvin tras crear la marca. A finales de este año, Lanvin se trasladará al suburbio de Levallois. Fuentes citadas por Business of Fashion lo describen como “el final de una era”.
Olivier Lapidus, un perfil atípico
Olivier Lapidus, nombrado el pasado lunes como nuevo diseñador al frente de Lanvin, fue director artístico de la línea masculina de Balmain entre 1985 y 1986. Desde la marca que llevaba su apellido, este diseñador de 59 años se hizo un nombre en el París de los ochenta con una moda innovadora y con una dimensión experimental, que integraba innovaciones técnicas como fibras vegetales y hasta sensores solares. Muchas veces ridiculizadas por la crítica parisina.
Al cerrar su marca en 2000, se dedicó a crear gamas de objetos decorativos, muebles, lámparas y gafas. Más recientemente, ideó otra marca, Création Olivier Lapidus, que solo puede comprarse por Internet y que presenta sus desfiles en forma de web films. El nuevo referente creativo de la marca francesa es hijo de Ted Lapidus, que en los sesenta fue un pionero del unisex y llegó a vestir a The Beatles.
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