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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El (¿involuntario?) arte de despreciar a las mujeres

Proponer a una mujer de perfil técnico en vez de a Luis de Guindos para el BCE era una baza perdedora

Gabriela Cañas
Luis de Guindos, en una comparecencia ante la prensa el 31 de enero pasado.
Luis de Guindos, en una comparecencia ante la prensa el 31 de enero pasado.Luca Piergiovanni (EFE)

La ausencia de mujeres en los ámbitos de poder es tan palmaria que la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU) le ha pedido a Angela Merkel que su próximo gobierno sea paritario. El llamamiento es justo y necesario, pero al tiempo produce una cierta incomodidad que es difícil sacudirse porque a partir de ese momento sobre las elegidas siempre se cernirá la sombra de la duda: ¿fueron nombradas por su valía o para cubrir la cuota?

En España hemos vivido una de esas situaciones que producen incomodidad en muchas mujeres. Frente a la candidatura del ministro Luis de Guindos para formar parte del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), los socialistas han exigido una mujer de perfil técnico. Mala estrategia. Primero, porque obliga a pensar en nombres que no siempre son fáciles de hallar. Son poco visibles, dada la estructura de poder. Segundo, porque si el Gobierno español hubiera hecho caso, sobre la elegida habría recaído esa sospecha, esa lacra (para algunos) de ser “mujer cuota”. De no hacerlo, como así ha ocurrido, se da a entender que no hay candidata posible para sustituir a Luis de Guindos. Y el problema es que, en efecto, así es. Porque para lograr que alguien llegue a ser vicepresidente del BCE lo que debe hacer (y suele hacer) un Gobierno europeo es elegir al personaje, consensuarlo con la oposición y trabajar su candidatura en el seno de la UE discreta y sostenidamente. No presentar una desconocida en el último momento.

Y así, a base de imprevisión, de no creer verdareramente en la igualdad, de esquivar el asunto de la cuota de género (el territorial y el ideológico siempre se anteponen) es como se sigue despreciando a las mujeres y a su talento, aunque sea, a la postre, de manera involuntaria. Y hay que escuchar al ministro de Exteriores Alfonso Dastis decir que “da la casualidad de que el candidato más idóneo en España para ese puesto es un caballero”. No, señor Dastis, no es una casualidad. Su Gobierno solo ha trabajado la candidatura de ese caballero al que, seguramente, le adornan méritos para ocupar tan alto puesto, pero todos sabemos, además, que en la UE estos cargos se eligen por cooptación, que los que elegirán a Guindos son camaradas de altas reuniones en las que se saludan con palmadas en la espalda y que no es una casualidad que ningún otro país haya presentado para el BCE una candidatura femenina, como tampoco que de los 25 miembros del Consejo de Gobierno de ese banco solo dos sean mujeres. Los resortes de poder son muy parecidos en todas partes.

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Algunos medios han ofrecido un buen abanico de nombres de mujer que podrían haber sido dignas candidatas al BCE. El problema no es que no haya mujeres preparadas, sino que en la política, como en otros ámbitos, no se suele pelear con convicción por la igualdad y se emprenden campañas menores que no modifican lo sustancial. Así solo queda de esta anécdota del BCE un amargo sabor, un incómodo sentimiento de batallita perdida.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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