_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El momento decisivo de la izquierda italiana

La atomización ante las elecciones de marzo prácticamente le asegura la derrota ante el centroderecha

El líder del Partido Democrático, Matteo Renzi.
El líder del Partido Democrático, Matteo Renzi. Angelo Carconi (AP)

Estamos a solo unas semanas de que se celebren nuevas elecciones generales en Italia (tendrán lugar el 4 de marzo) y la izquierda italiana vuelve a dar la enésima muestra de un elemento que siempre les ha diferenciado de la derecha y, por qué no decirlo, perjudicado ampliamente: su tendencia a la división. Lo que resulta particularmente grave si tenemos en cuenta que la ley electoral con la que se van a celebrar estos comicios (la Rosatellum bis) premia a los partidos que se presentan en coalición en detrimento de los que lo hacen individualmente.

En ese sentido, resultaba previsible que el Partido Democrático (PD) de Renzi y Gentiloni no formara coalición con el Articulo I-Movimiento Democratico y Progresista (MdP) de Bersani y D´Alema, a pesar de que Piero Fassino, presidente del PD, hizo importantes gestiones para tratar de buscar la convergencia entre ambos. Más allá de las declaradas enemistades personales (sobre todo en Renzi y D´Alema), la negociación no tardaron en saltar por los aires cuando se puso encima de la mesa la reforma laboral (Jobs Act) aprobada bajo el Gobierno Renzi en las Navidades de 2014: para el político toscano su vigencia era un tema innegociable, mientras para los otros su derogación era igualmente innegociable, así que para finales de 2017 habían finalizado las conversaciones entre antiguos compañeros de partido.

Lo cierto es que Bersani y D´Alema tenían preparado un plan “b”, que era unir sus fuerzas con el SEL de Nichi Vendola y Laura Boldrini y, bajo un nuevo nombre (Libres e iguales), lanzar una coalición de izquierda. El problema es que, mes y medio después de lanzar la candidatura (lo que se hizo en torno al 6 de diciembre), ninguna encuesta les da por encima del 8% de intención de voto, cuando necesitan, como mínimo, un 10%. Cierto es que el 30-35% de indecisos que aún hay les da margen para esperar que al final sí puedan entrar en el Parlamento, pero también cierto es que corran el riesgo de repetir el mismo desastre protagonizado por Fausto Bertinotti y su Sinistra Arcobalano en 2008: no quisieron coaligarse con el PD del entonces candidato Veltroni, y al final lo único que lograron fue quedarse sin representación parlamentaria. Y, por descontando, que Bertinotti se retirara definitivamente de la política cuando había sido fundamental en los gobiernos de centroizquierda de los años 1996-2001.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Frente a ellos, un Renzi de momento en caída libre en las encuestas (ha pasado de un 30% en intención de voto al actual 23.1%), está intentando cerrar su propia coalición añadiendo a su partido la lista encabezada por la reconocida política italiana Emma Bonino (heredera de los radicales de Marco Pannela, ya fallecido) y también al nuevo partido formado por Beatrice Lorenzin, ministra de Sanidad en todos los gobiernos de la pasada legislatura. La baza que juega Renzi a su favor es, además de tener en su partido un valor en alza como es el aún Primer Ministros Gentiloni, tener asegurada la entrada en el Parlamento al disponer una intención de voto muy superior al 10%.

Lo cierto es que la clásica división de la izquierda italiana está llevando a que no puedan competir en igualdad de condiciones con la clásica coalición del centroderecha italiano (la Forza Italia de Berlusconi, los Hermanos de Italia de Meloni y la Liga de Salvini), al que prácticamente todas las encuestas dan un 35% de intención de voto, quedando entre medias un Movimiento Cinco Estrellas que no es capaz de superar el 30% y que comienza a pensar en la posibilidad de pactar con Libres e Iguales, aunque conociendo a Beppe Grillo, que en el fondo es quien sigue mandando en el partido aunque el candidato sea Luigi Di Maio, parece difícil que el partido “anticasta” por excelencia sea capaz de hacer coalición con una lista (la de Libres e Iguales) donde están nombres tan conocidos de la llamada “casta” como el exprimer ministro D´Alema o el exministro Bersani. Lo único cierto es que la izquierda vuelve a dar, una vez más, muestras de su tendencia a la atomización, con lo que, tras haber controlado la presidencia del Consejo de Ministros durante toda la legislatura pasada, además de tener prácticamente asegurada la derrota (una vez más) ante el centroderecha, habrá de recurrir a este para formar una coalición de gobierno si es quieren seguir conservando el control del gobierno italiano o por lo menos formando parte del mismo.

Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Europea de Madrid

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_