12 fotosUna semana en carreteraLa economía de África oriental se mantiene unida gracias a un ejército de camioneros que van y vienen sorteando numerosos obstáculos. Este es el día a día de uno de ellosEl PaísKenia - 24 ene 2018 - 00:01CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceSulubu sentado tras el volante del camión Mercedes de cuya conducción es responsable desde hace algunos años. Su jefe importó el vehículo de segunda mano de Europa.El sol está a punto de ponerse en Malaba, atravesada por el río del mismo nombre que divide la ciudad en una parte ugandesa y una keniana. Esta ciudad fronteriza es el núcleo del transporte de toda clase de mercancías, desde productos químicos destinados a la República Democrática del Congo hasta contenedores llenos de té y café que se embarcarán en Mombasa camino a Europa.Mientras que los largos tiempos de espera en los puestos fronterizos son un freno para la economía de la región, los comercios de Malaba se benefician de la enorme cantidad de camioneros que pasan un buen número de días en la ciudad. Un niño se busca la vida vendiendo agua mineral a los camioneros que esperan en la cola.Un hombre vende maíz asado. Antes, Malaba era un pueblo pequeño, pero con los años, el aumento del comercio y el transporte lo han convertido en una próspera ciudad con multitud de pequeños negocios instalados junto a la carretera.En Malaba existe toda una economía formada por personas contratadas para ayudar a las empresas a conseguir que los camiones atraviesen la frontera con las menos interrupciones posibles. Para ello hacen falta dotes oratorias, improvisación y un teléfono móvil que no deje de sonar.Sulubu come un chapati con carne de cabra en un restaurante medio vacío junto a la carretera.Un hotel en el transitado Corredor Septentrional, donde los camioneros pasan la noche de vez en cuando si no se quedan a dormir en el camión para ahorrar gastos.El puerto de mercancías de Mombasa es el segundo más grande de África. Opera las 24 horas del día.Gran parte de la vida diaria de un camionero transcurre haciendo cola o esperando un permiso. Para Sulubu, el tiempo de espera es una situación corriente en la que apenas parece reparar.Sulubu evita conducir de noche por zonas apartadas por miedo a los asaltantes de la autopista.Después de un viaje agotador de Mombasa a Kampala y vuelta, Sulubu tenía la esperanza de disponer de uno o dos días libres, pero el deber vuelve a llamarlo.