El pensamiento disonante
Hace unos días, se despertó un pequeño escándalo en EE UU cuando un profesor de Wisconsin mandó como deberes a sus alumnos pensar en tres argumentos a favor y en contra de la esclavitud. A pesar de que era un simple ejercicio para que los niños desarrollen las herramientas para pensar por sí mismos y juzgar si un hecho es condenable o no, el comportamiento del profesor fue tachado de deplorable por pretender que sus alumnos encontrasen argumentos a favor de la esclavitud. Este tipo de reacciones también las tenemos en nuestro país, y, aunque todo el mundo parece entender a priori que pensar por uno mismo, valorando todas las opciones, es algo deseable, no todo el mundo trata a las personas que se atreven a escuchar a todos los bandos de manera respetable. Esta clase de paternalismo protector ejercido sobre las ideas es dañino, pues al orientarnos hacia una deducción predeterminada antes de haber siquiera pensado en el problema nos priva del verdadero proceso de crecimiento que es enfrentarse a las propias ideas que pueda tener uno mismo, someterlas a juicio para así probar su validez.— Cristina Castro. Torrejón de Ardoz (Madrid).
