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Amarás a Sharon Stone sobre todas las cosas

La carcajada que nos representó a todas

Sharon Stone durante una rueda de prensa.Vídeo: CORDONPRESS | epv

Sharon Stone es entrevistada en CBS Sunday Morning. A la pregunta de si alguna vez ha sufrido acoso, la actriz contesta con una estridente carcajada.

La carcajada se ha colado en los despachos, rodajes y pasillos de toda la industria cinematográfica, la norteamericana, y espero que en todo el planeta. Es una risotada de desprecio y conmiseración por tener que contestar a semejante obviedad. Conforme se ha producido, le ha explotado a más de uno en la cara. El golpetazo, sin embargo, se ha dejado sentir como una patada en los huevos. Los mensajes de WhatsApp se habrán sucedido con mucho nervio. "¿Tú te la tiraste al final? ¿A ti no te había hecho una felación? ¿Alguien os vio cuando os liasteis?". Frases volando de un smartphone a otro, sumiendo en el maldito insomnio a todos los malnacidos con los que se haya cruzado.

Esa carcajada acojona a más de uno. A tantos como a mujeres ha reconfortado. Mujer, después de esto, amarás a Sharon Stone sobre todas las cosas.

La primera vez que vi a Sharon Stone la vi sin bragas, con todo lo que eso conlleva. Un cruce de piernas sin ropa interior fue más que suficiente para ponernos a todos más calientes que el asfalto de Georgia. Hombres y mujeres. Corría el año 1992, acababan de terminar los Juegos Olímpicos de Barcelona cuando aquella mujer, que parecía dibujada, nos enseñó a todos su santo coño. Instinto básico, la película de Paul Verhoeven fue la más taquillera aquel año en España. El año anterior, Pedro Almodóvar había estrenado Tacones lejanos arrasando en taquilla con aquella diversidad sexual cinematográfica de la que todo el mundo recuerda el famosa cunnilingus de Miguel Bosé a una Victoria Abril encaramada. ¡Slurp! Como para no recordarla.

Letal seduce a Rebeca. Tacones Lejanos (Pedro Almodóvar, 1991)

Pero, desgraciadamente, directores que sean capaces de escandalizar con combinaciones sexuales no convencionales, solo teníamos entonces a Almodóvar. Cuando Sharon Stone apareció casi nos da el soponcio. Catherine Trammell, la escritora liberada sexualmente a la que interpreta, no lleva ropa interior y, por mucho que 25 años después del estreno renegara de aquel cruce de piernas, aquellos escasos dos segundos nos dejaron petrificados. Imaginen la escena de la Stone en pantalla grande, que es como la vimos todos. Las caras de los que interrogan en la secuencia de Verhoeven muestran bien lo que debió de suponer para el resto de los mortales.

El cruce de piernas más famoso de la historia del cine

Ahora que está a punto de cumplir 60 años, Sharon Stone no necesita disimular. Lleva años lidiando con ese toro que siempre embiste, corneando a la que no quiere tener sexo con todos los que la desean. Esa carcajada es la risotada de la que lo ha sufrido todo. Lo mismo cuando llegó a Los Ángeles con menos de 20 años cumplidos, algún jefe de producción la acercó a casa en su coche y cuando ella quiso salir del vehículo, él cerró las puertas abalanzándose encima. Puede que en alguno de sus rodajes, el actor principal la apalancara contra una pared, agarrándole la cabeza y besándola en los labios, metiéndole su lengua hasta la campanilla. Dios no quiera que la primera vez que se acostó con un compañero de profesión, este le rompiera el labio contra el cabecero de la cama porque se hubiera empeñado en tener sexo anal y no entendiera sus negativas. No descartemos, incluso, que más de un mediocre alardee de habérsela follado, dando datos inexistentes fruto de su calenturienta imaginación.

Todas estas cosas suceden. Todas estas canalladas se mantienen.

Basta con ser mujer para saber que esa risotada se ha convertido en toda una patada en muchas entrepiernas, igual que ha supuesto una liberación para todas nosotras. No hace falta cruzar las piernas como ella para que te desee quien menos te merece.

No es necesario ser famosa para que le pongan precio a tu carne.

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