Pautas para cultivar en los niños valores contra la violencia de género
La educación en valores, la comunicación y predicar con el ejemplo y la coherencia, formas de plantar semillas antiviolencia en los jóvenes
Los valores de la no violencia contra las personas se inculcan desde la cuna. Un niño/a educado en el respeto y la tolerancia con sus iguales rechazará cualquier tipo de violencia, como la de género, con sus semejantes. Además, sabrá identificar las situaciones que implican violencia contra su integridad como persona por diversas razones, como su sexo, aspecto o su forma de actuar o pensar y defenderá a quienes son objeto de estas situaciones de acoso.
El ejemplo por parte de la familia es clave para que un niño/a se convierta en un adulto antiviolencia. Ciertas pautas ayudan a plantar las semillas de mujeres y hombres que rechacen y que no practiquen la violencia de género.
Tolerancia cero con cualquier tipo de violencia. Nuestra sociedad tiende a ser permisiva con la violencia. Pero, desde casa conviene “no justificar ningún tipo de violencia y evitar cualquier tolerancia bajo justificaciones como: Era una broma. Hay que ser muy claros con los límites”, explica Rosa Garvín, jefa de estudios de un centro escolar público y coordinadora del Plan Estatal de Convivencia Escolar, que recoge pautas preventivas sobre la violencia de género en la sociedad, recogidas en guías del Ministerio de Educación.
Enseñar a elegir la compañía de las personas que nos tratan bien. Apoyar al niño/a para que exprese lo que aprueba y rechaza, con mensajes como: No me gusta que me hagas o me digas esto es la forma de que los pequeños pongan límites desde una temprana edad a los comportamientos que son violentos y no les hacen sentir bien. De esta manera, se fomenta que busquen la compañía de personas que les aportan bienestar.
Y es que, “no quiere decir no y sí quiere decir sí. Muchas acciones se justifican y aprenden a través del juego, como perseguir a las compañeras para subirles la falda, pero hay que enseñar que las personas son quienes deciden y nadie tiene derecho a tocarles ni besarles sin su permiso”, comenta Lidia Puigvert, profesora de sociología de la Universidad de Barcelona y miembro afiliado del Centre for Community, Gender and Social Justice - University of Cambridge.
Convertirse en un ejemplo de no violencia. Los jóvenes aprenden de lo que hacemos, no de lo que decimos. La coherencia es fundamental con ellos. Si un adulto dice que rechaza la violencia, pero la practica con la palabra o apoya a personajes agresivos, el niño/a recibe un mensaje contradictorio.
Fomentar la comunicación con los niños. Hablar con los niños o jóvenes, implica también escucharles desde el respeto y la empatía para que nos puedan contar también sus inquietudes o problemas. De esta manera, si están siendo objeto de cualquier tipo de violencia, como la de género, estarán en mejor disposición de solicitar ayuda a los adultos.
Jóvenes paladines contra la violencia. Animar a los niños y jóvenes a reconocer y rechazar las conductas violentas hacia otros amigo/as o compañero/as, es una forma de conseguir que se conviertan en personas activas contra estos comportamientos.
Hablar sobre la violencia que se vive cada día en la sociedad. Películas violentas, líderes con conductas agresivas, mensajes machistas. Los medios de comunicación, Internet, el grupo de amigos, la publicidad son a menudo ventanas por las que acceden mensajes violentos que hay que evitar que se conviertan en modelos de comportamiento para niños y jóvenes. Este bombardeo es inevitable, pero desde casa se pueden canalizar y analizar estos mensajes a través del intercambio de opiniones e impresiones. Es decir, no es lo mismo que un niño o joven vea una película violenta en solitario que lo haga acompañado de un adulto que le pueda aportar herramientas para discernir y criticar, incluso desde el humor, los mensajes sexistas o violentos que llegan a través de la pantalla.
Aportar al niño/a valores femeninos y masculinos positivos. Abordar la educación de los niños a temprana edad para ofrecerles modelos basados en la empatía, la bondad y la compasión derivados de su sexo. “Las madres son las educadoras de la humanidad y desde ese lugar de poder pueden enseñar a sus hijas los valores de fuerza para poner límites desde el respeto y defender su alegría e integridad, así como a tener confianza en sí mismas y quererse por dentro y por fuera. Asimismo, en el caso de los niños, se pueden fomentar los valores de masculinidad basados en el respeto, no solo de las mujeres, sino de todas las personas, porque somos mucho más que una mujer o un hombre”, según la reflexión de Elena Caballero, periodista y creadora de un proyecto, Las mujeres que hay en ti, que aborda desde un punto de vista espiritual y holístico el papel de las féminas en la sociedad.
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