_
_
_
_
_

El príncipe de Marruecos se forma a la sombra de su padre

Moulay Hassan, de 14 años, adquiere cada vez más protagonismo. Es deportista, se declara admirador de Messi y habla cuatro idiomas

Emmanuel Macron saluda al príncipe Moulay Hassan y al rey de Marruecos Mohammed VI.
Emmanuel Macron saluda al príncipe Moulay Hassan y al rey de Marruecos Mohammed VI.ALAIN JOCARD (AFP/Getty Images)
Francisco Peregil

El día en que Moulay Hassan se convierta en Hassan III de Marruecos y pase a ser el decimosexto monarca de la dinastía alauí ya llevará un largo camino recorrido en su formación como futuro rey. Este príncipe de figura espigada empezó a acompañar a su padre en actos oficiales desde antes de cumplir los cinco. Ahora tiene 14 años y se le ve de forma cada vez más frecuente junto a Mohamed VI, de 54. En 2016 acogió junto al rey en Marrakech a más de 60 jefes de Estado con motivo de la cumbre climática COP22. Y el mes pasado fue recibido junto al padre en el Elíseo por el presidente francés, Emmanuel Macron.

Más información
El cantante más famoso de Marruecos, contra las cuerdas
“Majestad, os pido que ayudéis a mamá”

Los periodistas del semanario Paris Match para quienes la familia real ha abierto en varias ocasiones las puertas del Palacio aseguran que el trato entre el rey y su hijo es mucho más cercano que el que mantenía Mohamed VI con su padre, Hassan II, abuelo del actual príncipe.

Moulay Hassan estudia sin salir de Palacio, en el Colegio Real, donde se formó su padre, en compañía de otros cuatro alumnos escogidos entre diferentes regiones del reino. Habla árabe, inglés, francés y español. Este año completará sus estudios en la Escuela Real del Aire (ERA), en Marrakech, donde recibirá cursos teóricos y prácticos. No se especializará en aviación sino que esa será solo una forma de “construir su personalidad” y “satisfacer su gran pasión”, según señalaba el pasado diciembre el semanario marroquí Al Ayam.

Mientras Mohamed VI eligió la literatura en sus estudios secundarios, según recordaba la Agencia EFE, y se especializó en Derecho en la universidad, su hijo prefiere las asignaturas científicas y técnicas. En el plano deportivo también son distintos. El rey prefiere la moto náutica y su hijo se inclina por el baloncesto, el fútbol, la natación, el esquí y la equitación.

Le gusta el Barça y se declara admirador de Messi. Pero en 2014 no tuvo más remedio que entregar a los jugadores del Real Madrid el trofeo del Campeonato del Mundo de clubes, celebrado ese año en Marrakech.

Entre tantas ceremonias que han marcado su formación como futuro monarca hubo una que se grabó en la retina de la sociedad marroquí. Sucedió en enero de 2016, durante un acto protocolario con militares televisado en directo. El príncipe retiró de forma sistemática su mano derecha cada vez que se la intentaban besar. El besamanos al futuro rey forma parte de la tradición en Marruecos. Muchos vieron en ese gesto una ruptura con los viejos tiempos, un signo de modernidad. Otros analistas, sin embargo, sacaron a la luz libros de historia donde se explicaba que su abuelo, el monarca Hassan II, ya hizo uso del mismo gesto cuando era príncipe.

Tal vez aquellos que pretendan vislumbrar rasgos de su carácter en medio de los actos oficiales deberán esperar más tiempo. No obstante, es cierto que su llegada al mundo ya estuvo marcada por nuevos usos y costumbres en el reino. De entrada se dio a conocer la identidad de su madre, la princesa Lalla Salma, una ingeniera informática. Hasta entonces, a la madre de los príncipes se la nombraba simplemente como madre. No se conocía ni su nombre ni su rostro. El hecho de que fuera investida como princesa también supuso una ruptura en la tradición.

El nacimiento del príncipe, el 8 de mayo de 2003, se anunció en Rabat con 101 salvas de cañón y se celebró con una semana de festejos oficiales. Mohamed VI concedió medidas de gracia para 47.988 condenados, la mayor otorgada hasta entonces. Cuatro años después nacería su hermana Lalla Jadiya, quien no suele aparecer en actos oficiales.

En 2004, Mohamed VI declaró a la revista Paris Match: “Mis hermanas, mi hermano y yo fuimos educados de forma severa, con un curso escolar bastante cargado. También tuvimos una buena educación religiosa en el colegio coránico del Palacio. Quiero que mi hijo reciba los mismos principios básicos”. No obstante, el monarca precisó: “No desearía que él sea forjado a mi imagen, sino que se forje su propia personalidad”. De momento, el príncipe se limita a observar de cerca a su padre.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_