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La obligación de dar a luz en jornada laboral y otros traumas del parto

Las Unidades de Parto Natural intentan contrarrestar el exceso de medicación e intervenciones programadas en España

Getty Images

A mediados de los años setenta, lo habitual en los hospitales españoles era que los niños nacieran cuando la madre se ponía de parto de forma espontánea, ya fuera un martes de madrugada o un domingo a la hora del aperitivo. Curiosamente, en los últimos 30 años apenas nacen niños en fin de semana y mucho menos en festivos.

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A pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que “la inducción al parto debe reservarse para indicaciones médicas específicas y ninguna región debería tener más de un 10% de inducciones”, España está en los últimos escalones de Europa, con un 19,4% de inducciones, como desvela el estudio Nacer en Horario Laboral de la asociación El Parto es Nuestro.

Las cesáreas también tienen barra libre, tanto en hospitales públicos (22%) como privados (36%), muy por encima del 15% recomendado por la OMS. Se calcula que al año se realizan 50.000 cesáreas y 117.000 episiotomías (corte vaginal) injustificadas, solo por las prisas y la programación.

El último Estudio sobre el Parto en España de Suavinex profundiza en estas escalofriantes cifras y desvela que más de una de cada diez españolas se siente traumatizada después de dar a luz. Parece que en los paritorios no hay tiempo para que el parto comience de forma natural y espontánea, permitiendo que la mujer dé a luz al bebé y placenta, a su ritmo y con sus propias fuerzas. Lo habitual es una programación, inducción, corte, extracción y sutura. Como si fuera una producción en serie de bebés.

“Un 13,95% de las madres primerizas sufre alteraciones en la percepción del tiempo, un 7,58% afirma perder el contacto con la realidad, un 4,72% expresa emociones no correspondidas con las reales y un 2,93% se enfrenta a situaciones de despersonalización. Además, en el 1,81% de los casos se llega a sufrir amnesia. Todos ellos son síntomas claros de trauma”, advierte el informe.

“La obstetricia tiene sus riesgos, por supuesto, a veces un parto se complica. Pero creo que en general se juega mucho con el miedo de la madre y la falta de información”, señala Kamilla Hallier, ginecóloga del International Women's Health Center de Madrid. “Yo no puedo tumbar a una mujer en la cama, abrirle las piernas y sacar al bebé. Ni podría atender a una mujer tras otra durante horas, sin mediar palabra, ni saber qué le preocupa o cómo puedo aliviar su miedo facilitándole toda la información y compresión posible. Solo me quita dos minutos de la tarea que esté haciendo, pero en los partos instrumentalizados no queda tiempo para eso. Creo que los espacios que facilitan los partos naturales y la atención humanizada deberían ser lo normal en los hospitales y no una excepción. Y debería ser algo que estuviera al alcance de todas las mujeres y no solo de quienes puedan permitírselo”.

Que el 26,64% de las mujeres que han tenido un primer hijo diga que un segundo parto le daría más miedo incluso que el primero, el 31,80% afirme que no ha tenido posibilidad de elegir su tipo de parto y un 34,66% indique que la experiencia fue aún peor de lo que esperaba es señal de que algo falla en el sistema.

Paritorios humanizados

“Mi embarazo fue bastante normal hasta que tuve que elegir dónde iba a parir. Estaba preocupada por la imagen que tenemos de tumbarse, abrir las piernas y verte rodeada de la fría aparatología en una intervención casi quirúrgica. No me sentía cómoda con otras experiencias médicas anteriores, donde no te explican las cosas y parece que como paciente no tienes ni criterio para entender lo que te están diciendo ni sentido común para tomar tus propias decisiones. Lo único que sabía es que eso con el nacimiento de mi hija no iba a pasar”.

El 13 de diciembre de 2015, Tatiana Barrero daba a luz a la pequeña Noa después de varias horas de trabajo de parto en una bañera de agua caliente, en penumbra y escuchando música suave. Su marido -de origen argentino- acompañaba cada contracción con masajes en la zona lumbar mientras bebía mate para quitar el sueño de la noche anterior sin pegar ojo.

- “Vos ahí, tranquilita en el jacuzzi...” - “Tranquilita ¡un carajo!”. Concentración, respiración para controlar las ganas de empujar hasta que no hubiera dilatado lo suficiente. Finalmente, sin inducción química ni instrumentos ni puntos, Noa llegó al mundo en un entorno íntimo y familiar cuando estuvo preparada para nacer, como sus padres querían.

Aunque podría parecer un nacimiento en el domicilio, en realidad, Tatiana dio a luz en la Unidad de Parto Natural del Hospital HM Nuevo Belén de Madrid, que recientemente ha ganado el primer premio de Diseño de Interior e Infraestructuras Sanitarias, otorgado por la Asociación Internacional de Diseño de Interiores (IIDA). Un galardón que reconoce el trabajo de las arquitectas Ángela Müller y Marta Parra, del estudio Parra-Müller Arquitectura de Maternidades, especializadas en la investigación y diseño de espacios humanizados y respetuosos con el parto de la mujer.

“El concepto de paritorio antiguo, con puertas de cocina industrial en cuyo centro está el potro solo deja a la mujer un sitio disponible y a su alrededor se colocan los profesionales. En ocasiones no hay ni siquiera una silla para la matrona o para que descanse la persona acompañante: un paritorio donde ni siquiera te puedes sentar es un paritorio con prisas. Además, en un espacio donde no entra luz natural puedes perder la noción del tiempo: no sabes si han pasado horas o si es de día o de noche. Nosotras entendemos la arquitectura como un catalizador, que puede favorecer cambios o los puede bloquear”, explica la arquitecta Ángela Müller.

La Unidad de Parto Natural consta de tres áreas con suficiente espacio para moverse y un mobiliario cuidadosamente estudiado para favorecer el trabajo de parto, casi como si fuera la recreación de un hogar. Una amplia bañera obstétrica, una pelota de pilates, una barra de madera y una liana, cama multiposicional, un sillón de lectura o descanso para la mujer o su acompañante y un baño con la intimidad necesaria.

No se deja nada al azar: desde el suelo caliente para que la mujer pueda caminar descalza a la luz natural y luz artificial regulable, el interiorismo en colores suaves y muebles de madera. Además del entorno confortable, cuenta con la tecnología sanitaria necesaria -discretamente camuflada- para intervenir médicamente si hace falta, incluida una zona de reanimación neonatal en una sala cercana.

“Desde el punto de vista de la psicología ambiental, el espacio y las circunstancias del entorno influyen mucho. Por eso concebimos las maternidades como el “tercer cuidador”: la mujer que va a dar a luz puede llegar nerviosa a urgencias, vulnerable, con dolor y miedo, con sus sensaciones alteradas. Como arquitectas llegamos al diseño de maternidades desde el activismo y queríamos aportar nuestro conocimiento para crear espacios enfocados al respeto a la mujer. "Llevamos años investigando la situación de las maternidades en España, colaborando con informes para la Estrategia de Atención al Parto Normal en el Sistema Nacional de Salud. Existen iniciativas a favor de la atención respetuosa en un parto natural y las cosas están cambiando, pero no basta con incluir una bañera y una pelota de pilates en una sala entre dos quirófanos: hay que adaptar todo el espacio y que las matronas y los médicos informen a las mujeres para que puedan dar uso a ese material. Quizá falta formación, tiempo y recursos para que los profesionales puedan desarrollar esa atención humanizada hacia las mujeres que van a parir. Pero ese debería ser el futuro de la maternidad en España”.

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