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Olvídese del abeto: este es el árbol de Navidad que debería comprar este año

Y la decisión parecía fácil...

Conciliar la decoración navideña y una actitud sostenible durante las fiestas es posible. La receta mágica es hacer gala de una gran sensatez ante las situaciones que se planteen, y una de las más clásicas es la consabida elección del árbol de Navidad. En EE UU, según la organización británica Carbon Trust y la ACTA (Asociación Nacional de Árboles de Navidad), 100 millones de hogares tendrán uno, un 19% serán naturales y un 81% artificiales.

En nuestro país, según un informe de Vente-Privée del año pasado, es el elemento decorativo favorito para la mitad de los españoles (un 50%), por delante de las luces de navidad (un 20%) y del Belén (un 13%). Pero para decantarse por la opción más sostenible no hay fórmulas estándar extrapolables a todos los casos.

Si elegimos un árbol natural conviene no lanzarse a la compra compulsiva del mejor ejemplar y tener presentes los consejos de Celia Ojeda, responsable del programa de consumo de Greenpeace: “Se puede optar por ellos si luego se van a replantar. Y es preferible, antes que elegir un abeto, optar por especies mediterráneas que luego se puedan plantar aquí y que sobrevivan, como los madroños o las sabinas”. Para ello, hay que cuidarlos durante las fiestas (con el riego necesario, evitando la exposición a fuentes de calor excesivo, etcétera) y elegirlo con un cepellón de raíces y tierra lo suficientemente abundante como para que luego prenda al trasplantarlo.

“Digamos que, en este caso, hay diversas posibilidades”, puntualiza Nicola Cerantola, director de Ecologing, formador, consultor e investigador en economía circular: “La primera consiste en tener el árbol cuidado todo el año en su macetero o en el jardín, y que cuando llegue la Navidad, le pongamos los adornos. Es una opción bonita y él estará absorbiendo C02 durante todo el año. Es un diminuto sumidero de carbono”.

"Es preferible, antes que elegir un abeto, optar por especies mediterráneas que luego se puedan plantar aquí y que sobrevivan, como los madroños o las sabinas", Celia Ojeda, responsable del programa de consumo de Greenpeace

La segunda posibilidad es comprarlo en un vivero, o comercios similares: “No es un gesto muy positivo”, añade Nicola Cerantola. “Son árboles de usar y tirar porque muchos terminan no se sabe dónde, o mueren. Es un tanto absurdo, y más teniendo en cuenta que para cultivarlos han requerido del empleo de agua, energía, pesticidas, fertilizantes, etcétera”.

En España, al finalizar las navidades, más de dos millones de árboles van a parar a la basura. Algunos ayuntamientos realizan recogidas para su posterior replantación en parques, jardines, etc. Y si han muerto, se trituran para ser reaprovechados como abono. Un informe de Carbon Trust arroja que la huella de carbono del convertido en compost o leña es de 3,5 kg de CO2, lo mismo que recorrer 20 kilómetros en un día con el coche. 

Otra posibilidad es “apadrinar un árbol que esté en el bosque”, recomienda Nicola Cerantola: “Eso sería perfecto. Y dejarlo allí, sin tocarlo, para que siga creciendo”. Celia Ojeda también aconseja “decorar un árbol que haya por el vecindario, e incluso adornar una planta del hogar”. Todo menos consumir árboles talados, sin cepellón, o que no se vayan a volver a plantar.

Artificial, sí, pero que dure

En cambio, si nos decantamos por uno artificial, es recomendable ser cauteloso y darle el recorrido más largo posible a lo largo de los años: “Si se va a adquirir nuevo, es mejor abstenerse de hacer esa compra”, alega Celia Ojeda: “Es interesante utilizarlos sólo si ya se tienen en casa de años anteriores. Usarlo hasta el final de su vida útil es lo más responsable para optimizar el petróleo que se ha empleado en hacer su plástico y así no consumir más”.

Su huella es de 40 kg de CO2; en términos de uso del coche, para que nos hagamos una idea, sería lo mismo que utilizarlo durante 10 días y medio para recorrer 20 kilómetros cada jornada. Resultaría más sostenible que el natural sólo si se reutiliza al menos durante 12 años. En EE.UU el 85% de los hogares con árboles de este tipo los reutiliza, pero el promedio son 11 años.

Resultaría más sostenible que el natural sólo si se reutiliza al menos durante 12 años

“Los artificiales suelen ser mejores a nivel de prestación ambiental porque se suelen usar más veces”, reconoce Nicola Cerantola, que matiza: “El problema es que no están eco-diseñados, se diseñan para fabricar millones de ellos muy baratos en Asia, que duren lo que duren, y no suelen poseer buenas prestaciones medioambientales. La gente no está dispuesta a pagar mucho y, en general, compran cualquier cosa”.

Estos árboles, explica Cerantola, “suelen contener residuos plásticos transformados, con un esqueleto de un material rígido y unas ramas de plástico más flexible, con elementos metálicos, pegamentos, etc. A la hora de gestionar sus residuos, la variedad de componentes los hace muy difíciles de separar y reciclar, sus plásticos no suelen ir bien identificados e incluso pueden llevar mezclas sospechosas. Y, una vez que se ha usado, o cuando está medio roto, nadie lo quiere y es difícil de reparar, o de darle otra salida. Se deben llevar al punto limpio porque en los cubos de recogida selectiva no los suelen aceptar”.

Ni natural ni artificial

Por último existe una tercera vía para la elección del árbol navideño que apenas conlleva impacto medioambiental. Sólo requiere de imaginación, de saber aprovechar creativamente lo que se tenga por casa e implica practicar el Do it yourself, o el Hágalo usted mismo: “A esta opción hay que darle un sí rotundo”, afirma Celia Ojeda.

“Se puede hacer reutilizando cartón, telas, botellas, latas... Por ejemplo, el cartón que se iba a reciclar, se puede pintar para darle una segunda vida y decorarlo con lo que se tenga, así como fabricar las bolas con materiales que haya a mano, o emplear las latas para hacer porta-velas. También se puede fabricar un árbol con cartón. Además de durar mucho, es una actividad estupenda para hacer con los niños. Ellos se entretienen haciéndolo y montándolo, y es una parte interesante de lo que son, en realidad, estos festejos navideños, que consisten en estar en familia”.

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