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Porque lo digo yo
Columna
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Madagascar

Uno habla con algún amigo de otro país y te das cuenta de lo que realmente preocupa a la gente

Enrique de Inglaterra y Meghan Markle, el pasado viernes en su primer acto oficial tras anunciar su compromiso.
Enrique de Inglaterra y Meghan Markle, el pasado viernes en su primer acto oficial tras anunciar su compromiso.Frank Augstein (AP)
Íñigo Domínguez

Uno habla con algún amigo de otro país y te das cuenta de lo que realmente preocupa a la gente: en Londres, por ejemplo, no se habla del Brexit, sino del nuevo matrimonio en la familia real. Lo bueno de la casa real inglesa es que está más allá de la posverdad, cualquier cosa que se inventen ya se la han inventado antes y no será mejor que algo que ha ocurrido verdaderamente. Te lo crees todo. Esta vez no tanto la novedad en sí, el compromiso del príncipe Enrique con una chica llamada Meghan Markle, sino las reacciones. Obviamente ya ha salido una hermanastra que habla mal de ella y las discusiones han descendido a un nivel de meticulosidad inimaginable. Han vuelto a emerger rumores de que Enrique no es el hijo del príncipe Carlos y Diana, sino de un romance de ella, y es el argumento favorito para desescandalizarse de los que se escandalizan con el enlace: no hay motivo de preocupación aunque Enrique se case con una actriz mulata divorciada tres años mayor que él, porque Enrique en realidad no tiene sangre real. Y ya hay artículos sobre los primeros fallos protocolarios de su prometida. ¿Por qué interesan tanto estas cosas? Curioseas en las noticias de este tema y tienen cientos de comentarios con gente que opina a favor y en contra. Quizá porque al ser historias de príncipes y coronas no parecen reales, auténticas quiero decir. Son como un cuento. Están para entretenerse.

En cambio, otra conocida acaba de volver de Madagascar y cuenta una cosa que esta vez sí que no me podía creer: en Madagascar hay peste bubónica. Busquen en Internet: es verdad. Evidentemente en Madagascar no se habla de otra cosa, pero solo allí.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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