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Clases holandesas para no caerse en la tercera edad

Las autoridades certifican que las caídas son el “asesino silencioso” a partir de los 80 años

Isabel Ferrer
Acianos haciendo ejercicio en los aparatos instalados en el parque del Retiro en el otoño de Madrid.
Acianos haciendo ejercicio en los aparatos instalados en el parque del Retiro en el otoño de Madrid. © Samuel ´Sánchez

El envejecimiento de la población europea implica mayor sedentarismo, un binomio que dejó en 2016 en Holanda un dato inesperado: 3.884 ancianos fallecieron dentro y fuera de sus casas por culpa de una caída, casi seis veces más que el total de muertos en accidentes de carretera (656). El 75% de las víctimas tenía 80 o más años, y la Oficina de Estadística dice que a partir de los 90 años los accidentes de los mayores se duplican. Las clases para aprender a (no) caerse se han popularizado, e incluyen recorridos con obstáculos para mejorar la motricidad y reflejos de los mayores.

Hay cuatro cursillos homologados que animan a los ancianos a perder el miedo y a mejorar el equilibrio a base de reforzar, en lo posible, músculos y huesos. Las clases prácticas incluyen una ruta en la que deben sortear pilones como los de carretera y planchas de madera, y de plástico, resbaladizas o inestables. También se tienden alfombras, traicioneras cuando se levantan las esquinas. De la mano de un fisioterapeuta, los participantes aprenden a corregir posturas para agacharse, por ejemplo.

“Las caídas son el asesino silencioso”, ha recordado La Liga Católica de Mayores, el mayor sindicato del ramo. “Puede que un anciano tropiece o se enrede con un cable”, dicen. Pero hay otros factores a tener en cuenta. “Una medicina que debe tomarse con regularidad y produce mareos; la tensión baja o demasiado alta; falta de alimento adecuado; pérdida de facultades y poco movimiento”, todo contribuye, recuerdan, “al posible batacazo”. En la nueva sociedad participativa holandesa, marcada por el recorte del Estado de bienestar, el cuidado de ancianos y dependientes es una obligación moral para las familias, vecinos y amistades. Pero como los servicios de urgencia reciben “un anciano contusionado cada seis minutos”, la Liga de Mayores ha pedido a todos los Ayuntamientos —que solo abren los hogares subvencionados una vez agotadas todas las ayudas domésticas— y a los cuidadores profesionales que afinen su labor.

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