Tamzin Townsend, la función de los sabores
Su nombre delata los orígenes británicos. De allí trajo la pasión por los grandes dramaturgos y una receta de ensalada fresca y deliciosa. Directora de decenas de obras de teatro, sube ahora sus dotes culinarias a escena.
Cualquiera que vaya a ver la función podrá comprobar que Obra de Dios es un no parar de risas y jolgorio. Lo que quizá no sepan los espectadores de esta pieza, que reescribe los Diez Mandamientos y que llega a los escenarios españoles tras haber cosechado su buena ración de éxitos en EE UU, es que su directora, la británica Tamzin Townsend, es tanto o más divertida y sagaz que los personajes del texto que ha dado vida sobre las tablas del madrileño Teatro Bellas Artes. Instalada en España desde 1992, Townsend (Liverpool, 1969) es toda una veterana de la escena nacional, con más de 40 montajes con su nombre en el cartel. El último es esta propuesta celestial que, además de carcajadas, también viene cargada de una gran inteligencia.
Para charlar sobre lo divino y lo humano nos encaramamos a una azotea desde donde se disfruta de unas espectaculares vistas del centro de la capital, encapotada con los primeros grises del otoño. Allí cocinamos la ensalada Tamzin, una receta que se remonta a sus días de estudiante universitaria en Inglaterra y que ahora —se ríe— es conocida internacionalmente: “Cuando vas a un restaurante y pides esta ensalada, ya no hace falta explicar más, todo el mundo la conoce”, bromea. A los ingredientes originales —los clásicos lechuga, cebolla, huevo, bonito…—, la directora le ha añadido un par de toques para rubricar un plato “Spanglish”: las pipas de girasol y el queso fresco, que no se suelen encontrar en su país. “Cuando voy allí, mis amigos siempre me dicen: ‘Tráete ese queso raro tuyo”, relata divertida.
Aficionada al teatro desde pequeña, Townsend recuerda cómo su madre la llevaba a ver las obras de Shakespeare en la ciudad natal del bardo, Stratford-upon-Avon. “Las obras duraban toda una vida, más de tres horas, pero no pasaba nada: había un buen descanso, o dos, y lo asumías”, recuerda. Ahora, dice, la paciencia del público es tan limitada que, como directora, tiene que afanarse por no dar ni media oportunidad a esos inquietos espectadores que no pueden reprimir las ganas de echarle un vistazo al móvil. “Por eso es muy difícil ver un oscuro en una obra mía. Porque sé que si hay un oscuro, aunque sea dos segundos, la gente saca el teléfono: a ver si tengo un whatsapp. Hay funciones donde existe un cambio de escenografía complicado y lo hago a la vista de todo el mundo, como una coreografía, porque no quiero que la gente se lo tome como un descanso”.
Esta irrupción del universo digital ha hecho mella en la sensibilidad de Townsend, enamorada de lo que de físico y real tiene la escena. “Un problema de nuestro mundo es que estamos viviendo demasiado nuestra vida virtual y ya no sabemos comunicarnos con la gente”, cree. “Por el contrario, el teatro sigue siendo algo muy íntimo: estás en un lugar oscuro, compartiendo emociones con gente que no conoces… Lo que más me gusta es que es en vivo y en directo, y lo que ves es lo que hay. Si el actor está teniendo un ataque de tos, está teniendo un ataque de tos. Nadie lo está cortando o quitando. Y si hay un momento brillante, por ejemplo con una mirada, eso está pasando, no está manipulado”.
Aunque montar funciones es su pan de cada día, Townsend se sabe una privilegiada. “Cada vez que se consigue estrenar una obra hay que celebrarlo, porque hoy día es muy difícil, como tantas cosas”, opina. Como el teatro no cabe solo en tres paredes, también lo lleva a otros entornos. “Ahora trabajo en cursos de comunicación para empresas, donde enseño a hacer presentaciones, es una cosa muy bonita”, cuenta. “Uso juegos teatrales que ayudan a que la gente se suelte, y mi familia ahora está todo el tiempo pidiéndome que se los haga a ellos también. De hecho, voy a Inglaterra esta Navidad y ya me han preguntado: ‘¿Vas a hacernos tus juegos?’. Y sí, ¡claro que se los haré!”.
Ensalada Tamzin
Ingredientes
Para 4 comensales; 2 euros por persona
- 2 huevos
- Una bolsa de ensalada de brotes tiernos
- Un aguacate
- Una cebolleta
- Un frasco de bonito en aceite
- Una lata de maíz dulce
- 100 gramos de queso fresco de cabra
- 20 gramos de pipas de girasol
- Aceite de oliva, vinagre y sal
- Mostaza de Dijon
- Hierbas provenzales
Instrucciones
Cocer los huevos y reservar.
Poner en un bol la ensalada de brotes frescos. Abrir el aguacate, pelarlo y laminarlo. Mezclar con la ensalada.
Picar la cebolleta fina y añadir al bol. Hacer lo mismo con los huevos.
Escurrir el bonito, reservando el aceite, y agregar junto al maíz. Cortar el queso fresco en pequeños dados y añadir.
Elaborar la vinagreta en otro bol poniendo como base tres cucharadas de mostaza y unas gotas de vinagre. Ligar con aceite de oliva. Cuando la salsa tome cuerpo, se puede incorporar un poco del aceite de bonito. Salar.
Decorar con las pipas y las hierbas.
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