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Correr para olvidar

Por qué tratar de ocultar que uno cumple años es un impulso tan humano como inútil

Xavi Sancho
En ‘La soledad del corredor de fondo’, Colin corre para canalizar su ira desde que le internaron en el reformatorio. Y nada cabrea más que cumplir años.
En ‘La soledad del corredor de fondo’, Colin corre para canalizar su ira desde que le internaron en el reformatorio. Y nada cabrea más que cumplir años.

Soy de esas personas que mantienen en secreto el día de su cumpleaños. No por ocultar mi edad, sino porque odio ser el centro de atención. Y mire usted si me agobia el tema, que ahora que he escrito esto creo que me estoy pasando de listo. ¿A quién demonios le va a importar si cumplo años hoy o mañana? Y si se enteran de que es mi cumpleaños, ¿qué me hace pensar que se van siquiera a inmutar? Y así ando todo el rato. Intento cometer todos mis pecados por omisión, no por acción. Ni estoy ni se me espera. Por Tutatis, que nadie me espere.

Esto viene a cuento porque hace unas semanas participé en la carrera de la Ciencia organizada por el CSIC y ICON. Tras un verano sin correr, hacía unas semanas que había vuelto a la práctica de este deporte que no sé si adelgaza, pero me da que me va a matar. En fin, que sabía que iba a hacer un tiempo regular. Eran poco más de las siete de la mañana del día de la carrera y estaba despierto en mi casa agobiadísimo sobre qué ropa ponerme. No se ría.

El año pasado, cuando me sentía poderoso, no me alojé en esa duda hamletiana. Sabía que iba a hacer un tiempo decente, por lo que ir vestido de persona que corre era como traer pastas a la gente de la redacción el día de tu cumpleaños. Lo normal. Oiga, se está calentito dentro de lo normal. Pero este año iba a correr de pena, por lo que me daba cierto apuro que antes de dar la salida alguien pudiera verme y pensar “este tío corre”, inducido, no por mi porte apolíneo, sino porque llevo una camiseta de tejido técnico. Y luego, al empezar el asunto, me quedara yo atrás, transitando a ritmo de camión de la basura.

Con el uniforme del tipo que creo que soy, procedí a observar mi gesta en el espejo. Estaba ridículo. La omisión de mi condición de corredor se había convertido en una acción que desvelaba mi naturaleza de mamarracho

Cogí del armario unos pantalones de algodón de H&M que pesan un quintal y que utilizo a veces como pijama, aunque son calurosos para el verano y cortos para el invierno. Están en esa categoría de prendas que, si vives en Madrid, puedes ponerte seis días al año. Consideré incluso hacer la carrera en mis Converse All Star.

Lo descarté por motivos de salubridad. Luego encontré en el fondo de un cajón una camiseta de algodón de The Jam que me va gigante. En ocasiones, la uso para bajar a por agua con gas a última hora. Una vez me crucé con el jefe de marketing de una firma que es anunciante regular de esta revista vistiéndola, resacoso y con una moneda de dos euros y las llaves de casa en la mano. Tengo trabajo de milagro.

Con el uniforme del tipo que creo que soy, procedí a observar mi gesta en el espejo. Estaba ridículo. La omisión de mi condición de corredor se había convertido en una acción que desvelaba mi naturaleza de mamarracho. Me acordé del día en que, corriendo por el Retiro, me crucé con dos hipsters que trotaban vestidos como yo en aquel momento y lo tristes que me parecieron. Casi tanto como todos aquellos que llevaba 20 minutos adelantando y que iban vestidos como personas que tardan lo mismo en elegir el color de la camiseta que se van a poner para dar una vuelta al Retiro como en darla.

Me cambié inmediatamente y me puse exactamente lo mismo que lucí el año anterior. Mire, puede esconder a sus compañeros que hoy es su cumple, no traer pastas…, pero, al final, alguien le descubrirá y será usted solo aquel imbécil tacaño que el día de su aniversario no llevó ni un mísero cruasán. Derrotado una vez más por la realidad, sentí que debía hacer un acto de desobediencia, una traición necesaria a mi dolorosa y pésimamente manejada equidistancia: me fumé un cigarrillo.

Nací el 17 de mayo de 1972 en el Hospital de Sant Joan de Déu en Barcelona. No se olvide de felicitar a mi madre.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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