Misa y aniversario protestante
En la iglesia de Sutherland Spring no se celebraba el sacramento de la eucaristía. Qué decir de la Reforma cinco siglos después
Los reporteros saben bien lo importantes que son los detalles para construir una buena crónica. Máxime cuando se trata del relato de un suceso tan grave como la masacre ocurrida en la iglesia baptista de Sutherland Springs (Texas) el domingo 5 de noviembre. En las primeras crónicas, tanto la publicada en la edición impresa el 6 de noviembre, como en la que se colgó en la web ese mismo día por la tarde, se contaba que el asesino disparó contra los fieles mientras se celebraba la “misa” dominical. Se informaba, además, de que en el edificio “se guardaban los vídeos de las misas”. Un lector, Francisco Pines, me escribió de inmediato para precisar: “Los autores deberían saber que el sacrificio de la misa es un servicio religioso casi exclusivamente católico (...) Llamar ‘misa’ a todo servicio religioso dominical de cualquier iglesia cristiana es muestra de ignorancia o de pereza mental, ambas impropias de EL PAÍS”.
La Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España se ha dirigido a mí también para dejar constancia de su “decepción” por el “desafortunado” e “injustificado” manejo del lenguaje en dicho artículo. “Desafortunado porque, para los cristianos protestantes, leer sobre una tragedia que nos afecta directamente ya supone un dolor muy grande, pero que un periódico de la calidad y el prestigio internacional de EL PAÍS nos someta además a un maltrato lingüístico en el relato de los hechos, añade dolor sobre dolor.
Injustificado, porque los periodistas que firman la crónica demuestran un gran esmero por precisar datos tales como el modelo del arma semiautomática (…) los nombres, apellidos y edades de algunos de los curiosos (…) Sin embargo, todos, o casi todos, los términos empleados para referirse a la iglesia víctima del ataque y al acto que se estaba celebrando en la misma, son erróneos, imprecisos o incompletos.
Se reitera una y otra vez que en la Iglesia “baptista” (cuando el uso correcto en el español de América es “bautista”, según el Diccionario Panhispánico de Dudas) se estaba celebrando una ‘misa’ -una ceremonia de la Iglesia católica, según la RAE - . Y se precisa que “en la “eucaristía” participaban unas cincuenta personas” (un rito o sacramento católico romano, según la RAE).
Cualquier periodista mínimamente informado sobre las diferencias religiosas entre las tradiciones católica o protestante, se daría cuenta de lo inapropiado de esos términos. Especialmente si se escribe desde Washington, donde el uso común para referirse a un acto de tales características sería “servicio religioso”, o “celebración religiosa”, o “culto religioso”. Nunca “misa”, a menos que se quiera precisar que se trata de un culto católico. Llama la atención, además, que cuando se hace referencia al “último evento celebrado por la Iglesia el 31 de octubre” se mencione “la noche de Halloween”, en lugar del 500º Aniversario de la Reforma Protestante, que es en realidad la efemérides que estábamos conmemorando las iglesias protestantes del mundo entero en esa fecha”.
Pablo de Llano que firma la información desde Texas, lamenta lo ocurrido y pide disculpas a los lectores “por el uso incorrecto de esos términos. En la cobertura inmediata de una noticia dramática como esta las posibilidades de no afinar al 100% las palabras aumentan. En cuanto caímos en la cuenta de la imprecisión la subsanamos”.
La crómica del suceso no tenía por qué recoger la mención al 500º aniversario de la Reforma
Entiendo que el trabajo in situ de un reportero es sumamente complicado y pueden filtrarse errores e imprecisiones en los primeros textos. Aunque, en este caso, en la cadena de edición, alguien debería haberse percatado de que las iglesias evangélicas no celebran misas. No es cierto, sin embargo, que el término ‘baptista’ que utiliza el periódico sea erróneo. La palabra, de origen latino (tomada a su vez del griego), está plenamente aceptada y definida en el diccionario de la RAE.
Respecto a la ausencia de una referencia al 500º aniversario de la Reforma protestante, considero que no era la crónica del suceso lugar obligado para mencionarlo. EL PAÍS ha dedicado al tema varios artículos. El último, el publicado el 31 de octubre que firmaba Juan G. Bedoya, especialista en religión del diario. Texto que ha provocado, a su vez, alguna queja.
Un lector, Carlos F. Barberá, escribe: “Bedoya trocea [el artículo] en varios apartados. El que titula Biblia comienza con la frase: sapere aude, Ten el valor de usar tu propia razón. Pero la frase latina es de Kant, muy posterior a Lutero. Otro apartado se titula Inquisición, tema que no tiene nada que ver con Lutero ni la Reforma. Otro es Cisneros ¿Qué pinta ahí Cisneros, que se murió 8 días después del manifiesto de Lutero? Otro está dedicado al Saco de Roma que nada tiene que ver con la Reforma ni su fundador y que fue la consecuencia de la rivalidad entre el Papado y el Sacro Imperio germánico de Carlos V. Y por fin, Mujeres, que es un tema muy moderno y que Lutero, aparte de casarse con una, ni tocó”.
Bedoya me ha enviado la siguiente respuesta: “Artículos ‘serios’ sobre Lutero y la Reforma EL PAÍS ha publicado muchos, como sin duda conoce el señor Carlos F. Barberá. El mío pretendía ofrecer unas pocas claves sobre el quinto centenario de las 95 Tesis en el tiempo en que el monje agustino las proclamó en Wittenberg, el 31 de octubre de 1517. Es decir, más que un informe sobre la Reforma, quise señalar en apenas mil palabras sus causas y consecuencias, entonces y más tarde. En este sentido, me pareció necesario citar a Cisneros, admirador de Erasmo y él mismo radical reformador de la regla franciscana; o señalar el impacto del saco de Roma en el catolicismo español y sus tormentosas relaciones con el pontificado romano. Evidentemente, la Inquisición surgió con muchos objetivos, pero sería absurdo ignorar su papel en la represión del protestantismo español, con evidente ánimo de exterminio. Felipe II fue tajante al respecto, como si se sintiera obligado a purgar los ‘pecados’ de su padre Carlos V a cuento de Lutero.
Sin ánimo de rectificar a tan culto lector, permítame advertir, además, que en ninguna parte atribuyo a Lutero el kantiano Sapere aude, si no para subrayar la importancia de la libre lectura de la Biblia (cuya traducción al alemán por Lutero se tiene por gran hazaña literaria), en el espíritu de la Ilustración, es decir, en el valor de usar la propia razón sin tutelas o censuras. El tema de la mujer, por último, no es “muy moderno”, como escribe el lector, sino un constante motivo de disputa en el cristianismo desde sus inicios en Jerusalén (Menéndez Pelayo dixit, sin que sirva de precedente que tome como cita de autoridad al polígrafo santanderino cuando escribe sobre Lutero, el protestantismo y las mujeres).
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