Absurda polémica en torno a una camiseta
Por muchos tuits que se publiquen, los colores de la elástica de la selección de fútbol seguirán siendo rojo, amarillo y azul
Un partido infinito jugado a cara de perro. Por mucho que se quieran deslindar, el fútbol y la política parecen condenados a una interminable disputa. Los pitidos al himno español en las finales de la Copa del Rey entre el Barcelona y el Athletic, los insultos a Piqué por pronunciarse a favor del referéndum de Cataluña o la verborrea del entrenador del Manchester City, Pep Guardiola, que dedicó recientemente una victoria de su equipo a los Jordis encarcelados, enturbian un deporte que agita, además de pasiones deportivas, arrebatos políticos. Por si no estuviera ya poco enfangado el terreno de juego y convulsas las gradas, ahora se ha desencadenado una absurda polémica a cuenta de la camiseta que lucirá el combinado nacional en el Mundial de Rusia de 2018.
Algunos políticos han querido ver en la prenda diseñada por la multinacional alemana Adidas una evocación de la bandera tricolor republicana. Sobre el clásico fondo rojo de la elástica, uno de los laterales luce verticalmente una franja de rombos amarillos y azules. Fruto de un efecto óptico hay quienes han percibido que el estampado (una trama de hilos azules y rojos) tiende a morado. A través de un mensaje de Twitter, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, pareció apreciarlo meridianamente claro: “Hacía tiempo que la selección española no vestía una camiseta tan bonita. Tod@s con la roja”. El líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, remataba en Instagram: “La nueva camiseta de la selección española tiene su encanto. Incorpora un azul casi morado, y recuerda a ese intento republicano de ampliar los colores de la corona de Aragón (que son base de la bandera catalana y también de la rojigualda) para incluir el morado de Castilla”.
Pero por muchas veces que se tuiteen, los colores de la camiseta seguirán siendo rojo, amarillo y azul. Azul petróleo, aclara Adidas por si había dudas. Y por mucho ruido que se genere en las redes sociales o se grite en las tertulias deportivas, los rombos no se tornarán morados. Aunque vista de lejos o a través de la pantalla del televisor la camiseta pueda confundir, alimentar una confabulación ideológica es tan ridículo como disparatado.
La multinacional ha querido dejar fuera de la controversia política la que ha sido bautizada como camiseta maldita. Ello no ha evitado que dirigentes deportivos o algún ministro cayeran en la provocación de Iglesias y entraran al trapo. “Al Gobierno no le hace gracia ni el lío ni la camiseta”, ha dicho el presidente de la Federación Española de Fútbol, Juan Luis Larrea, tras admitir haber recibido presiones “desde muy alto” para cambiar la prenda. Y el portavoz del Ejecutivo, Íñigo Méndez de Vigo, ha rematado que la selección vistió camisetas “más bonitas”. Los oftalmólogos, voz autorizada e imparcial en esta desmedida guerra de camisetas, sostienen que el supuesto color morado es solo una ilusión óptica. La desilusión llega cuando se mira el precio en la etiqueta: 130 euros.
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