Balazos indiscriminados en EE UU
La poco probable regulación de la tenencia lícita de armas en Estados Unidos llegó demasiado tarde para los 50 congregados en la iglesia baptista de Sutherland Springs. Sus oraciones fueron insuficientes para que Devin Kelley no apretase el gatillo de su rifle. El asesino —de 26 años— celebró el deshonor y la repudia social de haber sido expulsado de la vida militar tras un supuesto delito de violencia de género, matando a una persona por cada año de su propia vida. Entre los asistentes al oficio religioso hubo 26 muertos y 20 heridos. La Asociación Nacional del Rifle tratará de parar cualquier iniciativa legislativa que trate de evitar una nueva tragedia. Y la ruleta rusa de la muerte a tiros seguirá recorriendo la geografía estadounidense. Los 200.000 muertos por la venganza social de unos cuantos desequilibrados no son aún suficientes para que el Gobierno del primer país del mundo trate de identificar entre sus fichados ciudadanos a los que bajo ningún concepto deberían poder tener un arma. El dolor por los 26 de Texas pasará, como se esfumó el de los 60 de Las Vegas. Solo el azar, el destino o la suerte decidirán quiénes serán o no los siguientes.— Luis Alberto Rodríguez Arroyo. Santo Tomás de las Ollas (León).
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