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Denuncias cruzadas en una gresca policial en un bar de Barcelona

Un camarero del local asegura que dos agentes le agredieron, mientras que los policías le acusan de haber intentado robarles los móviles

Policías nacioanles, en Adriá del Besós (Barcelona), el pasado jueves.
Policías nacioanles, en Adriá del Besós (Barcelona), el pasado jueves.Quique García (EFE)

El dueño de un bar de Barcelona, un camarero y varios agentes del Cuerpo Nacional de Policía se vieron implicados en la madrugada del 24 de octubre en un altercado en el que cada parte responsabiliza a la otra de lo ocurrido. Mientras que el trabajador y el propietario del establecimiento, situado en el barrio del Born, han denunciado ante las dependencias de los Mossos d’Esquadra que los policías agredieron al camarero y causaron daños en el local, la Policía Nacional niega los hechos y alega que uno de los agentes denunció, a su vez, una tentativa de hurto de dos teléfonos móviles.

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El trabajador, que acusó públicamente a los policías en Rac1, ha reiterado que los agentes le amenazaron, le agredieron, le dijeron que hablara en castellano porque pensaban que estaba hablando en catalán —asegura que hablaba en italiano porque es italoargentino—, se negaron a salir del bar cuando este iba a cerrar y causaron destrozos en el local. “Les di el cambio, pero no se fueron. Empezaron a decirme que no habían pagado todavía y que querían otra ronda”, cuenta Luca, el único camarero que se encontraba sirviendo en la barra del local cuando se produjo la gresca y que prefiere no desvelar su identidad.

Pese a que era la hora de cerrar, los policías, según la versión de Luca, se negaban a marcharse: “Uno de los agentes dio un golpe en la barra y me gritó que no, que ellos eran ‘la ley’ y que teníamos que cerrar y abrir cuando ellos dijeran”. Según narra el hombre, el agente se le enfrentó: “Se metió detrás de la barra, me agarró del cuello y me dijo: ‘Eh, que solo queremos otra ronda”, al tiempo que le provocaba para intentar que el camarero le pegara. “Yo no lo hice”, afirma. Fue el propietario del local, que se encontraba en el piso de arriba, quién consiguió separarlos. El enfrentamiento, siempre según la narración de Luca, duró 10 minutos. Durante ese tiempo, dos de los policías permanecieron en el bar, que estaba a medio cerrar, mientras los otros esperaban fuera. “Lo pasas mal porque en un segundo estás tranquilo y al siguiente, un policía agarra una botella y te amenaza”, cuenta.

La versión policial es otra: los trabajadores del bar intentaron hurtar dos móviles de uno de sus agentes, que se encontraban fuera de servicio. “Dejó los móviles encima de la barra y, cuando quiso darse cuenta, ya no estaban”, aseguran las fuentes policiales. Fue entonces cuando el agente se dirigió “al interior de la barra para hablar con el camarero y preguntarle si había cogido los teléfonos, cuando el mismo se alteró de manera exagerada no dejándole acabar la frase de que buscaba sus teléfonos, abalanzándose sobre el policía y tirándole al suelo causándole lesiones en ambos brazos”, según la denuncia presentada por el policía y a la que ha tenido acceso EL PAÍS. De acuerdo con la versión policial, “ante tales hechos, el policía procede a repeler la agresión, sin golpearle [al camarero], tan solo apartando sus golpes”.

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En ese momento, entró otro policía, que intervino para calmar la situación. Según consta en la denuncia, hizo una llamada perdida a uno de los móviles supuestamente robados y sonó en el interior de la barra.

Pero Luca recuerda algo completamente diferente. “Tuve miedo. Tampoco podía defenderme en realidad, porque ¿qué iba a hacer? Era la policía”. El camarero afirma que sabía que se trataba de agentes de la policía porque, minutos antes, uno de ellos había sacado el distintivo policial. El hombre presuntamente agredido decidió también presentar finalmente la denuncia, al que también ha tenido acceso EL PAÍS, a pesar de que dice que “no sabe” si servirá de algo.

El escenario no cambió hasta que, según Luca, llegaron los Mossos. “Uno de los policías se levantó la camiseta y les dijo: ‘Yo de aquí no me voy, que esta es mi casa, putos catalanes”. Según las fuentes policiales, los agentes estuvieron siempre de acuerdo en llamar a los Mossos. La policía autonómica llegó a los pocos minutos y finalmente, según la denuncia del agente, le devolvió los dos teléfonos sustraídos. “Uno de los mossos le pregunta si desea denunciar o ser atendido de sus lesiones en un centro sanitario, a lo que el compareciente [el policía] responde que ya lo hará en su momento oportuno”, reza el texto.

“Cada uno se fue para un lado, no hubo detenidos”, cuenta el camarero, que afirma haberse sentido desamparado porque una agente de los Mossos le dijo que “no había indicios de delito”.

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