La fiesta de Luismi
El Sol vuelve al ruedo con un nuevo sencillo, 'La fiesta del Mariachi', un tema que ni siquiera es nuevo, pero con el que pretende redimirse antes sus fieles después de años de encierro
Entra un ejército de violines. Las palmas. "¡¡Ejei!!". Se rasca nerviosamente el estómago, sin tocarse. Ya están aquí las guitarras. Saluda al cielo con su pronunciado mentón y separa tanto los labios que dejan al descubierto su atractivo diastema del maxilar inferior, una deformación en los dientes que causaría furor años después. Era a principios del 2000 y el protagonista era el mejor Luis Miguel, el de La Bikina, con su camisa negra desabrochada hasta el tercer botón, porque él nunca se planteó vestirse de charro para cantar junto al mariachi. Era el rey del pop, de los boleros y hasta de las rancheras. Con su aspecto de latin lover, sin bigote ni sombrero, le demostró al mundo que él, a quien ya habían bautizado como El Sol de México, podía hacer lo que le diera la gana. Esa es la imagen que ha quedado grabada en el imaginario colectivo de América Latina cuando recuerdan a Luis Miguel cantando con mariachis. Hoy puede que todo cambie para siempre.
Este viernes otro Luis Miguel ha presentado un nuevo sencillo: La fiesta del mariachi. Un tema que llega casi 10 años después de que presente algo y tres después del mayor bochorno de su carrera. Una canción que ni siquiera es nueva, pero con la que pretende redimir sus pecados ante una legión de fieles que han soportado —muchos, pacientemente— los mayores desplantes de quien fuera uno de los ídolos más venerados de la música en español.
Como si quisiera esquivar el peor aniversario que recuerde, anuncia que saldrá a la venta un nuevo disco el 24 de noviembre. Pues hace dos años de la fatídica gira Deja Vu, aquella histórica fuga por la puerta de atrás del mayor recinto de México. Una el 19 de noviembre y otra a la que ni siquiera asistió, en marzo del año siguiente. "Todo el mundo puede fallar una vez, pero dos veces es mucho", declaró a este diario el que fuera coordinador del Auditorio Nacional, Gerardo Estrada. Luismi inició entonces el dramático divorcio con una institución que lo había encumbrado batiendo récords de asistencia.
Sobre un concierto en ese recinto en los años noventa, el escritor mexicano Carlos Monsiváis comentaría: "Luis Miguel comprueba lo que ya sabía, porque el narcisismo es comunicativo y lo que se le había olvidado, porque el narcisismo es amnésico, es que él es guapérrimo. Su voz arrebata, él se mueve copularmente y cada uno de sus gestos —si así dicen, así debe ser— desatan el canibalismo visual (...) Aquí se viene a todo menos a escuchar a Luis Miguel, ya lo oyeron y ya lo oirán. Aquí se viene a ver a Luis Miguel".
Así era El Sol hasta hace dos años. Antes de que culpara a una rinofaringitis aguda (un resfriado común) de su encierro profesional y mediático; mucho antes de que le cayeran como jarros de agua fría hasta tres demandas millonarias: una de su exmánager, otra de su discográfica, Warner Music, y otra de su eterno rival en las tablas, Alejandro Fernández. Y así pretende regresar ahora al ruedo.
En los últimos meses, ha estado preparando su retorno. El Sol se ha bajado de las alturas y ha saludado —en un hecho considerado insólito por la prensa rosa latinoamericana— amablemente a las cámaras. Cuando se destapaba una nueva querella, se detenía en la entrada de un lujoso restaurante para hacerse una selfie con los fans. Él, que probablemente haya sido uno de los personajes de la farándula mexicana más inaccesibles. Otro nuevo escándalo, y se viralizaban vídeos de él disfrutando en una discoteca de Acapulco, coreando La chica del bikini azul junto a un público extasiado. Lo último, una promoción por todo lo alto de una serie que revelaría los secretos más íntimos de su vida privada.
Pero faltaba su voz. Y este ha sido el golpe definitivo. El retorno de Luismi llega con una imagen: de esmoquin blanco y pajarita negra, frente a una puesta de sol imposible en el mar. Imposible, porque el color del cielo coindice convenientemente con su tono de piel, que sigue estando bronceada como antes, pese al enclaustramiento de más de dos años. Su pelo desgreñado quedó definitivamente atrás, ahora se ha adherido como una segunda capa del cuero cabelludo. Y está visiblemente más esbelto que los memes que se hicieron de él un cruel chiste nacional hace unos años.
La fiesta del mariachi promete ser la nueva fiesta de Luismi. Entran las trompetas. Los violines. "¿Qué pasó, mi chula? ¡¡Ejei!!". "La fiesta va a comenzar, adornen esos portones", inicia la canción. Sobre un fondo negro, el nuevo sencillo, que lleva en las primeras horas medio millón de visualizaciones en Youtube, está ilustrado solo con su nombre. Muchos fans se preguntan: Además de escucharlo, ¿volveremos a ver a Luis Miguel?
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