Mortal Luis Miguel
El Sol de México ha dejado de ser, para sorpresa de sus fieles, el dios latino a quien todo se le perdona
Luis Miguel fue un dios. El dios del pecho más bronceado de Iberoamérica, el del pelo alocado y traje impecable, el dios de las mujeres más guapas y de las suites de lujo, el de la mejor mesa en un restaurante, el dios de los dientes blancos y sonrisa perversa. El creador del latin lover, el rey de la música latina. Y como una deidad que era, se le identificó con el sol. Pero Luis Miguel Gallego Basteri, para sorpresa de sus fieles más devotas, es a sus 46 años un mortal más. Y como tal, se ha aparecido esta semana en un restaurante de Los Ángeles con su novia belga, después de meses de misterio.
Vestidos los dos de negro y con una sonrisa de oreja a oreja, miraban por primera vez en mucho tiempo a las cámaras. Después de que la prensa mexicana e internacional haya escrito todo sobre el fin de su carrera, él muestra los dientes. Pero la mala racha sigue persiguiendo al Sol de México.
FOTOS ¿Recluido? Luis Miguel reaparece sonriente y en muy buena condición física https://t.co/DLx7y1WS7q pic.twitter.com/FM5Oes34Jm
— Revista ¡HOLA! (@holamexico) August 9, 2016
Luis Miguel es un hombre cansado, capaz de cantar solo 20 minutos en un concierto y huir; de cancelar el resto y dar explicaciones incoherentes. Un artista maduro que ya no se desabrocha nunca más el botón de la camisa hasta el ombligo, que no consigue salir como antes en la foto, ni por su lado derecho. Un artista que hace 10 años que no saca un solo éxito, que lleva seis sin producir un disco y que ha roto relaciones con los recintos más importantes de México y Estados Unidos. Él, que se coronó como el primer latino en llenar el Madison Square Garden de Nueva York con 23 años.
Luis Miguel hizo tanto en tan poco tiempo y tan joven, que ha podido vivir hasta hace un año con la tranquilidad que le dejaron sus rentas. Plantaba a sus admiradores y seguían agotando las entradas, culpaba al clima para cancelar un concierto y los más aguerridos lo entendían sin pestañear. La fe ciega de sus feligreses parecía no tener límites, pero los tenía.
El 9 de febrero de 2015 en Mérida, Yucatán, El Sol se apagó y no ha logrado remontar desde entonces. Después de una hora de espera y de los abucheos del público, tuvo que presentarse el organizador del evento para zanjar el asunto: "El artista simple y sencillamente se metió a su cuarto, pidió botellas de alcohol y está emborrachándose. Por eso es que no se presentó y esa es la verdad. No sabemos si va a venir, no ha tenido ni la decencia de cancelar".
Aquel fue el comienzo del peor periodo de Luis Miguel. Pero nadie creía que fuera a ocurrir lo que sucedió después. El Sol traicionó a uno de los recintos más emblemáticos del país, y lo hizo dos veces. Gerardo Estrada, director del Auditorio Nacional de México, recuerda el vergonzoso momento que sufrió la noche del 19 de noviembre del año pasado: "Cuando estaba bajando las escaleras de mi despacho para ver el show en vivo me topé con que Luis Miguel se estaba yendo. Ya tenía la camioneta preparada en la puerta. Me quedé en shock".
Ese fue el primer golpe bajo a una institución que, según cuenta el coordinador, siempre había confiado en él. En marzo y abril de este año lo volvieron a intentar con cuatro fechas nuevas. Pero Luismi volvió a dejar plantado al recinto que lo encumbró batiendo récords de asistencia. El Sol ya no podrá pisar el imponente escenario si su empresa no corre con todos los riesgos, aseguran desde el Auditorio.
Después de siete años sin ofrecer una entrevista, los seguidores del artista pudieron verlo en un encuentro prefabricado por sus productores para una cadena argentina. La única respuesta contundente llegó cuando reconoció finalmente que estaba enfermo de un oído. Un Luis Miguel más naranja que bronceado justificó su retiro "temporal" por los niveles de decibelios que ha tenido que soportar a lo largo de su carrera.
Comenzó con 11 años, en 1981, de la mano de su padre, un cantante español desconocido en su tierra apodado Luisito Rey (Luis Gallego Sánchez). Y desde entonces se codeó con la flor y nata del famoseo de la época. Su carrera dio un brinco definitivo cuando uno de los personajes más turbios de la historia mexicana, el jefe de la Policía de la Ciudad de México, Arturo El Negro Durazo, financió su primer álbum que lo bautizaría para siempre como El Sol. Durazo fue acusado años más tarde de contrabando, acopio de armas y abuso de autoridad.
Después de años con documentación falsa, que supuestamente le había proporcionado el propio Durazo, Luis Miguel se convirtió en mexicano. Él no había nacido en Veracruz, como señalaban sus papeles, sino en Puerto Rico el 19 de abril de 1970. Para tapar el escándalo, el presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari (gobernó de 1988 a 1994), quien se confesaba fan del cantante, le dio sin preámbulos la nacionalidad.
Con un padre conflictivo —según reconoció en diferentes entrevistas— y la desaparición de su madre italiana, que nunca llegó a superar, Luis Miguel salió adelante. Se convirtió en el dios que todos quisieron que fuera. Pero en una entrevista para una cadena mexicana confesó: "Fue un sueño que comenzó cuando era muy pequeño, que se llevó por delante mi infancia y muchas cosas, no sabría decir si ha merecido la pena".
"Cuando canto en vivo es cuando siento realmente que estoy acompañado. Después regreso a la soledad de la que me he tenido que acostumbrar y que ya necesito", revelaba un Luis Miguel cansado en su época más dorada. En medio de su retiro, muchos se preguntan si podrá regresar a los escenarios, esta vez sin bajar de las alturas. Como el común de los mortales.
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