Batiburrillo actoral
YO lo estaba bordando. La frase “Queda usted detenido por robo con premeditacion y alevosía” salía de mi boca como si fuera la primera vez que alguien la pronunciara.
Todo iba miel sobre hojuelas en la grabación: Los figurantes hacían como que hablaban sin salirse de sus marcas, mis compañeros soltaban sus réplicas con soltura, los operadores de cámara recogían con su aparatos imágenes enfocadas y bien compuestas y lo más importante: YO lo estaba bordando. La frase “Queda usted detenido por robo con premeditacion y alevosía” salía de mi boca como si fuera la primera vez que alguien la pronunciara. Además irrumpía en la escena derrapando con un coche patrulla, con la luz de la sirena tiñéndolo todo de un azul eléctrico y mi presencia, al apearme —vestido con uniforme de policía municipal bien ajustadito— cortaba el aliento.
Habíamos hecho ya dos tomas precisas y milimétricas y cuando me retiraba hacia mi roulot, con una luna cuarto creciente en mi cara, el director me dijo: Joaquín, aunque ya la tenemos, vamos a hacer una más. Quiero que te sueltes.
Algo hizo click in my mind. Y se desencadenó la espiral del batiburrillo, en la forma de un monólogo interior desenfrenado: Está siendo condescendiente, lo que quiere decir es que lo estás haciendo mal. Todo el mundo se ha dado cuenta ¿cómo no te has olido la tostada? De verdad estabas satisfecho con tu interpretación? Y la palabra premeditación ¿la estás pronunciando bien? ¿Seguro? Bueno pues si es así, asegurate de que sigas haciéndolo. Y prueba a poner otras caras, otros gestos. ¡Venga hazlo bien de una pueñetera vez! No hagas perder el tiempo a esta gente.
Lo que paso a continuación fue: que las veces que logré iniciar mi parlamento lo interrumpí siempre al llegar a premeditación; que, en al menos tres ocasiones, estuve a punto de atropellar al técnico de sonido y que me encaré, llegando a las manos, con una señora, una figurante, que intentó, con buena intención, apuntarme mi texto.
Nota: Directores españoles, cuando trabajen conmigo trátenme como a un Furby, órdenes sencillas y mucho cariño.
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