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Marías, el cortometraje contra el acoso escolar hacia mujeres indígenas

El trabajo realizado por tres artistas visuales y un antropólogo mexicano denuncia el estereotipo de la mujer indígena

Delfina López protagoniza a Valentina.
Delfina López protagoniza a Valentina.Youtube

A Valentina le dicen María por el hecho de ser indígena, mujer y pobre. Tres características que, en países como México, se pagan caro. Su historia puede ser la de cualquier mujer indígena maya, otomí, tzotzil o zapoteca que haya ido a la escuela. El cortometraje Marías, realizado por tres artistas visuales, un antropólogo y protagonizado por Delfina López, narra el acoso escolar que sufre Valentina a lo largo de su juventud.

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De niña a Valentina su maestro no la deja entrar con su ropa tradicional a la escuela. Otro día en la secundaria, la niña sufre una paliza por parte de sus compañeros tras revelarles de dónde proviene y qué idioma habla. Ella habla otomí, la séptima lengua indígena más hablada en México.

Situaciones similares vivió la protagonista Delfina López. La joven originaria de Tolimán, Querétaro, ha sido discriminada por hablar este idioma. "Sé cómo se siente la discriminación", asegura con vehemencia la joven de 25 años. En la escuela la hacían a un lado por vestirse diferente. Cuando tenía alrededor de nueve años en más de dos ocasiones le jalaron de los pelos y la rasguñaron. 

Pero esta situación no solo le ha ocurrido a ella. El creador de la historia, Román Sauza, se inspiró para hacer Marías, en otros casos como el de Angelina, la estudiante mixteca que fue golpeada brutalmente en 2013 por sus compañeros de clase en la Ciudad de México. Fueron sus propios agresores quienes subieron el vídeo en el que se ve cómo la golpean. Este caso llegó al Tribunal de Conciencia de Mujeres Indígenas en Nueva York, Estados Unidos.

Los otros personajes del cortometraje se sintieron identificados desde el principio. Los niños estaban encantados en participar, las mujeres también. “Como el diálogo era muy familiar para ellos no tuvieron que memorizarlo”, precisa Souza. Ellos pueden ser protagonistas de su propia historia.

Marías se estrenó a finales de septiembre en el estado de Querétaro, México. Se trata de un falso documental, una historia imaginada a partir de otras que sí existieron. Souza había imaginado en un principio un documental , pero la falta de recursos económicos no se lo permitió. El único patrocinio con el que contó este proyecto fueron 5.000 pesos (227 euros). Las directoras pusieron su propio equipo de vídeo.

Sauza, Maestro en Antropología por la Universidad de Querétaro empezó a identificar en la prensa historias de hombres y mujeres que han sido víctimas de bullying en algún momento de su educación. Pero no solo rastreó en los periódicos, su propia experiencia en la Secretaría de Salud de Querétaro le sirvió como fuente de inspiración. Allí escuchaba relatos de acoso, de discriminación, de violencia obstétrica hacia mujeres indígenas. “Es difícil demostrar pero es el pan de cada día”, asegura el antropólogo de 30 años.

“El corto es una crítica al estereotipo de la india María” explica Sauza, y puntualiza que fue en los años 60 cuando se empezó a asociar a las indígenas con el genérico de la india María, tras una ola de migración de indígenas mazahua a la capital. La protagonista lucha contra este estereotipo y defiende su nombre, Valentina, por valentía. Pese a no ser un nombre indígena, "era más potente” según Sauza, fundador de Yosoyoho una asociación que creó a la primera muñeca artesanal bilingüe (otomí-español) Xahni.

El escenario donde se desarrolla la historia es la localidad de Yospí Amealco, en Querétaro. “Nos preocupaba que la gente no se dejara grabar”, cuenta Yolanda Alonso, de 24 años, egresada de la Facultad de Bellas Artes. Alonso dirige y produce el cortometraje junto a Margarita Sánchez y Melissa H. Granados. Grabar en comunidades indígenas no es un asunto sencillo, según la directora. Es necesario seguir un proceso para ganarse la confianza de la gente. En este caso, el centro social La Casa Otomí les permitió establecer un vínculo directo con las personas de la comunidad.

Pese al acoso sufrido durante tantos años, Valentina logra forjarse su propio camino. Como dice la protagonista: "Esperando que la dignidad se haga costumbre".

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