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Cinco firmas españolas que apuestan por los básicos

El sastre Lander Urquijo tiene tres puntos de venta en España: dos en Madrid y uno en Bilbao.

HACE TIEMPO que el armario masculino tocó fondo, constreñido por la funcionalidad, el vestir laboral y eso que se ha dado en llamar “estilo fin de semana”, con mínimas concesiones a la fiesta.

Pero un pujante grupo de firmas especializadas parecen dispuestas a dinamizar el sector en España. Como Smitzy, una marca consagrada a modernizar el pantalón chino. Junto a ella, enseñas de eficacia comercial probada como El Ganso, comprometidas con el medio ambiente como Ecoalf, renovadoras de la tradición como Pelotari Project y hasta sastres del tirón de Lander Urquijo tienen ahora la palabra, con un discurso que habla de estilo, modernidad y hasta tecnología. Y un mercado al alza. Según el último informe El comercio textil en cifras, elaborado por Acotex —la organización empresarial del negocio textil y de complementos—, la facturación de la moda masculina en nuestro país llegó a los 91.103 millones de euros el año pasado, 30.329 millones de euros más que el anterior. Un volumen de ventas que representa ya el 32% del total, recortando distancias con la femenina (37,1%). “El hombre está mejor informado que nunca. Con las redes sociales e Internet, resulta fácil estar al tanto y comprar. La gran transformación en la indumentaria masculina va por ahí”, asegura Carlos Schmitz, cofundador de Smitzy.

Lander Urquijo - El don de la sastrería urbana

El sastre Lander Urquijo tiene tres puntos de venta en España: dos en Madrid y uno en Bilbao. “El lujo no está condicionado por el tipo de prenda, sino por la calidad de su materia prima”. Palabra de sastre, pero no de uno cualquiera (léase tradicional). Con su visión singular y muy contemporánea del mercado, Lander Urquijo (Bilbao, 1977) ha puesto en sintonía el discurso del traje con el pulso de la calle. “Hay piezas icónicas dentro de la sastrería que son básicos intemporales. El traje gris o azul, el blazer marino o el abrigo de paño, por ejemplo, son esenciales, ya sean de confección a medida o en serie. Pero aunque esos sean los favoritos, el hombre de hoy ya se atreve más con los colores, los estampados y, por supuesto, los cortes”, concede Urquijo, que puede considerarse tanto modista como diseñador.

Formado desde los 16 años en los talleres de una sastrería de su ciudad natal, en 2009 fundó al fin su propia enseña, en la que, además de corte, prima el origen de su género: “Contamos con los mejores proveedores de tejidos del mundo. Ellos, aparte de garantizarnos la calidad, nos aportan mucha información con respecto a texturas y coloridos”. El éxito de su propuesta, que incluye trajes a partir de 700 euros, se ha traducido en tres puntos de venta propios en España (uno en Bilbao y dos en Madrid, para la confección a medida y la línea de prêt-à-porter) y, hasta no hace mucho, otro en París, cerrado para priorizar la expansión internacional online. “Nuestros próximos pasos los queremos dar alrededor del comercio digital, porque creemos que es el momento adecuado. Es un escaparate mundial y, por tanto, una tienda abierta al mundo, no solo a una ciudad”, explica Urquijo. Una medida potenciada por los hábitos de consumo de las nuevas generaciones. “Están mucho más acostumbradas a la experiencia virtual que a la presencial, y eso hace que sea fundamental estar ahí para evolucionar y no quedarse obsoletos”.

Pelotari Project -  A la modernidad por la tradición

No es habitual encontrar a dos mujeres centradas exclusivamente en el universo de la indumentaria varonil, pero está claro que a Raquel Rodríguez y Laura Herrera no les asustan los desafíos. “Detectamos una oportunidad en el hombre de 30 años en adelante, que quiere vestir casual y moderno sin parecer un adolescente y que busca una alternativa al clásico look de americana y corbata”, dicen. La calurosa acogida de su enseña, Pelotari Project, presentada hace apenas un año, confirma que tenían razón. Aunque algunos se sorprendan todavía de que algo así sea idea de mujeres. “Hay quien se ha acercado a la marca porque creía que éramos hombres. Algunos pensaban incluso que éramos arquitectos”, revelan divertidas. “En realidad, nosotras llevamos ya varios años en la moda, tanto masculina como femenina, y esto tampoco supone un gran cambio”.

Inspirado en el deporte del jai alai y el o, la típica chaqueta vasca, la marca parte de la tradición. “Los pelotaris y sus valores nos sirvieron de base para crear todo un concepto muy sólido. La cultura euskalduna es algo que llevamos muy dentro y, como profesionalmente veníamos del mundo digital, la idea de mezclarlo todo nos parecía muy atractiva”, explican. El resultado, a caballo entre lo sartorial y lo tecnológico, es una serie de chaquetas que funcionan como americanas, cortavientos y chubasqueros-canguro, confeccionados en España y Portugal con tejidos técnicos y reciclados, que despachan en tiendas multimarca y su página web. “Si no tienes una referencia online no existes. Otra cosa es cómo tiene que ser esa presencia, cada marca debe decidir su estrategia. Nosotras hemos apostado por nuestra propia tienda e Instagram para mostrar el universo Pelotari de una forma global”, explican. “Internet ha democratizado la moda. Creemos que la globalización hará que se fomente la personalización, la exclusividad. Por eso pensamos que hay que buscar la diferenciación”.

Ecoalf - Conciencia elemental

Diseño limpio, urbano y atemporal. Con tales mimbres, el empresario Javier Goyeneche (Madrid, 1970) urdió en 2012 la trama de la marca española que mejor representa el actual compromiso sostenible de la moda a escala global. Ecoalf es puntera en convertir lana usada, botellas de plástico o neumáticos en la sustancia con la que confeccionar sus básicos. “Somos lo opuesto al fast fashion”, asegura este emprendedor en serie. Quizá por eso ha seducido a ese tipo de clientela que no quiere perder tiempo en la búsqueda de un artículo si ya ha dado con el que le satisface al cien por cien. “Personalmente, me molesta cuando me gusta algo de una marca y a la temporada siguiente descubro que han alterado el producto simplemente por el ansia de novedad, cuando no era necesario. Yo quiero la misma camisa, en el mismo color y con el mismo patrón que la del año anterior”, esgrime. Ecoalf también apuesta por la innovación, pero no tanto en términos de diseño (exceptuando algunas concesiones como su actual colaboración con Sybilla) como de I+D. “Donde los demás ven basura, nosotros vemos materia prima que, a través de sofisticados procesos de reciclaje, da como resultado tejidos, suelas de zapatillas, cordones, etiquetas”. Diseño limpio, urbano y atemporal. Con tales mimbres, el empresario Javier Goyeneche (Madrid, 1970) urdió en 2012 la trama de la marca española que mejor representa el actual compromiso sostenible de la moda a escala global. Ecoalf es puntera en convertir lana usada, botellas de plástico o neumáticos en la sustancia con la que confeccionar sus básicos. “Somos lo opuesto al fast fashion”, asegura este emprendedor en serie. Quizá por eso ha seducido a ese tipo de clientela que no quiere perder tiempo en la búsqueda de un artículo si ya ha dado con el que le satisface al cien por cien. “Personalmente, me molesta cuando me gusta algo de una marca y a la temporada siguiente descubro que han alterado el producto simplemente por el ansia de novedad, cuando no era necesario. Yo quiero la misma camisa, en el mismo color y con el mismo patrón que la del año anterior”, esgrime. Ecoalf también apuesta por la innovación, pero no tanto en términos de diseño (exceptuando algunas concesiones como su actual colaboración con Sybilla) como de I+D. “Donde los demás ven basura, nosotros vemos materia prima que, a través de sofisticados procesos de reciclaje, da como resultado tejidos, suelas de zapatillas, cordones, etiquetas”.

Unos ingresos de alrededor de seis millones de euros este año auguran su crecimiento orgánico. “Estamos inmersos en un proyecto increíble para reciclar polietileno del mar en Tailandia y hacer con él nuestro packaging. Y mientras, ultimamos la apertura de la tienda insignia de Berlín y vamos a exponer en el Design Museum de Londres. ¡Nos faltan horas!”.

El Ganso - La estrategia ‘college’

De izquierda a derecha, Berta Escudero, directora ejecutiva de El Ganso, y Álvaro y Clemente Cebrián, fundadores de la enseña.

“El blazer marino de algodón con coderas rojas; la camisa Oxford con cinta azul, blanca y roja; las zapatillas de lona blancas con detalles a juego con las prendas anteriores…”. La lista de best sellers de El Ganso ya resulta tan idiosincrásica que en lugar de básicos deberíamos decir clásicos. En sus 10 años de andadura, la marca fundada por los hermanos Clemente y Álvaro Cebrián ha crecido a la par que sus fans. “Somos fieles a nuestro espíritu: un estilo college que mantenemos en el tiempo. Lo que hacemos es adaptar la tendencia a nosotros, no al contrario”, explica el segundo, actual director general de la compañía. “Hemos notado que algunas de nuestras referencias que no cambian en exceso de una temporada a otra se siguen vendiendo igual o mejor”.“El blazer marino de algodón con coderas rojas; la camisa Oxford con cinta azul, blanca y roja; las zapatillas de lona blancas con detalles a juego con las prendas anteriores…”. La lista de best sellers de El Ganso ya resulta tan idiosincrásica que en lugar de básicos deberíamos decir clásicos. En sus 10 años de andadura, la marca fundada por los hermanos Clemente y Álvaro Cebrián ha crecido a la par que sus fans. “Somos fieles a nuestro espíritu: un estilo college que mantenemos en el tiempo. Lo que hacemos es adaptar la tendencia a nosotros, no al contrario”, explica el segundo, actual director general de la compañía. “Hemos notado que algunas de nuestras referencias que no cambian en exceso de una temporada a otra se siguen vendiendo igual o mejor”.

La firma, que también ha llevado su reconocida impronta a la mujer y cuenta con más de 170 tiendas repartidas por todo el mundo (incluyendo el virtual), se encuentra en un momento estimulante. Sus ventas rozan ya los 100 millones de euros al año. “Es una marca relativamente asentada en España, con un potencial de crecimiento alto aquí y muy alto fuera”, concede Berta Escudero, recién incorporada al equipo como directora ejecutiva. A principios de año, Clemente Cebrián dejaba la gestión de la empresa para ser solamente consejero delegado, de ahí la incorporación de nuevos puestos ejecutivos a esta enseña madrileña de origen familiar. “Es verdad que hay países donde la moda ocupa un lugar más destacado en la lista de la compra, pero creo que en España hay interés por gastar en ella”, concluye el mayor de los hermanos Cebrián, que ahora quiere emprender nuevos proyectos empresariales. “Lo importante es no perder la frescura, reinventarse sin renunciar a tu identidad, crecer con pilares sólidos y tener claro que aún estás en el día uno”.

Smitzy - El pantalón es el rey

De izquierda a derecha, Antonio Ortega, José Manuel Rico y Carlos Schmitz, en la sede madrileña de Smitzy, la firma que fundaron el año pasado.

“Los chinos con el mejor corte de la historia”, proclama en su web. Carlos Schmitz, Antonio Ortega y José Manuel Rico, ese nuevo tipo de emprendedores de la moda en el que la formación empresarial va pareja, o incluso supera, a la técnica, crearon esta marca el año pasado. Tiene la misión más que posible de modernizar uno de los imprescindibles del fondo de armario masculino: el chino, ese pantalón de origen militar, evolución de los khakis y tótem del casual friday oficinista. “La idea surgió porque no encontrábamos unos con un corte que no fuera demasiado tradicional o aburrido. Así que decidimos diseñar, producir y comercializar una serie de modelos con patrones estudiados que favorecieran la constitución masculina, de alta calidad y confeccionados en España”, explica Carlos Schmitz. En nueve meses, la firma ha crecido un 35%, cifra que esperan aumentar exponencialmente antes de que acabe este año.“Los chinos con el mejor corte de la historia”, proclama en su web. Carlos Schmitz, Antonio Ortega y José Manuel Rico, ese nuevo tipo de emprendedores de la moda en el que la formación empresarial va pareja, o incluso supera, a la técnica, crearon esta marca el año pasado. Tiene la misión más que posible de modernizar uno de los imprescindibles del fondo de armario masculino: el chino, ese pantalón de origen militar, evolución de los khakis y tótem del casual friday oficinista. “La idea surgió porque no encontrábamos unos con un corte que no fuera demasiado tradicional o aburrido. Así que decidimos diseñar, producir y comercializar una serie de modelos con patrones estudiados que favorecieran la constitución masculina, de alta calidad y confeccionados en España”, explica Carlos Schmitz. En nueve meses, la firma ha crecido un 35%, cifra que esperan aumentar exponencialmente antes de que acabe este año.

“El corte de un pantalón cambia el look completamente”, asegura este empresario. “Una cintura más curvada y un tiro de entrepierna más moderno que favorece la silueta del hombre consiguen que los nuestros sienten como ningún otro del mercado”. En ­inevitable versión pitillo o de aspecto ­desgastado, el cliente puede hacerse con ellos en ­boutiques mutimarca o directamente en la sede de la firma (calle de Núñez de ­Balboa, 9, Madrid) previa cita. Aunque es su tienda online la que funciona como un tiro. “Es la manera más fácil de abrirse a otros mercados. Nuestras ventas en el extranjero, sobre todo en Reino Unido y Alemania, ya representan casi el 30% del total”, continúa Schmitz. Además, el 5% de la venta de cada pieza la destinan a un proyecto social ­específico: “Nuestra causa es que el chino no se quede únicamente para ­ocasiones formales o para ir a la oficina, sino que tenga un aspecto moderno y divertido y sea posible ponértelo en cualquier momento. Pero eso no quita que también pueda tener un lado ­solidario”.

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