¿Manga para chicas? Hemos visto la peli japonesa de la que todo el mundo habla
'Fireworks' sucede en un mundo casi onírico, entre Miyazaki y Dalí. La produce Genki Kawamura, artífice de 'Your Name' o 'El niño y la bestia', y es uno de los títulos más esperados en el Festival de Cine de San Sebastián
La animación japonesa vive un pequeño momento de esplendor. Hace tiempo que dejó de considerarse un género para niños, en parte gracias a que algunas de sus películas más míticas se encargaron de dilapidar esa frontera con la complejidad de las temáticas que abordaban y su visionaria percepción de los problemas presentes y futuros dentro un mundo cada vez más deshumanizado y hostil.
Si Akira (1988) se convirtió en un fenómeno contracultural en los ochenta y contribuyó a perfilar la estética apocalíptica, Ghost in the Shell (1995) contenía toda una filosofía espiritual en torno a los límites de la condición humana. Densidad conceptual que cargaba de significado una serie de discursos que todavía siguen ejerciendo una gran influencia en muchas ficciones actuales, tanto de animación como de imagen real. Pero en los últimos tiempos la tendencia ha cambiado, y películas como Your Name (2016), convertida en un inesperado acontecimiento, han marcado la pauta de lo que pide el público actual: películas de amor con un punto naíf, protagonizadas por adolescentes y salpicadas en algún momento por el elemento fantástico.
Esos ingredientes son precisamente los que conforman la nueva apuesta de animación japonesa potente de la temporada: Fireworks, Should We See it from the Side or the Bottom?, dirigida por Akiyuki Shinbu y Nobuyuki Takeuchi y producida por Genki Kawamura, artífice de títulos como Your Name o El niño y la bestia.
Podríamos pensar que el título de la película debería ganar el premio al más original del año. Pero lo cierto es que es idéntico al de una de las célebres películas para televisión que Shunji Iwai hizo al principio de su carrera, en 1993, de la cual extrae la mayor parte de su esqueleto narrativo. En ella, un grupo de colegiales se enzarzaban en un arduo debate: ¿Es mejor ver los fuegos artificiales desde abajo o desde un lado? Y, lo más importante: Dependiendo de si tomamos una perspectiva u otra… ¿son redondos o son planos? Esa era la excusa para contar una historia de amistad y rivalidad, de primeros amores y primeras experiencias románticas, que tenía como trasfondo un cielo negro e iluminado por miles de centellas brillantes de colores que explotaban para convertir la realidad en algo mágico durante una milésima de segundo.
Uno de los directores de la versión animada, Nobuyuki Tackeuchi, nos cuenta que quería captar el espíritu del original, pero adaptándolo a las nuevas necesidades del público actual, que pide menos costumbrismo y más fantasía y poesía visual. En la película de Shunji Iwai ya estaba presente el tema de las distintas posibilidades que ofrecía el destino alrededor de una cita entre una chica con problemas familiares que quiere marcharse de casa, y dos amigos que se disputan su amor. Dos opciones posibles que se materializaban en dos destinos diferentes.
“Está basada en una de las célebres películas para televisión que hizo Shunji Iwai al principio de su carrera, en 1993, de la cual extrae la mayor parte de su esqueleto narrativo”
En esta ocasión, sin embargo, los responsables se encargan de introducir el elemento fantástico a través de una canica que permite a los personajes explorar distintas realidades alternativas a medida que las cosas se van torciendo en la línea temporal principal. En Your Name ya se utilizaba el tiempo como concepto mutable y también en La chica que viajaba a través del tiempo, de otro director fundamental como es Mamoru Hosoda, que utilizaba esta narrativa sci-fi como excusa para introducirse en las primeras decepciones amorosas y los miedos inherentes a la adolescencia de una joven desorientada.
Porque todas estas películas, al fin y al cabo, tienen un mismo elemento en común. Además de la fantasía, hablan sobre todo del crecimiento, de la inseguridad que se desprende del tránsito de la niñez a una etapa todavía alejada de la edad adulta pero que ya empieza a generar desasosiego y un cierto grado de ansiedad a menudo relacionado con el estallido hormonal. Hablan de eso, pero lo hacen desde la melancolía y la poesía visual, con una enorme precisión en el trazo emocional con el que se configuran los personajes y una delicadeza expresiva que termina siendo casi una sinfonía, un poema de amor.
En Fireworks los adultos se convierten en figuras amenazadoras, que se mueven por sus propios intereses y que no parecen tener ningún tipo de empatía hacia sus hijos y el momento vital que están atravesando. El director Takeuchi nos cuenta que quería acercarse al verdadero espíritu teen de rebeldía y a la necesidad que tienen los jóvenes a esa edad de encontrar su propia libertad dentro de un entorno opresivo familiar que solo se preocupa de dictar reglas y restricciones.
Más curioso resulta cuando se le pregunta si considera que Fireworks está enfocada al público masculino o al femenino. Si es un shonen o un shojo. Para él, un shonen. Para mí, un shojo. En realidad, es lo de menos. La película parte de la realidad más reconocible para sumergirnos en un mundo casi onírico, a medio camino entre Hayao Miyazaki y Salvador Dalí en el que late el romanticismo y un cierto aliento de tristeza, quizás inherente a ese momento de búsqueda interna y confusión emocional que sufren los personajes, que no se encuentran cómodos en sus respectivas realidades y necesitan la fantasía, la aventura, para escapar de ella.
Fireworks se ha presentado en la Sección Oficial fuera de concurso del Festival de San Sebastián, un certamen que lleva tiempo apostando por el género de animación japonés dentro de su programación. Hace dos años, Mamoru Hosoda participó a concurso en la Sección Oficial, y el año pasado Your Name comenzó también aquí su trayectoria de éxitos.
"En 'Fireworks' los adultos se convierten en figuras amenazadoras, que se mueven por sus propios intereses y que no parecen tener ningún tipo de empatía hacia sus hijos"
Para Javier Puertas, responsable del área de cine en la distribuidora Selecta Visión, que estrenó Your Name y tiene pensado repetir el éxito con Fireworks la próxima primavera, este boom empezó hace unos cuatro años, cuando el público comenzó a interesarse por el género de animación japonesa. El efecto Your Name, fue definitivo para se abriera una ventana que hasta el momento había sido casi exclusivamente de nicho, al público general. “Las nuevas ventanas legales como Netflix también han contribuido a extender el fenómeno, así como la proliferación de eventos, ferias, salones en casi cada comunidad autónoma, donde se puede hacer cosplay, cantar karaoke o comprar mangas”. Que un festival como San Sebastián haya incluido durante tres años seguidos animación japonesa en su programación, dice mucho del estado del género en nuestro país, también del buen ojo de los programadores. Quiere además decir, que ya no se circunscribe solo a certámenes especializados, ni siquiera a Sitges, que lleva años teniendo una sección propia de animación y donde se descubrieron nombres fundamentales como Satoshi Kon o películas como Mindgame. Ahora el anime ha llegado para quedarse y su repercusión cada vez es mayor.
Aunque no lancemos fuegos artificiales. Para Javier Puertas es un momento dulce pero extremadamente voluble. El público potencial vive en las redes sociales y los cambios que se producen son casi constantes. Y un dato significativo: en España la taquilla de Your Name, considerada casi un acontecimiento para una obra de estas características, fue de 400.000 euros con un total de 70.000 espectadores. En Francia, la misma película recaudó dos millones. Así que todavía parece que falta mucha traca por explotar. Solo falta comprobar si se ve mejor desde un lado o desde otro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.