Momento para Europa
La tarea pendiente es avanzar hacia una figura, que muchos llaman Ministro del euro (o de Hacienda, o de Economía y Hacienda del euro), pareja a Míster PESC
Después de Alemania, turno para Europa, con permiso de Italia.
El momentum para avanzar en la senda federal es obvio: populismos en retroceso (pero no desaparecidos); economía en su cuarto año de recuperación (pero con demasiados abandonados en la cuneta por las secuelas sociales de la Gran Recesión); las encuestas de opinión pública, favorables a la UE como no lo eran desde hace años.
El gran proyecto ahora es completar la unión económica y monetaria. Como dijo el viernes en el Círculo de Economía Eulàlia Rubio, del Instituto Delors, se trata de volver a la convergencia económica y social, para “recuperar la ilusión por el euro”.
El cogollo de la tarea pendiente es avanzar hacia una figura, que muchos llaman ministro del euro (o de Hacienda, o de Economía y Hacienda del euro), pareja a míster PESC (señor, o señora, de la política exterior) muy poderoso.
Que tendría un triple mando derivado de calzarse tres sombreros: la vicepresidencia de la Comisión (planificación, supervisión, iniciativa); la presidencia del Eurogrupo (el pastoreo de los ministros ecofines y su poder de veto); la cabeza del Fondo Monetario Europeo (FME), que compensaría con potencia la próxima crisis y su diferente impacto, entre los países inarrugables y los vulnerables.
Este FME será clave. Su diseño se ha iniciado con sonoro debate, entre Francia y Alemania; entre intergubernamentalistas (Berlín) y comunitaristas (Bruselas); entre ambiciosos y minimalistas; entre quienes quieren un FMI europeo, los que desean un fondo de fonditos para distintas tareas y quienes aspiran a un Tesoro.
Será probablemente la evolución del —ya bastante dotado—Mecanismo de Estabilidad. Y dará al ministro media “bomba atómica”, en definición de Enrico Letta, el ex primer ministro italiano que ahora preside la Delors y acaba de escribir el sugestivo Hacer Europa y no la guerra (Península). La primera mitad es el dinero del FME, para la solidaridad; la segunda, el control de los presupuestos nacionales, para asegurar la responsabilidad.
¿Y el control democrático sobre ese nuevo poder? Imprescindible. Para evitar, en frase del profesor Antoni Castells (fundador de EuropeG), “que manden aquellos a quienes no hemos elegido; y que quienes no hemos elegido nos manden”. Amén.
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