Arte, fantasía y comodidad
En un duelo de elegancia, Carolina Herrera presenta su colección en el MoMA y Oscar de la Renta, en Sotheby’s dentro de la Semana de la Moda
La nueva colección de Carolina Herrera llevó el arcoíris al jardín de esculturas del MoMA, el Museo de Arte Moderno. Era la primera vez que el museo cedía el espacio para un desfile. Allí, la diseñadora venezolana se sumó con su propuesta a la terapia del color que la Semana de la Moda de Nueva York está prescribiendo para la próxima primavera. “Los tonos vibrantes y saturados aportan confianza, y sus combinaciones insólitas una sensación de energía optimista”, receta la nota de Herrera. Con la escultura blanca Geometric Mouse, Scale A del artista Claes Oldenburg como telón de fondo, las modelos sirvieron un conjunto de piezas de siluetas glamurosas y poderosas. Con apuntes artísticos y pequeñas dosis de influencias ochenteras, Herrera trajo a la actualidad el encanto de la alta costura de épocas pasadas. Mangas dramáticas, cinturas ajustadas y faldas con mucho vuelo marcaron la consigna de una noche en la que se revisaron los topos y rayas firma de la casa desde una perspectiva fresca y juvenil. La diseñadora remató los conjuntos con unos zapatos de bloques de color elaborados en colaboración con Manolo Blahnik.
Poco antes, y en otra de las instituciones de la ciudad, la casa de subastas Sotheby’s, Laura Kim y Fernando García entregaron su segunda línea para Oscar de la Renta. Fue interesante observar ciertos paralelismos entre las propuestas para la próxima temporada de ambas marcas: desde el emplazamiento con vocación artística pasando por las referencias plásticas y la voluntad de acercar el legado a las nuevas generaciones. Ninguno de los dos se olvidó en ese día especial, 11 de septiembre, de recordar a las víctimas.
Los nuevos directores creativos de Oscar de la Renta, que cuentan también con la firma propia Monse, ofrecieron una visión mucho más renovada y actual de la marca que en la anterior ocasión, introduciendo materiales hasta ahora ajenos a ella como el vaquero. Motas de pintura encima de la ropa pintadas con lentejuelas, estampados con la caligrafía del diseñador extraída de notas personales y juegos artísticos en delicados vestidos de tul fueron las aportaciones con las que este dúo intentó encontrar el difícil equilibrio entre pasado y presente, entre legado y novedad. “Queremos acercar la firma a una nueva consumidora”, reflexionaba Fernando García tras el desfile, “es necesario introducir nuevos puntos de vista. La mujer actual necesita prendas versátiles que le funcionen de día y de noche. Ir a casa para ponerte un vestido cocktail ya no es razonable”.
Si hay algo que están remarcando estos días los diseñadores en la Semana de la Moda de Nueva York es que la comodidad no tiene porque estar reñida con la fantasía. Y símbolo de ello es la profusión de volantes, el protagonismo de las mangas abullonadas y el uso de tejidos, encajes y técnicas antiguamente reservadas para la alta costura en siluetas de raíces sport que han llenado la pasarela. Lo vimos en Jeremy Scott y en Custo las primeras jornadas, y se ha visto este lunes en 3.1. Phillip Lim, Rosie Assoulin y Zadig y Voltaire.
Lim trabajó este juego de opuestos en una colección muy práctica pero con elementos lúdicos. “Cuando se equilibran con imaginación dos elementos aparentemente contradictorios, cuando se los oponen en formas nuevas y singulares, resultan sorprendentes descubrimientos”, dice la cita del filósofo Marshall McLuhan con la que Lim encabezó su nota de prensa. Esta dialéctica de contrarios quedó plasmada en volantes que asomaban de tops y vestidos, piezas muy minimalistas por arriba rematadas con bajos abullonados, en camisetas imperio de lentejuelas y rayas o jerséis-sudadera estampados.
En Zadig & Voltaire se practicaron también juegos de opuestos. La marca francesa que desfila por segunda vez en Nueva York bajo la supervisión creativa de Cecilia Bönstrom hizo un canto a la mezcla de códigos en su nueva colección primavera verano 2018: estampado militar en un mono de encaje, un conjunto de canalé caqui con aplicaciones, un vestido blanco de algodón con un logotipo deportivo bordado o la yuxtaposición de tops de lentejuelas con prendas casuales.
Lejos de allí, física y conceptualmente, la enseña independiente de Rosie Assoulin añadió su particular punto de vista al diálogo entre contrarios. En sus piezas pensadas para el día a día Assoulin consigue integrar con humor elementos dramáticos como volantes y grandes faldas: “¡Está bien jugar!”, explicaba la diseñadora en su presentación. La comodidad y practicidad, normalmente asociadas al minimalismo, a la austeridad, a las prendas básicas, emprende una senda mucho más lúdica y juguetona en sintonía con el espíritu positivo que impregna la Semana de la Moda estos días.
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