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CLAVES
Columna
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Comunidad de valores

Schulz defiende una comunidad de valores

Máriam M. Bascuñán
Foto de familia durante una reunión de varios ministros en Budapest.
Foto de familia durante una reunión de varios ministros en Budapest.Szilard Koszticsak (EFE)

La tumultuosa relación entre Bruselas y Ankara saltó a la palestra esta semana a raíz del debate electoral sobre política nacional que enfrentó a los principales candidatos a la cancillería alemana, Merkel y Schulz. Entre otros asuntos, ambos escenificaron hasta qué punto el Brexit ya no es en absoluto una prioridad.

Es evidente que a los europeos nos inquieta más nuestra relación con Turquía y su giro autoritario. Y si este asunto ha resonado tanto en Bruselas no es solo porque el neoautoritarismo turco sea incompatible con los valores de Europa. El nuevo sueño otomano y sus desafíos geoestratégicos proyectan una cuestión más espinosa: cómo afrontar nuestra relación con los países miembros que ya no pueden considerarse democracias plenas.

Hablamos, por supuesto, del grupo de Visegrado, cuyos miembros representan ese avance de la ola contraliberal y etnonacionalista en el corazón de Europa. Mientras, en la Unión seguimos obsesionados por encontrar un acomodo en la Realpolitik.Sabemos que poner límites a estas seudodemocracias tiene costes en términos geoestratégicos y, cuando ha sido necesario, no hemos dudado en imponer una visión puramente pragmática: externalizar las obligaciones con Turquía en materia de refugiados, por ejemplo, ha servido para proteger Schengen, aun de forma endeble y temporal.

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El Brexit ya se produjo y es solo un engorroso trámite. Debemos mirar hacia el futuro: definir qué somos, pero también quiénes nos quedamos. El desafío al que se enfrenta la Unión pasa por precisar la relación con esos Estados, lo que implica volver sobre nuestra identidad. Schulz defiende una comunidad de valores: no aceptar a quienes no los comparten y que los que incumplen no puedan beneficiarse de las ayudas de los demás. Es una apuesta por aquello que los europeos pensamos que merece la pena ser defendido: nuestra forma de organizarnos, de convivir, nuestros valores; poner, en fin, límites a la Realpolitik. Así es como protegeremos mejor a Europa, porque es ahí donde se juega la Unión su credibilidad frente a los ciudadanos. Quizás es porque sabemos que “si esa preocupación por la democracia se duerme, la democracia muere”... y Europa también. @MariamMartinezB

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