Sin miedo ni prevención
La manifestación mostró que todo uso democrático sufre el asalto de quienes apoyan el golpe
El lema adoptado para la manifestación de Barcelona, No tinc por (no tengo miedo), es ciertamente imaginativo. Se cuida de no designar al agente de la matanza de La Rambla, ni como yihadismo ni como terrorismo. A no ser que los manifestantes tratasen de expresar que son seres ajenos a sentir miedo, por muy justificada que esté tal sensación, y una amenaza mortal lo es. Siempre se siente miedo de algo o por algo, y no mencionar esta causa, bajo la superficie suele indicar que el miedo existe, ya que no hay atrevimiento para nombrarlo. Y por fin el singular —no tinc— en vez del plural —no tenim— sugiere que los terroristas han alcanzado ya un primer objetivo: disolver, desagregar la conciencia colectiva del enemigo al cual agreden.
Los efectos negativos de tal indeterminación resultaban inevitables. A falta de designar un objetivo trágicamente concreto, un sector activo de los manifestantes destrozó el sentido unitario —nunca reivindicado por Puigdemont, ni siquiera a posteriori— para entregarse a lo suyo: la bronca en pancartas, gritos y silbidos contra los representantes del Estado. Todo un signo de que, en la circunstancia actual, cualquier uso democrático está destinado a sufrir el asalto de quienes apoyan el golpe de Estado promovido desde la Generalitat. Decisionismo y movilización de masas, en la estela de Carl Schmitt.
Segundo lema: No a la islamofobia. Como si hubiera tenido lugar una quema de mezquitas y como si todo intento de profundizar en la crítica del yihadismo en el marco del islam fuera un ataque al mismo, y no un recurso imprescindible para precisamente evitar el odio a dicha comunidad.
Con esa exculpación de apariencia benévola asumimos que todo en la doctrina lo es, no cabiendo examen alguno sobre el uso de la misma. Solo que el Corán tiene muchas facetas, según los versículos pertenezcan al período de construcción teológica en La Meca o al Profeta armado en Medina (yihad como esfuerzo hacia Alá o como guerra contra los infieles). Los imames pueden dar muchas claves en sus predicaciones. Sin olvidar la formación de los creyentes de segunda generación, ya protagonistas.
Prevención asimismo en la seguridad. La inexplicable ausencia de protectores en La Rambla, tras las experiencias de Niza y Londres, puede asociarse al tópico sobre Barcelona y la paz, que los yihadistas supuestamente respetarían. ¿Y qué decir de los Mossos d’Esquadra desatendiendo el aviso de la CIA, el 25 de mayo, sobre posible atentado en La Rambla? ¿No hubieran sido imprescindibles al menos los bolardos? Cuestión nada trivial, ya que el jefe de los Mossos olvidó aquí la seguridad de los catalanes. Y luego mentiras sobre mentiras del Govern para contraatacar. Negro futuro.
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