PSOE: vuelta al cole
El ánimo insuflado por el repunte de las encuestas de julio convive con el debate interno sobre la cuestión territorial
Aunque la intensidad política de los últimos veranos hace que el arranque formal del curso político pase más inadvertido, esta semana los partidos retoman el trabajo con las alegrías y penas que les acompañaban cuando se despidieron del curso parlamentario. En el caso del PSOE, el ánimo insuflado por el repunte de las encuestas de julio convive con el debate interno sobre la cuestión territorial que se abrió en los congresos regionales celebrados antes de las vacaciones. El debate territorial en el PSOE es una cuestión difícil de manejar por sus implicaciones organizativas, estratégicas e ideológicas.
La dimensión organizativa tiene que ver con el reparto de poder interno. Para garantizar la unidad de discurso no basta con diseñar una ejecutiva sin críticos. Fuera de la ejecutiva están los barones y sus circunstancias: gobernar en las comunidades les proporciona un altavoz inigualable para hacer oposición interna y tiende a volcar la balanza de lealtades hacia el interés del partido regional y sus electorados.
La estratégica se refiere a la competición partidista. Que haya más partidos obliga a hilar más fino sobre la cuestión territorial. Antes, el bipartidismo permitía al PSOE ampararse en un ideario territorial amplio bajo un paraguas conceptual poco definido: el federal. Bastaba con contraponer su discurso territorial al del PP para garantizarse las credenciales autonomistas. Hoy la competición obliga a concretar decisiones. Pero hacerlo ganando en todos los territorios parece imposible, dada la diversidad de preferencias y de equilibrios políticos regionales.
Finalmente, el desacuerdo territorial es un reflejo de la diversidad ideológica dentro del PSOE. Andalucía, por ejemplo, no se reconoce en la idea de plurinacionalidad, mientras Valencia apuesta por el federalismo asimétrico. Esta heterogeneidad ideológica es un arma de doble filo: el partido camaleón que adapta su discurso a los gustos de cada territorio puede ganar regionalmente, pero en dicho esfuerzo corre el riesgo de estrangular la estrategia de competición nacional (al debilitar la unidad de discurso) y, por ende, las siglas nacionales del partido. @sandraleon_
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