
Las luces y sombras de las 5 posturas más populares en la cama
Después de un parto el misionero no es la más recomendable; ¿y si le duele la espalda?

¿Qué es lo que se siente, de verdad, en cada postura y por qué? ¿Es lo mismo para ellos que para ellas? Es muy probable que usted tenga una clasificación de sus posturas sexuales favoritas. Quizá las mujeres cuando se ponen encima experimentan el poder mientras que el perrito a muchas les provoca un golpeteo casi doloroso que llega hasta el cuello del útero. Algunos hombres se quejan del aburrimiento del misionero, mientras que otros no terminan de entusiasmarse con el aspecto casi animal de la penetración desde atrás. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo se producen unos 100 millones de actos sexuales cada 24 horas.
Más allá de nuestros gustos y maneras, hemos indagado sobre cómo se siente más placer y por qué, qué diferencias claras se aprecian en el coito por sexos y qué posiciones pueden incluso ser arriesgadas. Sabemos que posturas hay tantas como la imaginación estime pero nosotros hemos analizado las cinco que, de acuerdo con encuestas de los Servicios de Salud Sexual de la Universidad de Columbia, más se practican en parejas heterosexuales (no por ello exclusivas para estas). Y usted ¿por qué postura se decanta?

¿Es la postura más recomendada para lograr el embarazo? De acuerdo con Amy Levine, educadora sexual con master en Sexualidad humana por la Universidad de Nueva York, "poner una almohada debajo de la espalda de la mujer ayuda a elevar la pelvis, lo que facilita que los espermas se muevan a través del cuello uterino y que viajen hasta el óvulo para fecundarlo”. Sin embargo el doctor Fernando Salas, médico andrólogo de Mensolution, asegura que "todo lo que existe es pura especulación y creencias populares sin fundamento científico ni estadístico. Ningún estudio ha demostrado realmente que determinada postura facilite la fecundación. Cualquiera es buena". Vicente Palau, terapeuta e instructor de Kung Fu sexual en Body Language, atribuye a lo de la almohada una función meramente sexual, porque así "podemos elevar la pelvis y cambiar el ángulo de penetración lo que permite la estimulación del punto G de la mujer y, al hombre, controlar el ritmo y la intensidad". Rosario Castaño, psicóloga clínica y sexóloga del Instituto Palacios de Madrid dice que esta postura está bien "al principio de la relación porque ayuda a crear más intimidad; sin embargo, después de un parto, aunque no tiene por qué rechazarse, no es la preferida: la penetración se suele sentir con menos intensidad". Por otra parte, "a partir de los 45 a 50 años, la calidad de la erección disminuye y la capacidad de lubricación también, así que se siente menos en esta postura".



