El ‘Glam rock’, la andrógina revolución adolescente que revitalizó la industria
Un movimiento tan importante en su momento como minusvalorado después que Simon Reynolds reivindica en su libro ‘Como un golpe de rayo'
Tiene 53 años y, después de vivir 25 en América, acaba de conseguir la nacionalidad estadounidense, pero Simon Reynolds mantiene intacto el acento británico. Desde los ochenta, su nombre fue escalando puestos entre los críticos de rock más respetados hasta que en 2011 se consagró con Retromanía, un magistral ensayo sobre la obsesión del pop con su pasado que se ha convertido en obra de referencia. Cinco años después llegaría Shock & awe, una monumental historia de 700 páginas del glam rock que acaba de ser publicada en castellano por Caja Negra con el título Como un golpe de rayo. “He sido fan del glam desde niño y aunque había escrito sobre Roxy Music o Bowie nunca lo había hecho de T Rex, Sweet o Mott The Hoople. Me interesaba porque era un reto. La mayoría de las cosas sobre las que he investigado, el post punk o la música rave, salieron del underground. El glam es pop comercial y ambicionaba el éxito. En los primeros setenta no había nadie más grande que Marc Bolan o Slade”, explica.
El glam que describe Reynolds es una música que devuelve la energía juvenil al rock después de que el desplome del jipismo hubiera convertido la escena en algo muy masculino y plomizo. Aquellos tipos andróginos, con mechas, subidos en zapatos de plataforma, recubiertos de boas de plumas y lentejuelas, sirvieron de puente entre los sesenta y el punk y revitalizaron el negocio. En 1970, cuenta, bastaban 100.000 copias para estar entre los cinco discos más vendidos de Reino Unido. En 1971 hacía falta pasar del medio millón. “Fue una revolución adolescente, muchos fans tenían entre 12 y 15 años y les fascinaba la ambigüedad de sus ídolos”.
Marcaba el camino David Bowie, cuya trayectoria vertebra el libro. Su largo camino a la cima, su contradictoria relación con la fama, su contribución a convertir en estrellas a Iggy Pop o Lou Reed, en sí mismos artistas glam, le convierten en la figura clave. “Su muerte me pilló terminando el libro. Yo había pedido una entrevista, pero me contestaron que llevaba 12 años sin dar ninguna. En realidad no me interesaba hablar con él ahora, ni la visión actual, ya convertido en un tesoro nacional. Me interesaba cuando era un chico de suburbio de clase media buscando su identidad. Entrevisté a algunos artistas como Alice Cooper, pero tienden a repetir las mismas historias y olvidar otras. Algunos, como Sparks, niegan su vinculación con el glam. En las entrevistas de aquel momento había mejor material. Historias nunca contadas o una frescura que falta en la actualidad”. Son momentos espléndidos. Como ese en el que un joven Bowie llama a Mick Jagger “Mamá gallina” y se explaya a gusto. “No es un gallo de pelea. En todo caso una madame de burdel”.
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