Títeres como profesores contra las armas explosivas en Gaza
Cruz Roja organiza talleres para enseñar a los menores comportamientos seguros ante los restos de guerra
Cruzo con bastante asiduidad la franja de Gaza. Y siempre regreso a Jerusalén con la convicción de qué la infancia es lo más valioso que podemos perder. Una de mis últimas visitas la pasé con los chicos del colegio donde estudia Doaa, una niña de 11 años de edad que en 2015 perdió su mano derecha tras recoger del suelo un resto explosivo de guerra pensando que era un juguete.
No era mi primera vez en el Colegio Túnez, y al entrar en el aula los chicos formaron un gran revuelo al verme. Consigo sentarme en uno de los pupitres, junto a varios niños, esperando con la misma atención que ellos el espectáculo de títeres que forma parte del Programa de Educación sobre el Riesgo de Restos Explosivos de Guerra (MRE) implementado por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Israel y los territorios ocupado, del que soy portavoz.
Se levanta el telón y el silencio se apodera del aula. Alrededor de 30 niños escuchan atentamente la conversación de dos títeres.
- ¿Has oído lo que ha pasado esta mañana?
- No, Abdel Latif. ¡Nunca traes buenas noticias!
- Nuestro vecino Youssef estaba jugando con su amigo Sameh. Encontraron algo muy brillante y bonito. ¡Youssef fue a por él rápidamente! Cuando lo tocó, explotó de repente ¡e hizo un gran boom!
- ¡Oh, Dios! ¿Qué les ha pasado?
- A Youssef le han amputado una pierna y Sameh resultó herido.
Se acaba la clase y todos los niños salen disparados al patio, menos Mohammed quien se queda ayudando a recoger el material. Con el aula ya casi vacía, mi mente me lleva a donde yo estudiaba cuando tenía la edad de estos chicos y a lo que aprendíamos. Echo de nuevo un vistazo a los carteles sobre explosivos y pienso lo difícil que es crecer en la franja de Gaza.
Mohammed Aldeeb, de 11 años, le pone voz a uno de los títeres. Es uno de los casi 20.000 estudiantes que han participado en el programa MRE desde su lanzamiento en 2016. El objetivo es concienciar y promover un comportamiento seguro entre estudiantes y profesores, particularmente con los restos explosivos de guerra.
"Me gusta ser parte de la representación porque ayudo a mis compañeros a ser conscientes de los riesgos de los restos explosivos. Les digo que no toquen objetos extraños porque podrían ser peligrosos y hacernos daño, matarnos o incluso sufrir una amputación", me comenta Mohammed.
Como resultado de numerosas operaciones militares en los últimos dos siglos, grandes extensiones de Israel y los territorios ocupados están contaminados con estos restos. Desde el conflicto con Israel en 2014, aproximadamente 6.000 artefactos explosivos sin detonar podrían yacer en el territorio de la franja de Gaza, 16 personas han fallecido a causa de los restos y 97 resultaron heridas, de las cuales 48 eran niños, según el Servicio de las Naciones Unidas de Actividades relativas a las Minas (UNMAS).
"Les digo que no toquen objetos extraños porque podrían ser peligrosos y hacernos daño, matarnos o incluso sufrir una amputación", comenta un niño
El silencio y el vacío del aula se llenan con la idea que recorre mis pensamientos; la frágil infancia de los niños de Gaza a veces juega en un terreno tan peligroso que se la puede arrebatar en un instante. Ese momento que hace saltar por los aires la inocencia y la sonrisa despreocupada de un niño.
"Es muy importante que los estudiantes sean conscientes de los peligros de estos objetos, especialmente ahora que están en la fase de adquirir conocimiento. Es crucial que sepan que no deben acercarse a ellos y ponerse en peligro", me comenta Esam Abu Abdeh, profesor del Colegio Túnez desde hace ocho años.
Alto y sosegado a sus 32 años, Esam es uno de los 87 profesores de los 43 colegios de Gaza que forman parte del programa MRE. Los niños salen al patio y nos quedamos charlando en el aula. De manera apasionada me habla de sus estudiantes y de la importancia de enseñarles qué hacer en caso de que encuentren un resto explosivo de guerra, una lección que podría ser una cuestión de vida o muerte.
"Muchos alumnos de nuestros colegios se han visto afectados por artefactos explosivos sin detonar. Particularmente aquellos que viven cerca de las zonas fronterizas que fueron bombardeadas varias veces durante la última guerra", me dice Esam, mientras me muestra uno de los carteles que usa con sus estudiantes.
El programa MRE observó que a los estudiantes menores de 12 años les resulta difícil entender toda la información técnica sobre estos restos y que a esa edad responden mejor a actividades lúdicas. Títeres, juegos interactivos y otros objetos familiares toman el protagonismo para capturar la atención de los más pequeños y enseñarles qué hacer cuando se encuentran con un objeto peligroso.
Títeres, juegos interactivos y otros objetos capturan la atención para enseñarles qué hacer cuando se encuentran con un objeto peligroso
A la vuelta del recreo, me siento con Ahmed Sami, de 10 años. No tarda mucho en contarme cómo él y un amigo vieron un misil en las calles después de la guerra de 2014. "Mi amigo quería acercarse. Primero, quería tocarlo, pero me acordé de lo que nuestro maestro nos dijo: podría explotar y perder mi pierna o la mano, o incluso morir. Le dije que era mejor que avisara a mi padre, quien llamó a la policía", me comenta Ahmed.
Al igual que Ahmed, la mayoría de los niños en la franja de Gaza ya han pasado por varias guerras, y tienen cicatrices psicológicas asociadas con el sufrimiento vivido. "Algunos de los estudiantes padecen de insomnio y a otros les dan miedo los relámpagos y el sonido de los truenos porque les recuerda al de los bombardeos y fuego de artillería que experimentaron durante la guerra", me dice Esam.
Aunque han pasado casi tres años desde la última guerra en la franja de Gaza, todavía quedan muchos restos en el terreno. Esta grave consecuencia de la guerra continúa afectando a su población. Las vidas de muchos niños han sido permanentemente alteradas por artefactos explosivos sin detonar.
Limpiar la franja de Gaza llevará bastantes años, y siendo realistas siempre persistirá un nivel residual de contaminación. Sin embargo, a través de actividades como el programa MRE, nos queda la esperanza de que los niños de Gaza puedan seguir jugando mientras aprenden una valiosa lección que podría salvar sus vidas.
Jesús Serrano Redondo es portavoz del CICR en Israel y los Territorios Ocupados.
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