11 fotosCosas que los niños que nacen hoy no verán (ni harán) mañana¿Gafas, qué es eso?Kristin Suleng08 jul 2017 - 20:09CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceEs posible que al carnet de conducir le queden un par de décadas de vida. Que el coche autónomo sea una realidad palpable cada vez más cercana ha hecho que expertos como el investigador en robótica Henrik Christensen, director del Instituto de Robótica Contextual de la Universidad de California, predigan que los niños que nazcan este año no tendrán que conducir cuando sean adultos. O, incluso, hay quien va más allá y augura que conducir podría quedar prohibido en el futuro, como defiende el gurú tecnológico Elon Musk.En países como Canadá, los ciudadanos ya pueden ir olvidándose de esperar al cartero. En 2013, la empresa pública de correos canadiense anunció que a partir de 2019 se iniciará la retirada progresiva de la entrega de documentos postales a domicilio. De hecho, el oficio de cartero encabeza los listados de profesiones que quedarán obsoletas en el futuro. Según datos del Servicio Postal de Estados Unidos de 2015, la previsión de crecimiento sería del -28% en 2022 a causa del correo electrónico, las redes sociales, el pago electrónico y los portales digitales; servicios que se han ido acelerando con el uso de los móviles y que han reducido un tercio de la fuerza de trabajo.Muchas de las interacciones del futuro se realizarán con gafas de realidad aumentada a modo de hologramas en el espacio físico, que hará olvidar la típica pantalla de ordenador o móvil como primera fuente de comunicación. “La desaparición de la pantalla vincula todavía muchos retos técnicos y psicológicos. Es un cambio de paradigma comunicativo total, donde las distancias entre lo virtual y lo real se difuminarán. Aunque las consecuencias de esta evolución son difíciles de prever, representará un salto tan grande como fue pasar del medio escrito al audiovisual televisivo en los años cincuenta”, señala Adolfo Muñoz, profesor e investigador especializado en proyectos de realidad aumentada de la Universidad Politécnica de Valencia.Gracias a la integración de chips en cualquier envase, las etiquetas informativas ya podrán decir adiós al papel para convertirse en inteligentes e invisibles. “La plastrónica, o la electrónica de plástico, permite embeber durante la fabricación del envase estos dispositivos en su interior, de forma que el usuario solo tendrá que pasar por encima un lector (por ejemplo su Smartphone) para conocer una gran información sobre el producto: caducidad, composición, cuidados de las prendas de ropa, trazabilidad y las condiciones a las que ha estado expuesto durante su transporte; o las condiciones bioquímicas de un alimento que informarán sobre si es óptimo para su consumo”, explica Adolfo Benedito, investigador referente en Materiales del Instituto Tecnológico del Plástico (AIMPLAS).La impresión funcional, que permite imprimir sensores sobre materiales textiles, hará que los tensiómetros, pulsómetros o glucómetros, entre otros dispositivos médicos, ya no sean necesarios en su botiquín de nuestros hogares. “Eso ofrecerá la posibilidad de integrar en prendas de ropa elementos que cuidarán nuestra salud cuando llevemos esas prendas, como las camisetas para running con pulsómetro incorporado, o las batas de hospital que midan constantemente la tensión arterial o el nivel de azúcar en sangre”, señala Benedito. En un futuro no tan lejano, tampoco hará falta desplazarse hasta la consulta de atención primaria para realizar una extracción de sangre o un análisis de orina. “No hará falta que vayamos al médico, porque un sistema que hará recomendaciones en tiempo real controlará todas nuestras variables fisiológicas y nuestros hábitos de vida. Nos dirá qué tenemos que hacer, o qué medicación debemos tomar, a partir de toda nuestra información sobre variables fisiológicas como tensión, ritmo cardíaco, pasos que damos o alimentos que ingerimos”, asegura Mercedes Sanchis, responsable del área de Bienestar y Salud Laboral del Instituto de Biomecánica DE Valencia (IBV).Los adultos del mañana ya no tendrán el quebradero de cabeza de hacer la lista de la compra gracias a las neveras inteligentes — aunque ya hay quien pone objeciones a este dispositivo de cocina. “No hará falta que vayamos a hacer la compra, porque la nevera realizará de forma automática los pedidos al supermercado basándose en lo que hemos consumido y los productos que se han terminado, o los hábitos alimenticios que tengamos. La comida nos llegará a casa con un dron, en lugar de entregárnosla un repartidor”, indica Sanchis.“Esto ya es posible, pero en el futuro podremos ir corrigiendo defectos según se produzcan”, asegura José Capmany, catedrático de fotónica y comunicaciones de la Universitat Politècnica de València. Se están desarrollando unas gafas electrónicas de auto-enfoque que alegrará a los miopes del futuro. Y eso no es todo. El desarrollo de lentes de contacto biónicas que permiten triplicar la calidad de la visión podrían hacer olvidar las gafas o las lentillas tradicionales, tanto en el caso de patologías oculares como en el manejo de videojuegos. “Tampoco tendremos que operarnos de cataratas, puesto que bastará ponerse unas gotas en el ojo”, anota Marcos Faúndez, director de la Escuela Politécnica de Mataró de la Universitat Pompeu Fabra.En el futuro, es posible que ya nadie se excuse con el típico “lo mío no son los idiomas”. “Aprender otras lenguas no será necesario. Se podrá conversar con la ayuda de una máquina que traduzca automáticamente”, señala Faúndez. De momento, ya conocemos las apps y webs que facilitan el proceso de aprendizaje, pero el siguiente paso podría ser (gracias a las mejoras en las máquinas de traducción simultánea) prescindir completamente de los idiomas distintos al propio.“Ya no iremos al colegio electoral a depositar la papeleta de voto, puesto que se podrá votar telemáticamente”, apunta Faundez. Aunque existen intentos para su implantación, la complejidad de su mecanismo hoy hace considerar todavía el voto electrónico todo un desafío tecnológico cuya revolución se espera que llegue en un futuro no lejano.Si no hacemos nada contra el cambio climático, advierte el ambientólogo Andreu Escrivà, autor de Encara no és tard, tampoco deberá sorprender que a partir de 2040 gran parte de nuestras actuales pistas de esquí se esfumen. “Las vacaciones blancas se reducirán mucho porque habrá menos nieve, quedarán unas pocas pistas, serán mucho más caras, no habrá espacio para tanta gente como ahora y no será nada atractivo para los niños... En los escenarios regionalizados de AEMET se aprecia que la situación actual se disparará dentro de 25 años si no actuamos ya”, sostiene.Aunque no se espera su extinción, el oso polar (una de las especies más amenazadas por los efectos del cambio climático) no tendrá una supervivencia nada fácil. “Se observa desde hace tiempo que los osos polares están buscando otros sitios más al sur, cada vez más alejados del Ártico, en ecosistemas donde tener el pelaje blanco hará ahuyentar las presas. Por tanto, su población mermará”, explica Escrivà.