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“Le escupió en la cara y le dio el primer tortazo”

Alfonso Magaña intentó evitar una agresión machista, el atacante acabó dándole una paliza y lo dejó inconsciente y con la nariz rota

Este jueves, la Comisión de Seguridad Privada de Aragón condecorará al Alfonso Magaña, que intentó evitar una agresión machista.
Este jueves, la Comisión de Seguridad Privada de Aragón condecorará al Alfonso Magaña, que intentó evitar una agresión machista.
Isabel Valdés

Alfonso Magaña pasó al Centro Social Luis Buñuel de Zaragoza el pasado 27 de mayo, allí la Vegan Hope Animal Association organizaba la II Feria Vegana de la ciudad. Quería darse una vuelta y participar en el movimiento contra el maltrato animal. El paseo le duró cinco minutos. Al llegar encontró a un hombre que gritaba mientras señalaba con el dedo a un camarero: “Eres un hijo de puta, te la has tirado, te voy a matar”. Después se volvió hacia la chica que iba con él y repitió: “Eres una hija de puta, te voy a matar”. Le escupió en la cara y le dio un primer tortazo; cuando Magaña vio que iba a haber un segundo golpe, intercedió.

“Fueron apenas unos segundos”, explica Magaña al teléfono. Este vigilante de seguridad desde hace 14 años intervino siendo consciente de que se arriesgaba a que la agresión cambiase de objetivo: “Me puse entre los dos y lo aparté. Le dije ‘basta, vete, déjala en paz’. Su respuesta fue un puñetazo que me rompió la nariz, ya no recuerdo nada más”. Cuenta lo que le contaron a él después, que siguió pegándole hasta que cayó al suelo, inconsciente, en medio de un charco de sangre; la gente que asistía al evento se acercó para socorrerlo, lo sacaron del recinto y llamaron a una ambulancia, donde se despertó. Ingresó en el hospital con la nariz rota, una brecha en la cabeza, diversas heridas en el rostro y graves lesiones en un oído. Pasó allí dos días y volvió a casa.

Ahora, todavía convaleciente pero ya sin puntos, se recupera con la seguridad de que volvería a hacerlo otra vez. Esa actitud le ha valido la gratitud pública, aunque él cree que solo es un "hombrecillo al que le han dado una paliza". Este jueves recibirá un reconocimiento especial por parte de la Comisión de Seguridad Privada de Aragón. “Eso de que actúas sin pensar y que es un acto reflejo… bueno, aunque no pasaron más de dos segundos entre el primer tortazo y el que iba a ser el segundo, yo sabía perfectamente lo que hacía”. Magaña asegura que vio que había peligro, que tenía que hacer algo hasta que llegara la policía, a la que ya habían llamado. “No era un borracho, ni un adicto, ni un loco. Era un hombre violento que estaba pegando a esa mujer delante de mucha gente, y amenazando con matarla”. Mientras se marchaba, el agresor siguió gritando que la iba a matar a ella y a su hija.

La policía mantuvo vigilado al agresor hasta que el lunes 29 de mayo, cuando Magaña recibió el alta, fue hasta la comisaría Centro de la Policía Nacional y presentó la denuncia: “También lo hice en el Juzgado de Violencia de Género n.º 1 de Zaragoza”. La policía de la ciudad aragonesa confirma la denuncia y explica que el procedimiento fue el habitual: “Ahora el agresor está en libertad a la espera de juicio”. El vigilante, padre de un hijo y una hija, recuerda que acudió a denunciar y junto a él, declararon otros tres testigos. “La mujer maltratada también fue llamada, pero se acogió al derecho a no declarar. Me pidió disculpas por lo que había pasado… ¡Ella a mí! Le insistí en que no tenía que disculparse por absolutamente nada”.

Pensó en su hija, en su madre, en sus hermanas, en las siete mujeres con las que se crio. “En mi casa solo había tres hombres. He fregado desde que recuerdo y tengo 54 años. Mi padre era de otro tiempo, el típico que se sienta a esperar que le pongan la mesa. Yo me iba con mi madre a la cocina, y pensaba que si ella estaba allí como una esclava, tenía que irme con ella a compartir las tareas. Mi educación se la debo a las mujeres y me siento orgulloso de las siete que me rodearon mientras crecía”.

Es tajante cuando dice que nadie debería vivir con miedo, que no se puede ser pasivo, que hay que estar siempre en guardia pero sin violencia: “Sé que mi género está beneficiándose de un patriarcado realmente duro para las mujeres. Sé que hay desigualdad, que es vergonzoso, y cuando llegan límites como el de un hombre amenazando con matar a una mujer, siento vergüenza mi propio género, de su manera de comportarse”. Y confiesa que su único temor es encontrarse un día a sí mismo dándose la vuelta ante un problema, a participar sin darse cuenta de ese patriarcado al que aludía. “A los violentos tenemos que ponérselo difícil, que vean que la calle no es de ellos, ni las personas son de ellos, no pueden ir por el mundo destrozando vidas”.

Magaña no sabe lo que pasará, pero se pregunta qué puede llegar a ocurrir dentro de esa casa si, fuera, en la calle, fue capaz de pegarle delante de 200 personas: “Dijo que la iba a matar, y si nadie hace nada tiene todas las papeletas para que lo acabe haciendo”. Ella no denunció, una decisión que cada vez toman menos mujeres. Los datos del Observatorio de la Violencia Doméstica y de Género revelan que durante el primer trimestre de 2017 las denuncias se dispararon en un 20,1% respecto al año anterior, y figuran en el registro de víctimas de violencia machista un 18,8% (38.018) más de mujeres que en 2016. “Todo el mundo debería darse cuenta de que todos somos ellas, de que esta lucha es de todos, y que el único objetivo debería ser acabar con esta lacra”. La Delegación para la Violencia de Género confirma 27 mujeres asesinadas de enero a mayo, y aún hay otros en estudio. 27.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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