El mal está ganando
Madrid, Londres, Niza, París, Bruselas, Mánchester, Estocolmo... Sin artefactos explosivos sofisticados, sin coberturas organizadas. Un coche alquilado o unos cuchillos de cocina son suficientes para asesinar a decenas de personas y aterrorizar a miles. Los controles en eventos deportivos o musicales son efectivos, pero ¿y en unos grandes almacenes? ¿Y en una iglesia? ¿Y en una simple calle? El tener identificados a miles de potenciales terroristas solo sería efectivo si se pudiera proceder a su detención, lo cual es inviable. Es terrible, pero lo único que garantiza la seguridad de las personas ante todos estos actos de terrorismo es la suerte, la mala suerte. Se tiene miedo a viajar, pero puede pasar al lado de nuestra casa. Lamentablemente, y ojalá que solo por ahora, el mal está ganando.— Pedro Díaz Gómez. Alicante.