Carlota Serrano, atletismo para luchar contra el cáncer
LA VIDA DE LA ATLETA Carlota Serrano dio un vuelco cuando en 2014, con 28 años, le detectaron cáncer de mama. Se desvió del camino que se había marcado y de los objetivos a largo plazo. Pero no se detuvo. “Nunca se me pasó por la cabeza dejar de hacer deporte, es mi forma de vida. He aprendido a vivir el día a día, zancada a zancada. Levantarme cada mañana, ponerme las zapatillas y salir a entrenar. Eso es un regalo”. La subcampeona de España en la especialidad de 400 metros vallas en 2013 tuvo que renunciar a su larguísima melena, pero no a calzarse sus deportivas porque había decidido luchar con su mejor baza: el atletismo.
Serrano pertenece a una familia de deportistas. Su padre y su hermano se decantaron por el ciclismo. Ella se convirtió en atleta. Sus aptitudes físicas en el colegio dieron paso al Club de Atletismo Popular de Alcobendas, donde a los siete años comenzó a competir hasta recibir una beca para entrenar en el equipo del Club Deportivo del Colegio Base. “Al finalizar los estudios, empecé a trabajar y cuando acababa la jornada me iba a entrenar cada día hasta las diez de la noche”, cuenta Serrano, recordando a su club AD Maratón, donde comenzó a competir al más alto nivel.
Llegaron los éxitos. Y la enfermedad. Intervenciones quirúrgicas. Quimioterapia. Radioterapia. Ocho meses después, reconstrucción del seno. Las sesiones de quimio nunca fueron excusa para dejar de fortalecer el cuerpo. Por ejemplo, subiendo y bajando las escaleras del hospital o escapándose para echar una carrera por los alrededores. “Todos los que venían a visitarme han subido y bajado escaleras conmigo. Era casi un ritual”, recuerda Serrano. “Fue mi oncóloga quien me informó de que debía reducir el ritmo, obviamente, pero no dejarlo por completo. Para recuperar la tonalidad muscular y no llegar tan débil cuando estuviera recuperada tenía que ejercitarme, aunque me costara muchísimo”.
Llegó a competir, incluso a subir al podio, entre salidas y entradas al hospital. “En contra de todos, me apunté a un triatlón que se organizaba en la Casa de Campo: natación, bici y carrera. Me empecé a encontrar tan motivada que no escuché cómo mi entrenador me gritaba: ‘¡Más despacio!’. Me dejé llevar y… ¡acabé tercera! Al recoger la medalla, el speaker parecía muy confundido cuando aparecí con el pañuelo y el gorro de baño atado a la camiseta simulando el lazo característico con el mensaje ‘Sí, se puede’. No creía que fuera yo a quien acababa de nombrar por megafonía”.
En el verano de 2015 decidió grabar su día a día, pañuelo en alto, junto a un grupo de amigos y familiares. Risas, alguna tarde de compras y, sobre todo, sus entrenamientos: atletismo en la pista del polideportivo municipal Dehesa Boyal en San Sebastián de los Reyes (Madrid), sesiones de abdominales, pesas… El resultado final, al que titulan Súper Mujer, se extiende como un huracán por las redes sociales, despertando una oleada de optimismo, mensajes de ánimo, fuerza y testimonios de personas que estaban pasando por situaciones parecidas o conocían a otras que también se encontraban luchando como ella.
“La primera vez que llegué al hospital no podía parar de llorar. Pero conocí a dos mujeres que nunca se me van a olvidar. Me dijeron que lo que me había pasado era horrible, que lo iba a pasar mal, pero que al final lo iba a agradecer, que iba a ser feliz. Y tenían razón. Ahora confío en mí casi ciegamente. Antes no era así. Con una sonrisa, todo se lleva muchísimo mejor”. Serrano cuenta cómo, desde que su historia salió a la luz, no ha parado de dar charlas motivacionales que buscan promover el ejercicio físico entre pacientes enfermos de cáncer que están en tratamiento. También participa en ponencias para incentivar los beneficios del deporte en la recuperación física y emocional.
“Yo quiero, yo puedo, yo soy capaz”. Es el lema de esta deportista madrileña de 30 años que sueña con retirarse del atletismo profesional después de competir en igualdad de condiciones con sus compañeras en el próximo Campeonato de España. Así se fabrica una heroína. Una persona normal capaz de afrontar un revés abismal de una manera extraordinaria.
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